IX

REFLEXIONES DESDE LA CLANDESTINIDAD
(Desde la "Puta Isla de Mierda", a veces, hasta los huevos de ella)

Me acerco a pagar el alquiler, día 6 de septiembre, ideal pues hay que acostumbrar al cabrón del casero que no siempre se le va a pagar a primeros. Todo un prosaico y revolucionario slogan con el que no me importaría adornar la puerta de casa, lastima que la risa vaya por barrios, y una de las partes contratantes como diría Groucho Marx, no le siente muy bien esta clase de octavillas reivindicativas. De camino me fijo en un escaparate con ropa de marca destinada a niños, el elitismo infantil, pues ya desde pequeños diferenciamos al guapo del feo, al que viste como un niño y al que lo hace como así lo quieren sus padres, es decir, de insensato ibicenco.
Esclavos de la mezquindad y de lo horrendo, pobres niños, pobres inconscientes que sufren ya desde pequeños una disgregación basada en el diseño y heredada por unos padres carentes de modelo y acomplejados de si mismos.

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