10-03-10

10/03/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)
Los pitidos del reloj-despertador abren mis ojos en un día que significará una nueva despedida a este Madrid asolado por el frio. Madrid no es condescendiente con sus paisanos, no cuida a sus clientes, actúa como los grandes almacenes huyen del ambiente y el trato familiar a costa de irrechazables ofertas. El piano de “Come away with me” de Norah Jones produce en mí cierto estado de melancolía que intento paliar rebuscando en mis recuerdos, dentro de una habitación plagada de ellos. Como si de trofeos se tratasen encuentro un buen libro que leí hace tiempo, “Los girasoles ciegos”, junto a él en una estantería poblada por dvds de los Hermanos Marx, doy con mi preferido “Una noche en la ópera”, jamas el humor tendrá fecha de caducidad. Será imperecedero como lo es esa Play Station. La Play y hacer el vago son el mejor invento, y lo mejor de todo, son compatibles al cien por cien; jamás el tiempo pasó tan tontamente como jugando a la consola, el no hacer nada hecho arte. Las Mitzuno, unas zapatillas que esperan volver a correr, pero no a traves de las frías calles madrileñas. No merecemos tal castigo, ni yo ni ellas. Una nueva mirada y encuentro las pelis de Star Wars, todo un toque de atención al friki que llevo dentro, los comic de Batman y un ordenador siempre atento, continuamente encendido; sin un día de descanso, trabaja por mí y por toda la humanidad en misión de descarga, la serie “THE CLOSER” su último objetivo. Espero no capitanee una posible rebelión de las máquinas, motivos tiene, pues no se han respetado sus periodos de descanso. Una estantería comandada por PEARL JAM, provoca en mi una inevitable caída al pasado, con esos noventa bañados en minis de cerveza y calimocho, un botellón y una charla, otro botellón más para variar y muy, muy de vez en cuando, mi añorada música grunge. Los ’90 ya no volverán, por tanto ya no “serán un pretexto para el presente” como diría Bukowski. La música grunge dejó de sonar; duró muy poco, de ella sólo nos queda la secreta devoción de ALICE IN CHAINS, el dulce recuerdo por NIRVANA, unos PEARL JAM con sus mejores discos, y esos, por aquel entonces, inspirados SMASHING PUMPKINS… pero también otros grupos y otros botellones, otros 2x1, otras fiestas del PCE, alguna que otra “castaña”, algunas risas y como no algunos botellones más. Si Faemino y Cansado iniciarion la “movida madrileña” o eso mismo dicen ellos en sus shows, algo aportamos nosotros al botellón creo yo. Entre el olor a meada en noches de conversaciones ebrias con toques ácidos, como protagonistas secundarios en una atmosfera espesa en la que primaba una ausencia de justificación entre trago y trago, o dentro de una especie cada vez más deteriorada de la que no sabíamos si perteneciamos o simplemente eramos miembros de una fantasía, pues entre nosotros no teníamos nada en común, si acaso un mini en la mano y un fúturo más que predecible. ¿Eso fueron los ’90?. No lo sé, quizás todas las decadas sean iguales, quizás como diría Bukowski sólo nos limitemos a una infinidad de bocas y culos comiendo y cagando. Y jodiendo. Quizás todo sea más simple, y sólo sigamos un camino como las moscas acuden a la luz para posteriormente morir quemadas, sin percatarnos de nuestro error por falta de memoria histórica. No lo sé ni es mi misión averiguarlo, me encantaron los ’90 y me la pela cualquier error cometido. No soy perfecto ni quiero serlo, me suda los cojones el Cristiano Ronaldo y el “Just do it” de NIKE, lo haré si me sale de los cojones, y si no quiero no lo hago y ahora os jodeis puta multinacional de mierda. Que es eso de que el puto Cristiano Ronaldo tenga objetivos mayores que el de la mayoría de los mortales como exponeis en vuestros putos anuncios de mierda, acaso sabeis lo que cuesta a la gente de a pie llegar a fin de mes en esta época de crisis. Soplapollas, que sois unos soplapollas. ¡¡¡No teneis ni puta idea!!!. Tendríais que quebrar para meteros vuestros JUST DO IT por el puto culo.

