03-06-10

03/06/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)
Me levanto entre las tinieblas de mi conciencia pues hay algo que no para de darme vueltas, mi continua despreocupación por acumular mierda. Ropa y más ropa, por su olor diría que aún le queda un tiento; calcetines, calzoncillos con estos dos últimos optaremos por la más completa ignorancia y asumir su suciedad como algo propio de ellos; zapatillas, chanclas, bermudas conviven importando a partes iguales valor y paciencia. Los muebles vuelven a estár condenados por el polvo, remedio efímero aquel multisuperficies con el nombre de “CENTELLA”, la mesa donde escribo muestra un reguero de partículas, podría ser arena, podría ser. Sobre la jarra repleta de agua un mosquito muerto, ahogado me muestra ese digno color rojo, puto cabrón seguro que llevas mi sangre, la chupaste y caíste victima de tu puto instinto irracional. La maldición del sonámbulo te tiene ahí sin vida. ¿Acaso no lo sabes? llevar mi sangre supone una lenta agonía, dentro de tu puto cuerpo, bajo tu asqueroso metabolismo recorre algo que se supone es del sonámbulo ibicenco. El calvario en porciones mínimas se traslada a ti horrible insecto, por eso estás ahí muerto. La leyenda dice que el sonámbulo ibicenco se deja llevar por su aliento entre la multitud, se deja caer pues sus pasos no tienen vida, se levanta en una verticalidad casi extrema, una constante lucha entre el ánimo y la fatiga que le mantiene sólo, haciendo frente al destino que tiene en mente, ¡¡¡SOBREVIVIR EN LA PUTA ISLA DE MIERDA!!! y para eso hay que ser fuerte. Y tú no lo eres mosquito, convivir con la negatividad que transporta mi sangre sólo es para hombres y que eso no te afecte supone darle la espalda al miedo, a los disgustos y a todos los sin sabores que supone la vida, haciendolos tuyos, rodeandolos, abrazandolos, diciendoles: “venid aquí pues con vosotros haré mi crítica, sacaré punta a las cosas, atraeré al maligno, comerá conmigo y haré despertar todo lo bueno, lo justo e injusto, lo cortés y lo mundano, lo desagrable y lo que aprecio” para darle la vuelta, para justificar mis miedos, para ser una honrosa victima del sonambulismo ibicenco. Pero tú has muerto como simple insecto, la responsabilidad que llevabas en tu sangre te ha conducido al reguero de la perdición, el castillo que són tus sueños se tornarón en pesadillas a las que no hiciste frente, caído, apagado, así te encuentras ahora por no soportar el calvario que llevo dentro.
Me acerco a la cocina y continúa sucia, restos de antaño comida ahora casi excrementos, también la limpieza sufre su ausencia entre los rincones de la más cruel de las desdichas. No escucho mis lamentos, pues si algo tengo claro es mi afán por el trabajo cuando llega el momento, cuando el remedio es el único castigo a tanta y tanta indiferencia. Los suelos son suelos porque piso en ellos con unas zapatillas cargadas de pelusa y remordimientos, indolente, apático pero también cargado de esa responsabilidad que llama a tu puerta cuando la necesidad maltrata cada instante. No hay juramentos, sólo la convicción de alejar toda aquella mierda que rodea nuestras vidas y tanto en la cocina como en el baño hay mucha, quizás demasiada, toda junta y apretada como un dulce castigo a la negligencia de alguien que considera cualquier habitación alejada de lo que entiende su casa.
Pero que es tu casa, que entiendes por esas cuatro paredes, ¿algo con vida?, si es así esto ya es una casa. Pues la mierda tiene vida, te hace despertar de la indolencia, de la cruel ineptitud que te envuelve por momentos para sacar de no se sabe donde ese orgullo que creías perdido y es entonces cuando vuelves a la vida, tú corazón late con fuerza con la llegada de ese valor hasta entonces escondido.
Pero la palabrería es facil y lo que importan son los hechos, agarrar el cepillo y limpiar los suelos, la fregona para cubrirlos cargados con lejía, con Don Limpio o con cualquier desinfectante que no deje rastro de ese quebranto que de vez en cuando reaparece en nuestras vidas. Los fuegos repletos de grasa, le pasas el estropajo y por arte de magia adquiere una vida basada en un metal reluciente, un efímero engaño pues dentro de nada, el tiempo de un guiso, de una fritura e incluso de cualquier locura todo volverá a las andadas. Pero no es nada malo pues todo es una mentira piadosa, cuando fregamos es porque ensuciamos, todo es cíclico ¿Quién empezó primero?, no lo se, creo que la mierda está siempre patente por eso la limpiamos. El huevo o la gallina, nuestra mierda o los continuos remordimientos.
Paso al cuarto de baño y todo me parece grotesco, sólo pelos. Mi ADN tirado por los suelos, si vinieran científicos podrían crear una civilización basada en mis creencias, en mis manías e incluso en mis lindezas. Pero quien quiere una civilización como esa. Sería una continuo amasijo de revoluciones y contrarrevoluciones, tiempos revueltos para no encontrar el engaño de una vida sencilla y sin complicaciones. El dolor, la alegría, el amor, el desengaño … todo estaría presente en una congregación con un único objetivo no joderse unos a otros, sólo joderse a sí mismos. ¿Hasta donde llegaríamos?, hasta donde nuestros impulsos te dejen sin sentido. El vive y deja vivir consentido.
Mientras limpio el baño me doy cuenta de todo lo que es capaz de expulsar el hombre, todo un estercolero de mierda. Pelos, piel, sudor, gotas de sangre y pelos más pelos de todas partes del cuerpo. Yo lo limpio a conciencia, lo atraigo al recogedor acumulandolos como reos sin sentimientos; no hay gritos pues asumen su pena, así es la mierda, reconoce su equivocación como yo esa dejadez que me atrae por momentos. Mi propia guerra y mi sufrimiento, todo conlleva una penitencia que hay que hacer frente y más vale tarde que nunca.
Escucho Tom Waits mientras alardeo de mi victoria, “Singapore” se convierte en todo un himno hacia la inevitable reacción de un sonambulo a ratos ibicenco a ratos carabanchelero. No me escondo en el frío sabor de los lamentos, acepto mi error pues así es mi forma de ser, la dejadez extrema no tiene porqué ser un problema, esa adicción a dejar pasar hasta que todo se convierte en extremo es afrontable, pues llega un momento que el muerto deja de estarlo y el sonámbulo despierta de sus adentros. Por eso el baño parece nuevo, la cocina recobra el sabor de la nueva vida, la habitación huele a una envidiable limpieza que conquista los rincones de mi ánimo y la sensación del trabajo bien hecho.
Me acerco a CajaMadrid, pagar el alquiler e ingresar algo dinero a esa dolorosa cuenta ahorro vivienda es ahora mi principal ocupación. Deshecho incluso tomarme un café con un compañero de trabajo pues lo primero es lo primero. El casero será un “agarrao”, un cabrón más de origen ibicenco, pero lo suyo es suyo y es de justicia ingresarle lo que le pertenece, esos setecientos cincuenta euros de alquiler mensual. No hay nada mejor que tener a tu conciencia tranquila, dejalá vivir y ella te cuidará mirando continuamente por ti, sólo tienes que alejarla del lado oscuro que corrompe al hombre.
Me paso por La Canela, como no para ver a mi pastelera:
- Dos panecillos de pan integral – me dice sonriendo cuando me ve.
- Si sólo eso, dejamos la porción de tarta para el final del verano – la digo ensimismado por su belleza
- Todo sea por la operación bikini – me contesta sin perder nunca esa sonrisa que a mi me parece tan sincera.

