24-03-10

24/03/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)
En “La Canela” una nueva sorpresa, una rifa en forma de pastelera y mis ojos son testigos:
- Como estás guapa, que te parece este chico es mi sobrino. Fijate a que es alto. ¿No te gusta? – le comenta una ibicenca a esa pastelera

Pillo el “OLO” y me voy a La Sirena, el tiempo comienza a mejorar y con ello las compras playeras; toalla, esterilla y una chanclas “Tommy Hilfinger” rebajadas hasta el 50%. Que responsabilidad ir con unas chanclas tan fashion, habrá que vigilar la longitud de las uñas y sobre todo que no estén muy negras. La roña es incompatible con el estilo ibicenco. Sin embargo deshecho unos calzoncillos CALVIN KLEIN, su color blanco me hecha para atrás, ahora no voy a poder ni tirarme pedos por miedo a su correspondiente sorpresa. Y eso es inadmisible. Vale que tenga que realizar tareas de vigilancia sobre las uñas de los pies pero que no pueda tirarme un pedo por miedo a que lo que venga después sea notorio y evidente, resulta hasta denunciable. La ropa de verano es todo menos sencilla, camisetas de multiples colores, cuanto más colores en una tela mejor; el rojo inexplicablemente es capaz de combinar con el verde, rosa, blanco, amarillo y por qué no el azul y el gris pensarán, todo únido con unas letras cada vez mayores, toda una forma de exaltar una marca. Los hombres anuncio, ibicencos con camisetas que los “añorados” payasos de la tele llevarían en sus shows, incluso sortearían entre la muchachada asistente para que posteriormente ascendiera a paño de cocina, una buena tela para quitar los restos de comida, bebida, babas e incluso vomitos si la comida proviniera de esta nuestra querida isla de mierda.
La ropa de la tienda se muestra descolocada en unas estanterías de cristal, made in estilo ibicenco, ovillos de camisas, sudaderas hechas un higo, pantalones con una sola pierna, el arte de doblar se quedó en la peninsula porque no sabía nadar. La tienda no es demasiado grande, sin embargo yo me pierdo, me siento inútil pues no entiendo el estilo ibicenco.
- Perdone la talla 16 corresponde a la M – le digo a una madura dependienta, aturdido por el renovador orden textil ibicenco.
- Estás en la sección de niño, pero mira a ver que alguna camiseta te valdrá – me comenta esa valiosísima y sincera dependienta.

Todo un “halago” eso de que me comparen con un niño de 16 años, sin embargo decido no seguir sus valiosísimas instrucciones, no quiero que la cruda realidad trunque esta segunda infancia que parece ser estoy viviendo.
Sin más, acudo al enésimo running, también denominado entre mis seguidores ibicencos en Facebook, como “trote lounge, lounge cochinero”; a ritmo de LCD SOUNDSYSTEM recorro ese carril bici que bordea el puerto, dentro de un día por fín soleado y con la compañía de una corredora Kalenji y ese Decatlon siempre presente. Su estilo es cansino incluso a mi me parece sorprendente que mi trote cochinero no tenga problemas para superarla:
- Te hace otra vuelta – la digo cuando la veo estirando
- No gracias – se rie, mientras se aplica en los necesarios estiramientos.

Otro día más buscando aparcamiento, el ansiado parking tendrá que esperar, tras llamar a un teléfono fijo, una amable interlocutora me da una noticia tan desagradable como esperada, “todo ocupado”; la zona centrica tiene lo que tiene, encuentras de todo, excepto playa y sitios libres para aparcar; estos se encuentran muy alejados, en una aislada periferia, sin un alma en invierno pero repleta en verano.
Sesión de pesas en un gimnasio todavía vacío, disfruto de estos momentos pues quizás el mes que viene la imagen será muy diferente. Un reconfortante baño, en unos vestuarios vacíos. Agua templada, temperatura adecuada. Todo lo contrario a los baños en esa nuestra querida casa; baños de pasión y sufrimiento, con un agua o siempre fía o siempre caliente, los extremos se juntan y de la mano caminan para joderme ese acto al que estamos obligados la mayoría de los mortales si no queremos que nos llamen “guarros”. Me piro a los “Multicines”, hoy toca “El Valle de Eli” con Denzel Washington a la cabeza, una entretenida película con sorprendente final. No soy un gran amante de las películas apocalipticas, con un actor como principal y único protagonista, pero esta película no está nada mal. CENA.- Ensalada y filete de ternera. Escribo en el portátil, en pro de ese “Diario ibicenco” mientras escucho Terry Callier. Todo un placer para los oídos ese “Hidden Conversations”. Leo “Hijo de Satanas” otra obra más de Charles Bukowski, una recopilación de historias cortas; sin embargo estos cuentos no despiertan en mi el interes que levantaron sus anteriores novelas. Hasta ahora sólo las dos primeras historias me han impresionado. Cierro los ojos pero no mi corazón, pues este lleva ya está cerrado al vacío, con un pestillo que impide que se abra y una cerradura sin llave te conduce al vacío

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