18-04-10

18/04/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)
Mientras escucho la Formula 1 a través del radio-despertador me mantengo semi-despierto, en un incompleto estado de letargo soy informado de la cuarta posición de Fernando Alonso, no se cuantas paradas en boxer lleva ya; sin embargo no me levanto para ver la carrera, me mantengo fiel a mi posición horizontal, lejos del frio comedor y del paso previo al cuarto de baño; siempre es necesario pasar por chapa y pintura antes, siempre es necesario pasar al menos una vez por boxer. Finaliza la carrera, y entonces es cuando me levanto, Alonso cuarto y yo como él también termino cuarto, pero en el cuarto de baño, sentado en el retrete, haciendo fuerza para conseguir que victima de la cruel ley de la gravedad caiga flotando sobre el agüilla de la taza del vater un familiar zurullo. Me preparo el desayuno, no me complico. DESAYUNO.- Galletas Digestive, Mikado y café con leche. El sol parece surgir de la nada, buena señal en una primavera más que traicionera. Desde la ventana de mi habitación veo como desde el garaje salen cada vez mejores coches, todoterrenos, deportivos, joder el dinero que tienen estos payeses.
El cuello me duele cantidad, una especie de tortícolis que me impide girar la cabeza a mi derecha. No se si por ideología o por ser victima de una mala postura a la hora de dormir, pero hoy me tocará girar mi vida hacia la izquierda. Espero no acabar mareado. Sin embargo, el sol parece calentar con fuerza y eso me da ánimos, que te den por culo puta tortícolis de mierda.
Suena Tom Waits con “The Return Of Jackie And Judy”, impresionante como consigue mover mi cabeza de arriba abajo simulando a las palomas que hacen guardia en el “Patio de la Muerte”, mi cuerpo también se mueve rítmicamente dentro de mis limitadas posibilidades y como no grito “OIEEEEEEEEEEEEEHHHHH, NANANANA OIEEEEEEEEEEEEHHHH” ese curioso estribillo que domina la canción. Un puto genio Tom Waits, ojalá estuviera Leonor Watling para verme disfrutando de esta esplendida canción. Ibiza siempre estará unido a Tom Waits, ha sido donde he descubierto a este extraordinario músico. Ojalá estuvieras aquí Leonor, estarías orgulloso de mi.
Tras escribir junto al aroma y sabor de un café caliente tomo rumbo al gimnasio, es domingo y encuentro a mi amiga la recepcionista. Tras una mínima sesión de pesas, me acerco al mostrador y hablo con ella. Pero antes la observo como se arregla el pelo. Le gusta hacerse una coleta y a mi me gusta verla como se mira al espejo, como acaricia su pelo, liso y castaño lo toma en sus manos y hace con él un manojo para terminar en una bonita coleta. Hablo con ella del tiempo, de calas, de la primavera … una manera de iniciar una conversación, una manera de hablar con ella. Hay una fiesta en el Blue Marlin en Cala Jondal, va gente del gimnasio, va ella. Pero me cuesta integrarme en la sociedad ibicenca. Y más con la gente del gimnasio, mucho BMW, mucha ropa cara, sólo para elitistas y seguro que sola no va ella. Llevará de serie un armario empotrado y quizás algún extra más incorporado.
Monto en el “OLO” dirección a casa, el viento es frío en un día soleado. ¿Por qué el sol no hace sus deberes?. Sus rayos son débiles y no calientan. Tras llegar a casa me preparo una ensalada de pasta mientras de vez en cuando hecho un ojo a la carrera de formula 1 que en diferido retransmite La Sexta.
Me hecho a la siesta pero antes leo un día mas de Charles Bukowski en “El Capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco”. Un minuto más y escribo en el portátil el día de hoy, tumbado lo acerco hacia mí con cuidado de no tirar el bambú de mi habitación que reposa sobre la mesa muy cerca del cable.
Quizás me esté volviendo algo sensible o realmente ya lo era. No lo se. Si lo era antes o lo soy ahora no es la cuestión. La realidad es que con los años me estoy volviendo más sensible. Con las plantas por ejemplo, veo el bambú sobre la mesa y cuando traigo hacia mi el portátil para escribir tumbado sobre la cama, procuro tener cuidado para que el cable no de contra esa maceta de cristal sobre la que vive este nueva planta que puebla el majestuoso paisaje de mi habitación, repleto de calcetines, calzoncillos y migas de pan con galletas. Si, soy sensible, no me gusta ver secarse las plantas, como mis ojos lo ven mi corazón se resiente, todo en uno. Con los animales no soy tan justo, pues los putos mosquitos me joden cantidad. ¿Por qué nos chupan la sangre? para luego tener esa marca en forma de grano, el cuerpo lleno de picaduras de mosquito, me parecen unos cabronazos. Soy implacable con los mosquitos. Con los insectos sobre todo mi justicia es más arbitraria.
La humanidad cada vez escapa más de mi sensibilidad. Llego a la conclusión que somos la única especie que no sabe vivir en comunidad. Peor que animales. ¿Por qué los llaman animales cuando ellos son capaces de convivir respetando unas reglas?. Ni siquiera las escriben, las aprenden desde la infancia. No así nosotros que dejamos morir de hambre a miembros de nuestra especie. Jamás harían eso los animales. Cada vez estamos más alejados de lo que representa la definición de comunidad. Sólo en aquellas tribus del Amazonas podría extraerse la verdadera esencia, miran los unos por los otros, pues todavía no han sido infectados por una civilización que da asco.
