12-04-10

12/04/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)
Escribo el diario, es de noche, la luz de la lampara enfoca sobre mi ojos, la cabrona casi me deja ciego. No tendra donde enfocar la muy hija de puta. Escucho Tom Waits, suena “Step right up”, es mi fiel compañero. Cuando recuerde Ibiza a mi cabeza vendrá Tom Waits, aunque preferiría que fuese Leonor Watling. Pero cada uno tiene lo que tiene y hay que joderse. Al menos tengo música para escribir. Tom Waits me canta sus temas y yo escribo mis rayadas. Eso es el diario. A quien le importa que me levante a las 11:00, tras casi una hora y media sonando el despertador sin descanso. A quien le importa que haya estado cagando sin descanso casi media hora. Ahí expulsando, ese ha sido mi trabajo. Expulsar y expulsar mierda.
Mientras miraba el reloj, andaba ya algo cansado con tanta mierda a mis espaldas. Tiro de la cadena, aunque parezca mentira con una vez basta. Todo limpio sin necesidad de pasar la escobilla por la taza del vater, admiro el mecanismo de mi retrete, pues funciona a la maravilla. Mejor que yo a primera hora de la mañana. A donde coño irá tanta mierda suelta, ¿a la ciudad de la mierda?. No se, toda esa mierda suelta y cada día más es un autentico peligro. Pues yo cada vez cago más mierda. Será porque no paro de cagarme en todo lo ibicenco. Tanto cagar, tanto cagar literalmente hablando y al final las palabras se vuelven hechos. El caso es que no paro cagar. Mierdas de distintos colores, más o menos sólidas, pero mierdas al fin y al cabo.
Suena “Jiterbug boy” la voz de Tom Waits es cada vez más bronca, me recuerda a mi por las mañanas, carraspeando, a duras penas respirando por unos polipos faltos de medicación. Como todas las mañanas el tiempo me hace suyo, me carcome dejandome indefenso sin apenas un momento para tomarme un respiro. Vaya donde vaya se me hace tarde, jodidas son las mañanas. Si no más que las tardes pues no son más largas. Levantarme pronto, una utopía. ¿Cuando abro los ojos cada día que excusa me pongo para seguir durmiendo?, no lo se pero sigo durmiendo. Hay vida antes de las diez de la mañana, pero ¿como será?. Cómo serán los ibicencos que habitan el suelo isleño a las nueve de la mañana. Es algo que me pregunto. A lo mejor no hay ibicencos a esas horas, hay hibrídos mitad humanos. ¿Qué podrá haber a esas horas?. A lo mejor nada bueno. ¿Quién se levantará a esas horas? Un día de estos debería descubrirlo.
Sigo escribiendo tumbado en la cama, recordando las mañanas, mientras no se como ir a la playa, como no espabile me como la mierda. Hoy hacía un buen día, de dos a cinco hubiera sido perfecto y qué cojones he hecho. El gilipollas. Otro desfase organizativo. Mi propia organización es un fracaso. He ido al Eroski, he visto a una de las cajeras, estaba como asolanada, no decía nada. Eso de trabajar por las mañanas … Le tenía que haber dicho por qué estaba trabajando por la mañana cuando ella trabaja por la tarde, pero yo también estaba asolanado y en un completo estado de sonambulismo. El sonambulo y la asolanada, que buena pareja. Cuando nos hemos juntado la fila ha empezado a aumentar, de una persona a pasado a seis, siete y hasta ocho esperando. El sonambulo iba despacio en un estado de magnetismo casi idílico diría yo, así tras cuatro minutos de busqueda incesante por fin mis queridos reflejos han aparecido y con ello una rutina que parecía olvidada. Una lata de verdura y a la bolsa, carne picada a la bolsa, cartón de leche a la bolsa y así sucesivamente.
- ¿Tarjeta Travel? – por fin me habla, ella también responde a su instinto reflejo, ha reaccionado. Qué duro es trabajar por las mañanas. Recoge el dinero, me da el cambio y me dice adios. Ojalá se despertara pero es duro trabajar por las mañanas. Así me sonreiría con su inocente carantoña y entonces se le subirían sus graciosos carrillos, sus graciosas mejillas. Pero sólo sucede por la tarde. Y yo no puedo decirla que la pasa, pues ya salgo por la puerta sin saber donde voy, espero que a casa.
