03-05-10

03/05/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)
Y sigue lloviendo un día más, la vida sigue igual. Con más fuerza si cabe, puedo hasta oir desde la habitación como la lluvia golpea sobre el patio de la muerte. Mi libranza viendo llover, así es el destino. Pero siguiendo ordenes de mi psiquiatra, o sea yo mismo, busco el lado positivo, sólo así encontraré la felicidad ibicenca. ¿Felicidad donde estás felicidad?, me voy a cagar en la puta felicidad mientras la lluvia siga cayendo.
A mal tiempo buena cara, pues así podré dedicar mi tiempo a una necesaria limpieza de habitaciones y baño. La habitación es una jungla gobernada por la ropa sucia, el baño sin embargo se debate entre un dominio alternante entre las hormigas y mis calzoncillos. No hay guerras, pues ellos conocen sus límites.
Mientras quito la ropa sucia suena The Cure, la buena música siempre ayuda en los momento difíciles y este es uno de ellos, sobre todo cuando observo la cantidad de polvo que puebla los muebles. Traslado los libros a la otra habitación con el fin de dejar las estanterías libres, hago lo mismo con las tazas, la televisión e incluso con el despertador. Despejo el terreno para luchar contra el invasor, los espacios abiertos me benefician pues sólo así la victoria será un hecho. El polvo, la pelusa y la arena importada desde las mismísimas playas ibicencas se mezcla en el suelo, ¿qué ha sido de las baldosas?, supongo que permanecerán ahí pues son el principal testigo de una cuadra que podría haberse convertido en un estercolero. Con una bayeta mojada froto la estantería, la mesa, todos los muebles, para después del secado correspondiente aplicar un limpiador multisuperficies. ¿Hasta cuando resistiremos? ¿Cuánto tardará en aparecer el puto polvo?, la pelusilla, la mierda, los calcetines sudados, las tropas invasoras que bajo el nombre de la desorganización invaden cualquier habitación de la casa. Tras una exhaustiva limpieza la habitación parece más grande, desocupada de todo indicio de mierda, da la sensación de ser una acogedora morada donde descansar tus sueños. La ventana está entreabierta, sigue lloviendo y algunas gotas de agua consiguen entrar para dar justo con la mesa de la habitación, el portátil está a salvo, trasladado a la otra habitación continúa apagado hasta que no de por finalizada la operación limpieza. Una especie de castigo a tanta dejadez, si eso resulta efectivo no dejaré de aplicarmelo una y otra vez.
Se acerca la hora de la comida, pero hoy toca limpieza sólo limpieza, por lo que me acerco a un restaurante de comidas caseras; Antonio se llama, un nombre simple para una comida de la que espero, al menos me permita cagar a gusto, sin sorpresas ni complicaciones, simplemente un triste zurullo, sentado en la taza oyendo algo de música, me conformo con eso. Me decanto por una paella y de segundo algo de pescado, sin espinas sólo filete, de postre flan; todo dentro del menú de la casa, pues no estoy para grandes dispendio, sólo estoy para limpiar y limpiar, pues hoy sólo me dedico a eso.
La comida me deja un buen sabor de boca, creo que cagaré a gusto, al menos mi tripa no se ha hinchado de forma alarmante y con eso me conformo. Ahora le toca el turno al baño, no sin antes barrer las numerosas hormigas que han caído muertas tras ser rociadas por ese insecticida llamado “CASA JARDÍN”. El recogedor deja ser habitado únicamente por pelusilla para convertirse en un cementerio de hormigas, miles de cuerpos sin vida necesitan una oración y un merecido descanso. En un rincón bajo un trapo sucio una araña da muestras de vida, mueve lentamente su cuerpo, sufriendo una indescriptible agonía. La aplasto con el recogedor, dando por finalizado ese debate entre la angustia y la vida. Me decido por “DON LIMPIO” que desinfecta y limpia a la vez, para derribar cualquier barrera, no sin antes enfundarme unos guantes de goma y una bata que haga las veces de escudo anti-mierda. Comienzo por la bañera, su suelo amarillento, sus cristales algo negros, posiblemente oxidados son presa fácil para este limpiador y este soldado de la fortuna. Limpio poco pero cuando limpio me cago en la ostia, nada se me resiste. No olvido el retrete, principal foco de infección, le doy un buen tute, con una buena bayeta rasco sobre cualquier recoveco e incluso utilizo un desinfectante llamado “PATO WC”. Todo sea por poner mis cojoncillos a salvo. También limpio los grifos, el espejo y hasta el armario, nada se salva … incluso mientras estoy escribiendo yo mismo me asombro de tanta limpieza, joder no he parado en todo el día. Por último frego el suelo.
Ya sólo queda la otra habitación, tras ser abierta por el casero, extendí mis dominios sobre ella; primero con las maletas, porsteriormente el perchero, después con la ropa sucia, después con unas sabanas también sucias. Todo fue a para allí, hasta una mosca muerta que descansaba esperando una mejor vida sobre el sucio suelo. La ventana continuaba abierta, menos mal pues así el hedor se escapaba hacia exterior y no descansaba en la habitación. El ambiente no estaba tan cargado, menos mal. Tras barrer la habitación y quitar el puto polvo, la frego, para dar paso a una nueva habitación, limpia, deshabitada y con un olor nuevo.
A media tarde me bajo para echar la quiniela, tras casi cinco meses jugando toda clase de reducciones, nuestras ganancias no superan los cuarenta euros. Básicamente lo que vale una reducción a seis dobles, que es lo que jugamos cada semana. Vaya timo esto de las quinielas.
Tras el trabajo bien hecho, una cena ligera. Tortilla y ensalada, nada de otro mundo, como ha sido el día hoy. Sin embargo he hecho un buen trabajo, da gusto estar tumbado sobre la cama leyendo una nueva novela de Bukowski, es gratificante mirar este suelo tan limpio, sin rastro de mierda, sin rastro de bichos invasores que disfrutan con mi pereza. Parezco habitar en un jardín del Eden, pero este nirvana de la creación me ha hecho perder un día entero. Al menos ha estado lloviendo y con eso me consuelo. Espero que mañana deje de llover …

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