Y entonces me voy y me da las gracias, para acto seguido contestarla “a ti”, pues es su gracia la que me hace acudir a esa pastelería, es su gracia la que me hace hablar con ella, todo por esa gracia que parece vivir junto a ella.
De comida algo de pasta, ensalada y fruta mientras veo “SE LO QUE HICISTEIS …” el único programa de la televisión que me hace reir y olvidarme de todo aquello que ronda mis sueños. Con una Patricia que parece más guapa que de costumbre sin que por ello haya olvidado sus continuas gracias y esa multitud de carantoñas que hace a la cámara para llamar tu atención arrancandote esa sonrisa que en ocasiones tenemos perdida.
De compras por el Eroski, con sus cajeras, sus mismos productos, con ese “buen gusto” que sufe las continuas riñas de una variedad que da muestras de su ausencia. Siempre en nuestras vidas, el mismo jamón york, la misma mortadela, los mismos yogures … en resumidas cuentas los mismos productos, así es el Eroski breve como son las décimas de segundo, así es el Eroski cuanto menos tiempo en nuestras vidas mejor para la humanidad entera, no así sus cajeras que las esperaría con los brazos abiertos, lejos del Eroski, lejos de sus productos que entran en las casas sin dar los buenos días, aprovechando que la puerta está abierta, pues ya forman parte de la familia, juegan con tus hijos, discuten con el vecino, ven el futbol contigo, pues son mas que tus amigos. La confianza todo un pecado en este Eroski que vive de sus cartas, sota caballo y rey.
Una ensalada para cenar y algo de lectura que me haga pasar ese tiempo que subraya ese prolegomeno que da la bienvenida no a los productos del Eroski, sino al sueño. Con “Escritos de un viejo indecente” parece lucir el tiempo, historias de sonrisas, de ocurrencias, como me ocurre a mi ahora con la llegada del sueño, sonrío pues vencí a la locura de la que soy dueño, la mierda ha sido vencida momentáneamente hasta el próximo impulso de dejadez, hasta donde me lleven mis sueños.

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