Me encamino al servicio con la parsimonia de un reo y el ánimo de un boxeador, el pelo corto tiene sus ventajas, entre ellas no perder nada de tiempo en peinarte, sin embargo la caraja mañanera es harina de otro costal, impenetrable como casi siempre, con un contestatario escudo influenciado por el más absoluto desanimo. Escucho “I love you” de Daniel Lanois mientras frente a mi una maleta no hace más que observarme, cargada de ropa, de libros, de una vida quizás no tan diferente como me gustaría, es victima del triste peregrinar y de un corazón que aún se resiente a las despedidas. No me queda nada y aún así voy a ningún sitio.
Sin embargo no me gustan las despedidas, huyo de todo incluso de las despedidas. Quizás Pedro Juan Gutierrez tenía razón cuando en su novela “Trilogía sucia de La Habana” cuando dijo que “es difícil desprenderse de todo lo que se ha amado”. Sin embargo la vida es avanzar, una vez pisando mierda, otras entre brozas y espinas, asfaltando tu camino, cayendo en la rutina, escapando de ninguna parte, siendo un animal sediento que busca en un desierto sin oasis, el no se sabe que. Eso es la vida “el ir”, “el hacer” siempre con la utopía de ser felíz.
Y eso es lo que pensó el puto destino cuando quiso que me marchara del “Madrid de los cojones”, de este Madrid que asfixia, de ese Metro en hora punta con vagones llenos, de esos precios cada vez más caros, de ese calor insoportable y ese frío que te jode los huesos, de esas distancias demasiado largas y esas obras que también se alargan. Sin embargo el muy cabrón deja huella, así es Madrid si puede te quita porque darte no da nada. Pues como los grandes nada te debe, sólo tu le debes el recuerdo de un Madrid más fuerte que tu, capaz de enterrarte en sus calles repletas de contaminación, sabor y aspereza, con miles de extraños individuos que vagan por esas aceras nunca desiertas, cada uno con su vida, cada uno a su manera; y eso forma parte de su encanto, esa independencia, ese ir a tu puta bola pero encarnado en miles y miles de de personas, cada uno de su padre y de su madre y como tú, más raros que un perro verde. Nunca la “TEORÍA DEL LIBRE ALBEDRÍO” caló tan hondo como con nosotros, extraños desconocidos en una ciudad cada vez más impersonal.
Una última mirada al vacío y me dirijo al Metro, en una vida dedicada exclusivamente al presente, ¿pues qué es el fúturo sino una idea que te arranca a pedazos tu presente? No existe el futuro sólo existen infinitas posibilidades y es posible que entre todas ellas, una sea la de perder el puto vuelo que me lleve a esa isla de la que tanto escribo. Por tanto, me doy prisa y recojo una habitación que forma parte del último reducto de mi pasado, un pasado que me raya pero también me alienta, con momentos de desanimo, pero también con risas. Y aunque en ocasiones me deprima siempre acudo a él en épocas de bajón. La melancolía no siempre es una buena pasajera, pero a veces la compañía de tus recuerdos no te convierte en menos hombre.

