I

REFLEXIONES DESDE LA CLANDESTINIDAD
(Todavía desde la “Puta Isla de Mierda”, a veces, hasta los huevos de ella)

No se como consigo encontrar un hueco para seguir escribiendo, quizás porque en ocasiones llego a cansarme de este desfile de miradas sobre una pasarela de apariencia que son las calles de Ibiza. Concretamente ...esas dos calles, Isidoro Macabich con Bartolomé Roselló, separadas por una fuente no de lamentos pero si de escondidas transparencias. Todo se oculta bajo la fachada y el estilo de no ser uno más entre los tantos y tantos que acaban victimas del marketing, victimas de no ser ellos mismos.

Son las siete, me acerco a las tiendas de ropa y ni los maniquís parecen estar a la altura de sus clientes, una competición con un único vencedor la desfachatez de lo selecto. Una diferenciación ridícula, pienso, sin embargo, hay veces que caigo en sus garras, me compro un pantalón, unas zapatillas o incluso una camiseta, soy humano y me guío por unos deseos cada vez más individuales, más egoístas, pues mi fe coagula bajo un grupo cada vez más pequeño. Un contrasentido, pues conduzco en dirección contraria por estos callejones repletos de más y más gente, almas escondidas bajo unas gafas que cubren sus ojos, escondiendo la verdad que hay en su mirada, pues sólo quedan unos exagerados gestos, unos andares, unas intrascendentes palabras con las que tratan de no ser descubiertos.


Ya en casa observo el cuadro de Antonio López “Gran Vía”, como echo de menos esa puta calle madrileña, la busco en Ibiza y la buscaría por el mundo entero pero jamás la encontraría, sería como chocar con la realidad tras despertar de un sueño. Miro lo que queda del sol desde la ventana de mi habitación y doy una patada a la nostalgia que recubre mis recuerdos, a veces puede ser tu enemigo, puede empañar un día como otro cualquiera haciéndolo triste y melancólico y yo no quiero eso. Al menos hoy, la melancolía es fruto del invierno.


Suena “Secret Garden” de Bruce Springsteen para romper el contagioso silencio, mis oídos lo agradecen pues entre tanta electrónica y tanto nuevo estilo, ya sea NuJazz, DownTempo siempre queda algo imperecedero que despierta esa astilla pegada a ti que hará que nunca cambies por el reflejo de algo nuevo, el origen que te dio la vida, que te hizo ser tu mismo y que por mucho que pase el tiempo viajará contigo pegado como una lapa tras esas novedades a las que abres la puerta, esas extraordinarias inquietudes que franquearán el camino que aún queda para ser un hombre nuevo.

Cojo la bolsa del gimnasio, el deporte sigue siendo mi válvula de escape, tras una fluctuante autoestima siempre es provechoso adquirir el cromo adecuado de ese ramillete de repetidas acciones, pues la vida es un continuo desgaste en una maquinaria preparada para ello, con sus cicatrices y un ánimo que nos lleva a la deriva pero que nos hace pasar por agradables momentos.

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