VIII

REFLEXIONES DESDE LA CLANDESTINIDAD(Desde la "Puta Isla de Mierda", a veces, hasta los huevos de ella)

Anoche estuve en un simulacro de cena, esas congregaciones con compañeros de trabajo a las que accedes por no interpretar el papel de malo en un bodrio de película y que una vez que estás dentro de ese esperpento te das cuenta que sólo eres un tonto que nada tienes que ver con ellos. Pero no todo tiene por qué ser negativo, pues de algún modo sirve para valorar lo que ya tienes, para demostrarte a ti mismo que no todas las personas son iguales, pues las hay generosas y atentas mientras otras sólo son objetos desechables sólo útiles para usar y tirar en ese mismo instante. Pues en un mundo tan abstracto no todos son dignos de recibir las mismas atenciones, sobre todo cuando estas ahí ante unos extraños y presientes que jamás serás tu mismo pues la atmosfera que mueve las relaciones no es más que una farsa o un móvil basado en unas palabras y unas risas alejadas de una actitud franca .

Y añoras a tu gente, miras el reloj una y otra vez mientras permaneces sentado como una estatua de sal preguntándote que coño hago aquí; entonces ellos te piden que hables pero ¿Cuántos realmente te escuchan? ¿Cuántos se sinceran y dicen lo que piensan? y sobre todo qué es real y que es apariencia.

Un extraño al que nadie conoce bajo un papel de obediencia consabida, eso eres, pues los roles están ahí, tu los aceptas y como máximo observas. Pues hay alguien que pide la cena por todos, el profeta o el futurólogo, que sin duda parece saber lo que nos apetece en ese momento. Luego está quien guarda el bote, los bolsillos más reconocidos y más seguros de todo el estamento, luego el que habla por todos, también el que critica a los que no están presentes, e incluso hay alguno que calla no sea que se arrepienta si sus palabras traspasan ese firmamento.

Entonces llega el momento de pagar y el protagonismo individual desaparece, pues ese es tu momento, un instante conmovedor en el que reclaman tu presencia como parte de un colectivo, por fin soy parte del grupo piensas, pues para eso vine… para pagar la cuenta como todos y experimentar el agradable momento en el que ponemos quince euros, bajo la vigilancia exhaustiva de cada miembro.

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