Me levanto con la imagen de mi desordenada habitación, escucho “Alice” de Tom Waits mientras bebo un Aquarius de naranja, espero tener fuerzas para una rápida operación limpieza. No tiene porque ser completa pues son trece días seguidos los que tengo que trabajar. Algunos de ellos con gente aburrida, gente que no conozco. Pero así es el trabajo. El trabajo es trabajo. Gran frase que lo dice todo. El propio trabajo se autodefine así mismo. Lleno de vanidad es capaz de adueñarse de las peores cosas. Por eso no me gusta trabajar. Por eso necesitamos el trabajo. Nos hace vivir alejado de lo que queremos, nos muestra la vida como lo que es. Ahora arriba ahora abajo, un buen momento plagado de otros menos importantes, que incluso mejor olvidar. Quizás por eso queremos aprovechar los buenos momentos, estar sentados sobre ellos para que no escapen; pero estos huyen rápidamente, aún más rápido que cualquier otra cosa que hayamos visto.
El sol parece huir, está cansado de los ibicencos y toma las de Villadiego, cuanto antes mejor pensará. Arriba enfrente sobre la azotea un crío observa las vistas ibicencas, parece ser no hay mucho que ver, pues no permanece ni cinco minutos quieto. Como ha venido se va. Ni siquiera ha reparado en echar gapos abajo y si lo ha hecho poco tiempo ha durado. Yo me he entretenido con eso. No ahora, aunque de vez en cuando nunca viene mal echar un gapo, como baja hacia abajo para caer … no se donde caerá, mejor en el suelo que en las cabezas de los ibicencos. Pero no se donde está la azotea esa, cada vez los portales son más y más raros.
Comienza la operación limpieza, no sin antes poner la lavadora; primero separo lo blanco de lo negro, de nuevo una cruel discriminación incluso en la ropa, después el detergente con el suavizante, cierro la tapa de la lavadora y activo el ON. Todo parece funcionar, mis progresos domésticos llegan a asombrarme por momentos. Limpieza de fuegos y cacharros del fregadero. Recojo los platos del comedor, ni una hora a pasado desde que comí y ya hay dos e incluso tres mosquitos revoloteando. Todo al lavavajillas, que ya con su pastilla incorporada, lava y frega mejor que cualquier ser humano. Yo desde luego le cedo el testigo muy gustosamente. Barro los suelos, lastima no haya una máquina para hacerlo. La roña se resiste a ser barrida, está fuertemente pegada a las baldosas, sin embargo con tres pasadas parece ceder amistosamente. Cubo y fregona es lo que ahora toca, en media hora todo dispuesto. Momento que aprovecho para tomarme un cafelito por ese trabajo tan bien hecho. Empiezo a encontrarle el gusto a eso de vivir solo, la sensación de libertad, de hacer lo que quiera, de no estar atado a nada ni a nadie, en ocasiones llega a ser gratificante. Si quiero dormir, pues duermo una siesta ¿por qué salir a ver calas?; qué es lo que realmente tengo ganas de hacer, dormir. Pues duermo. Tengo ganas de cenar pues ceno. De ir al cine, pues voy. Le voy cogiendo el gustillo a vivir solo. CENA.- Filete de ternera con patatas y una ensalada. Mientras ceno escucho el R.Madrid – Valencia por la radio. Me da igual el resultado, para mi el R.Madrid de este año ha hecho el más completo de los ridículos. Si gana la liga, al menos ese día saldría a la calle sin escuchar las miles de bocinas y claxon de los numerosos coches que como sus dueños se alegran de las victorias del Barcelona. Recojo la cocina y me lavo la boca. Todavía tengo entre los dientes trozos de comida, impregnados entre diente y diente, parece que tengan pensamiento de estar ahí toda la vida. Yo muevo el cepillo de arriba abajo pero no consigo dar con ellos; mi lengua consigue palpar uno de esos trozos de lo que parece ser algo de carne, entre las muelas se ha hecho fuerte y nada ni nadie consigue arrebatarle ese pedazo de diente. No tengo palillos y mi dedo no consigue extraer ese pedazo de comida sobrante, ahora parece haber subido hasta la encía para construir una especie de trinchera. Lo dejare ahí toda la noche, pero espero no se haga ilusiones pues mañana están abiertos los comercios y podré agenciarme unos palillos. No soy muy amante del hilo dental, sin embargo en ocasiones es muy conveniente. A simple vista no se ve pero por lo que noto los restos de comida acumulados sobre las encías son abundantes y cada día que pase se harán más fuertes.
Escucho Tom Waits mientras escribo en un día que ha pasado como otro cualquiera, con la sensación de haber visto poco y hecho menos. Pero si algo aprendo es a hacer mínimas las obligaciones y disfrutar del no hacer nada. Me gustaría que en ocasiones el tiempo fuera más condescendiente, caminara más despacio en los buenos momentos y corriera a gran velocidad en lo malos. Pero mi asignatura pendiente es disfrutar del viento a favor. Tranquilo si algo hay es tiempo para todo.

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