Documentos Inéditos (VII)

30/06/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)

Y hoy toca excursión nada menos, con la “Pandilla Playera” siguiendo la dirección que nos lleve el instinto primario del divertimiento. Por eso me levanto más pronto de lo que tengo acostumbrado a ese continuo raciocinio entre lo que es y lo que no, entre lo que debería hacer y lo que no he hecho. Pues todos somos esclavos de nuestras decisiones y ese continuo avance del reloj hasta el mediodía a veces tiene sus excepciones, como la de hoy.
Pero no me levanto atosigado por el cruel rumbo de las circunstancias sino que las dejo de lado, las abato y las tiro a la basura, como a mi pereza, esa ingrata cualidad que a veces no puedo con ella. Me siento orgulloso de haber encontrado una pandilla, la Playera, con la que pasar buenos ratos y reirnos con las pequeñas cosas de la vida, un chiste, una frase hecha, una situación sin importancia y de ahí surge la sonrisa, eso es lo que tiene la vida pero joder es tan difícil encontrarlo.
Pues la realidad es tan compleja que los hay que para comprenderla tratan de complicarla, o eso creo yo, pues en ocasiones los lazos entre las personas son tan tenues como el agua que siempre escapa de tus manos, pues no por ser diferentes nos debemos escudar en las malas acciones, en el nosotros mismos, en la impermeable apariencia. Por eso la comodidad en un grupo es lo más envidiable, el ser tu mismo sin hacer daño a nadie abriendo la cerca para descansar de esa batalla que significa que no te conozca nadie.Y yo estoy comodo así, no se los demás a que aspirarán… a estar continuamente jodiendo y tocando los cojones, a amargarse tras una cara impálida y embustera de la que nada esperas, a creerse los mejores viviendo en la continua apariencia, a coquetear con los embustes sin distinguir su realidad de aquella con la que juegan, a hablar sin ayudar, a mirar y mirar sin reconocerse a si mismos su propia debilidad. Por eso me siento orgulloso de tener este día de playa y romper en añicos esa soledad que a veces nada te ofrece, pues la continua linea de encerrarse en sí mismo puede convertirse en infinita y como tal hay que romperla en añicos.
El saber distinguir hasta donde puedes llegar con tu compañera la soledad. Pues todos somos humanos y es lógico echar de menos a familiares, a colegas, a los antiguos recuerdos pero coño no vamos a estar todo el puto día encerrados escribiendo gilipolleces en un puto diario.

Y tras vueltas y más vueltas por un perdido itinerario por fin conseguimos llegar a Cala Serra. Vista desde arriba un impresionante paisaje, de agua verde y cristalina y arena maravillosa visto desde abajo tras la angustiosa cuesta de tierra, todo se hace más real incluso la belleza. Pues justo antes de la orilla una construcción inspirada en el medio hacer obstaculiza los arboles en su continua aspiración por lograr de esa cala algo más que un simple lugar donde dejar la toalla.
No se que será, si la ley de costas, si los más justos remordimientos, si la caída del capital o sencillamente un paso atrás en el ayer especulativo pero ahí estan esas ruinas incluso antes de llegar a ser un futuro edificio.
Obviando ese detalle la cala es impresionante y la costosa bajada merece la pena, sin embargo hay algo con lo que no se contaba, las medusas. Por un instante pienso en comprarme un sacamedusas, pero con eso no voy a ninguna parte, pues sacas una y siguen todas, la envidiable multiplicación de una especie que menos mal no es la humana. Sin embargo en estos momentos joden un huevo, pues ahí estamos de frente y mirando, es cierto un idílico paisaje bien plasmado en una foto, pero que hacer con este calor transformado en sudor, que hacer con el vapor que surge de mi cuerpo, pues salir de aquí echando leches. Para comer decidimos acudir a un vegetariano, nada de carne dice en su cartel diario, y lo que podría ser pajaro de mal agüero acaba siendo todo lo contrario, pues la ensalada resulta muy apetitosa y la porción de pizza bastante apetecible, ni que decir de los postres.
Tras el café con hielo una agradable partida a ese juego de cartas que tanto nos seduce, el UNO, esta vez con un nuevo integrante en el grupo, nuestro gran amigo el “Bohemio y Soñador”. Para terminar la excursión nuestro querido amigo el “Bohemio” nos conduce a un inhóspito paraje bautizado por el mismo y por tanto también por nosotros como Cala KiKi;
- ¿Y por qué le has puesto este nombre? – le decimos cariñosamente.
- Porque la primera vez que vine había dos perros haciendo … digamos actos indecorosos, vosotros me entendeis ¿no? – nos responde riendose efusivamente.
- Si, si te entendemos …
- Es que no paraban – nos sigue apostillando por si no había quedado claro.

Sin embargo Cala Kiki también tiene sus peligros como esas dos hippies completamente desnudas rodeadas de perros, y no lo digo por los perros ni siquiera por ellas sino más bien por las pulgas que corrían por la furgoneta, que estacionada en la orilla para ellas era su guarida.
Y digo yo, de vez en cuando habrá que lavar las cosas, no me refiero a pasar paño y balleta continuamente pero al menos hacer algo, aunque sólo sea para no rebozarse en la mierda. Pues todo allí eran sombra curtidas en la más negra espesura, donde huir es completamente imposible pues nadie tiene tanto aguante. Perdón, casi nadie.

Y tras Cala Kiki nos despedimos, mientras nuestro amigo el “Bohemio” nos conduce por el verdadero camino, pues hay veces que las personas nos convertimos en más personas, sobre todo cuando entre reina en buen ambiente.

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