22-02-10

22/02/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)
Me levanto y el tiempo vuelve a jugarme una mala pasada, pues las nubes vuelven a ocultar ese tenue sol ibicenco que nos alegraba estas últimas mañanas. Desde luego dónde esté el tiempo de Madrid que se quite este traicionero invierno ibicenco. El tiempo madrileño no engaña a nadie, cierto es que puede ser un cabrón, pero va de cara; en invierno nos ofrece un frío de la oxtia que se mete en los huesos y te jode cosa fina, mientras el verano puede llegar a ser tan caluroso e insoportable que es mejor quedarte en casa a ciertas horas. Sin embargo, el tiempo ibicenco te ataca por la espalda, pues un día puedes tener un hermoso sol y al siguiente una lluvia constante acompañada por un fuerte aire que ataca tu confiado estado de ánimo. Todo ello sucede mientras la humedad, como si de un kamikaze se tratase, ataca impunemente todas tus defensas, sin mostrar un mínimo de piedad. Decido escuchar “Bacative” de Tricky no sin antes faltar a mi cita con el Sr. Roca, ese truño mañanero, merece caer en buenas manos. Nuevo día para alegrar la vista con una nueva visita a “La Canela”, quizás algún día me atienda esa pastelera tan bonita, que inconscientemente provoca que mis ojos sigan sus pasos, su andar y esa sonrisa de la que hasta ahora sólo he sido testigo a través de terceras personas. El dulce azar ha sido traicionero conmigo, aunque quizás llegue un momento que mis palabras no huyan involuntariamente de mi boca en forma de balbuceos, de sonidos incompresibles y entonces sólo entonces mi mundo interior dejará de chocar con la cruda realidad que supone el día a día, que suponen las decepciones, las falsas expectativas y el largo caminar en esta puta isla que parece disfrutar jodiendo a algunos más que otros. Algo irreprochable, no exclusivo de este puto islote, que demostrando una falta de talento digna del mayor de los reproches, opta por copiar ese escenario de hipocresía que respiramos constantemente y te llega a asfixiar sin escapatoria alguna. DESAYUNO.- Porción de tarta de queso acompañado por NESCAFÉ Clásico. Sesión de pesas sin la agradable compañía de esa Jessica Alba ibicenca que sentada en la recepción nos alegra la entrada con su agradable saludo y su más que provocativa sonrisa. Qué diferencia, pienso, al contemplar ese “armario empotrao”, to arrugao, que lo único que hace es tirar y tirar peso con la ayuda de unos sonidos que parecen imitar a los animales en celo de la espesa jungla ibicenca. Posiblemente este animal salvaje se comunique así con los demás animales de su especie, seguramente será su forma de saludar, no tengo por qué dudarlo, sin embargo después de haber recorrido más de la mitad de la isla todavía no he conseguido comprender tal lenguaje, razón de más para no prestarle la más mínima atención cuando en alguno de los contados días me hace gestos inequívocos de un posible saludo.
- Cuando tú quieras te voy a saludar, no te jode. No tengo otra cosa que hacer – pienso, en voz baja no sea que despierte a la fiera que lleva dentro.
Tras esa aceptable sesión de pseudopesas, un buen baño en estos impecables vestuarios resulta de lo más placentero, quizás el único inconveniente sea la hora, muy tarde, un horario que parece ser hace mella en un sufrido estómago que sufre sus primeras secuelas en forma de alien ibicenco. COMIDA.- Pasta con fritura condimentado con un tomate “made in propio”. Limpieza de cocina y fuegos mientras escucho un dj shah muy concentrado en su colección de chillout, al igual que yo lo estoy en una limpieza cada vez más efímera y desesperante y que me impongo como requisito previo antes de bajar al Eroski. Un paseo por las estanterías de carne, para decantarme por unas albondigas en oferta, que acompañarán a unos humildes macarrones. Gelatina y tortitas de maiz me parece más que suficiente para una visita a mis habituales cajeras, ya de vuelta en una anhelada espera, que a mi se me a hecho larga, y que supongo que a ellas … todo lo contrario. El tiempo es algo relativo, no se quien lo decía, pero tenía más razón que un santo. Sin ir más lejos este jodido invierno ibicenco, que tanto me está tocando los cojones, me está pareciendo más largo que un día sin pan. Aperitivo con los compañeros de curro en “La Mariana”, integración ibicenca lo llamo yo, tomando unos vinos, o en mi caso un zumo de melocotón, una amena charla, unas risas y montón de chistes; el buen rollo ibicenco. Una buena costumbre, la de tomar algo a media mañana, o como en esta ocasión a media tarde, y que tiene como principal finalidad la de reactivar la economía ibicenca, los llamados heroes anticrisis, todo un cuerpo funcionarial que se sacrifica sufriendo con su caña y su aperitivo en favor de una ayuda altruista a los comerciantes de esta nuestra “querida isla”. Espero algún día se nos reconozca esta dura labor, aunque sinceramente nunca ha sido nuestra intención, pues nunca nos ha costado gran esfuerzo esta dura labor en pro de la economía y el bienestar ibicenco. Me marcho al cine para ver una película de lo más insulsa, “SAN VALENTÍN …” o algo así se llama este esperpento de la ñoñez, cuatro o cinco historias diferentes cada cuál peror, que se entremezclan para crear una mierda que cagaría el propio San Valentín si le dejasen. CENA.- Ensalada y fiambre.

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