La puta lampara sigue atizandome en los ojos, me ciega la muy cabrona; siempre hay algún inconveniente nada es perfecto. Estoy cansado pues escribo tumbado, pero ahí está la puta luz de la lampara tocandome los cojones. Parece que siempre me estoy quejando. Puede que tenga esa virtud. Cuando no me he quejado desde que estoy en la puta isla de mierda. Así de pronto recuerdo cuando ví “Up in the Air” no me quejé salí satisfecho. También cuando ví Mandela de Clint Eastwood. El primer mojito que tomé no me pareció que tuviera tanto hielo. Ahora me parece una exageración tanto hielo, sin embargo sigo yendo, me mola esa camarera tan sonriente. La camarera de eterna sonrisa. Cuando he visto alguna cala, no me he quejado por su mal estado. Los pasteles de “La Canela” o más bien la pastelera. Lo mismo da pues no me quejo de ella. Los vestuarios del gimnasio con la tia buena de recepción, tampoco me he quejado. Claro que si me quejo con esa tía apaga y vámonos. No se alguna cosa más habrá pero no voy a estar ahí pensando por pensar, cojones. Y la luz de la lampara dale que te dale, tiene cojones la cosa. No tendrá donde enfocar.
Hoy también he estado en “La Mariana”, de la Mariana también me quejo, sobretodo porque tienen la manía de no darme tapa nunca. Eso sí cuando quedo con el compañero del curro a él si le ponen. Llego yo antes y pida lo que pida a mi mierda puta. Eso si llega él y traen dos aperitivos. Porque llega él claro está. Yo ni cato lo que traen, la guerra por mi cuenta, eso es para ti le digo, pues si no llegas a venir a mi no me traen nada. A mi me suda los cojones, por eso cuando lo traen y lo dejan sobre la mesa se lo acerco a él. Una filosofía un poco rara la mía, pero cada uno es como es, que le vamos a hacer. Para mi que La Mariana o como se llame la tia que nos sirve se ha “coscao” del tema por eso me mira así como un poco con desprecio, pero a mi me sigue sudando la polla. Que te den por culo, no te jodes. Y la tia parece muy sanota, por lo menos buen culo tiene, y debería o parecía ser simpática. Pero a mi me sigue sudando la polla La Mariana esta o como se llame.
Después de La Mariana hemos acompañado a un compañero de curro al aeropuerto rumbo a su Galicia natal, así son los Gallegos ni un respiro dan a la isla. En cuanto pueden a su tierra. Yo he tenido tentaciones de esconderme en la maleta pues su vuelo hacia escala en Madrid, pero al final no se por qué sigo aquí en la puta isla, escribiendo bajo la puta lámpara esta. Quien me mandaría comprar esas bombillas con tantos vatios. No paran de deslumbrarme. Suena “Martha” de Tom Waits.
De comida tenía unos Ñoquis con carne picada, rápido y facil de hacer. Y ya de paso me paso he cocido arroz y pasta, antesala de una jornada de trabajo. Para terminar café con hielo, con el vaso unos minutos antes en el congelador. Y para terminar la enésima limpieza de fuegos.
Si algo me jode en el día de hoy es no haber podido ir a la playa, pero si no valgo para organizarme y acabar con este constante estado de sonambulismo difícilmente podré organizarme para disfrutar estas tres míseras horas de playa que el sol ibicenco nos ha obsequiado hoy. Gracias sol ibicenco, como dice nuestro querido Rosendo, “Prometo estarte agradecido”.
Sin embargo mi fe en el verano es todavía inquebrantable, por lo que me acerco a una tienda de “La Sirena” en busca de unos bermudas Tommy Hilfinger a los que ya tenía echados el ojo. Por la calle de nuevo el aire frío despierta mis polipos, como autenticos tocapelotas se hinchan dejando mis narices como las de un sufrido boxeador. De camino a casa entro en una nueva tienda ibicenca, para comprar una camisa de manga larga, tengo fe en el verano pero no soy tan gilipollas, todavía queda un duro camino por recorrer.
La caída del sol cada vez es más fría en los corazones ibicencos como lo es el continuo viento que choca una y otra vez contra todo lo que le rodea. A estas horas me invade una permanente sensación de aturdimiento, no es el bajón característico pero se asemeja. Regreso a casa, con la impresión de que la isla no quiere verme por sus calles a ciertas horas del día.
La luz de la lámpara sigue cegandome pero no será por mucho tiempo, pues debo dormir, mañana hay que currar, tenemos que callar bocas, acabar con la mala prensa, con todos aquellos malintencionados rumores que continuamente señalan a los funcionarios como una especie de vagos que chupan y chupan sin descanso del Estado. Qué haría el mundo sin funcionarios. ¿Desaparecería?, no creo. Sin embargo porque siempre se acuerdan de nosotros cuando les va mal a ellos. Somos los chivos expiatorios, los cabezas de turco. Al menos esa sensación tengo.

0 comentarios:

Publicar un comentario