Salgo a la calle, miro al cielo y encuentro un acogedor sol sobre unas insignificantes nubes, Madrid me despide con buen tiempo, esa es su despedida. Que grande es Madrid y que cabrón al mismo tiempo. Dirección al aeropuerto, pasando antes por un necesario intermediario como es el Metro. Entro en un vagón abarrotado de cada vez más y más gente, con esa línea 6 que te agarra como si de un pedazo de vida se tratase. Sentado, fijo mi atención en una ávida lectora y como pasa las hojas de su libro con un encanto peculiar, en sus gafas el reflejo de un gesto inequívoco, en sus manos la última obra de Arturo Perez Reverte, “El Asedio”, a la que muestra una admirable atención, sin miedo a equivocarse en su parada.
A unos metros un gentleman, el “Armani” de la línea 6, la circular está de enhorabuena cuando se quita la americana. Ojos planos como su encefalograma, mirada perdida, se cambia de sitio con andares chulescos; se vuelve a poner la americana, el arte hecho toreo, capota al aire y vuelta al ruedo, pero decide volver a sentarse no sin antes quitarse de nuevo esa indecisa chaqueta. Otra vez se levanta y se arregla su corbata, no sin antes quitarse su americana, chaqueta al hombro y paseíllo, lastima la poca participación del tendido, pero que vamos a saber nosotros si no llevamos chaqueta. Se vuelve a poner la americana, se sienta, mirada al cristal del vagón, la mierda del mismo le impide ver su careto, se levanta, se quita la chaqueta, se la vuelve a poner, otra mirada a su otro yo, la nada frente así pero esta más chulesca si cabe y con igual vocación. Podría cambiar el mundo, podría ser nuestro lider espiritual, pero el se limita a jugar con su chaqueta, otro talento desaprovechado, pobre especie la humana, pero yo que voy a saber si no llevo chaqueta.
Sobre los pasillos, una chica entre la multitud, nadie hace caso a sus reclamos, ni siquiera la prestan atención, su encuesta solidaria constituye todo menos una perenne alianza. Cientos de almas recorren los pasillos poseídos, victimas de los nervios, las prisas y un sofoco más que contagioso, sin embargo ella no parece caer en la cuenta y sigue preguntando sin obtener respuesta; empiezo a dudar cuales son sus criterios de busqueda, máxime cuando doy repetidas vueltas sobre ella y no me presta la más mínima atención. Quizás busque gente con chaqueta, esa americana puesta es todo un reclamo aunque también podría llevarse quitada sobre un traje de etiqueta. Podría buscar al “Armani” del Metro, o encontrar a la familia de los “Vittorio” o era “Luccino”, quizás los “Calvin” de los “Kleín” de toda la vida, o ese “Hugo” que todavía sigue siendo el jefe, tenga la chaqueta puesta o quitada.
La T4 ha sido tomada por las máquinas, nada escapa a su control; el ser humano ha sido cesado de sus funciones, ya no somos validos ni para dar los buenos días. Nuestra incompetencia ha sido descubierta y hemos sido relegados a meros soldados, carne de cañón, que se ocupa de un peaje, convertido en filas de cientos y cientos de desnutridos pasajeros. Cuarto de hora y la fila casi no avanza, suenan los detectores mientras las maletas pierden su preciada intimidad bajo unos escaneres cada vez más precisos. Veinte minutos y sigo de pie en el mismo sitio, en la misma baldosa y en el mismo aeropuerto, quizás las máquinas acaben dominando también este mero trámite, la servidumbre humana está en juego, aunque nunca hemos sido un rival fuerte, como dirían las casas de apuestas, todo un diamante en bruto.

Miro el reloj y como era de preveer me perderé el R. Madrid – Olimpique de Lyon, me gustaría ver el partido sin embargo no tengo buenas sensaciones. Que gane o pierda el R. Madrid no me va a afectar pues yo no voy a ganar ni perder nada, salvo el cachondeíto de los colegas del curro, sin embargo me gusta el futbol y sobre todo la Champions. Sentado en la puerta de embarque termino de leer “Trilogía sucia de la Habana”, 40 minutos de retraso da para mucho; como pasajeros olvidados con un destino incierto, nos cambian la puerta de embarque, una puerta situada al fondo de la terminal, en el rincón de los lamentos, donde los vencidos caen y arrojan sus armas, tiradas como despojos junto a unas maletas abandonadas y unas prisas que ya se han desviado de nuestro camino, a un lugar donde la resignación pide auxilio gritando con más y más fuerza.
Última y única llamada para embarcar rumbo a Ibiza, esa puta isla que me aleja de Madrid, esa isla cada vez más pequeña, con menos sorpresas que contrasta con esa casa y esa habitación que cada vez se me hace más grande. 40 minutos es la duración del vuelo, ahora si tienen prisa los muy cabrones. Leo prensa atrasada, pues nada me importa en esa puta isla, si acaso yo mismo y sólo de vez en cuando, muy de vez en cuando.
Llego a Ibiza y el frío me da la bienvenida, cojo el último autobús en unas calles desiertas por el manto de la noche, sólo una maleta y yo caminamos por esas asfaltadas aceras. Para cuando ese puto verano se pregunta el hombre lluvia. Díselo al sol. La cerradura se ajusta a la llave y la puerta de casa cede para dar paso a un paisaje familiar y a una utopía en forma de calor acogedor. No hay bienvenidas ni despedidas, eso es Ibiza. Bajo a comprar una pizza, pues nada queda en el ánimo de un frigorífico vacío.

- Como ha quedado el R.Madrid – le digo al pizzero.
- Empate a uno -
- Otro año eliminados, tiene cojones – digo resignado
- Mucho dinero cobran estos, me parece a mí – más razón que un santo, pienso para mi.

Dónde quedan los taconazos de Guti, las goleadas a equipos inferiores y demás partidos intrascendentes. Otro año más fuera de Europa a las primeras de cambio, otra vez por un rival que se vendía como inferior, un rival que ya estaba vencido y con una goleada nada menos. Pero la realidad te demuestra que los partidos hay que jugarlos antes de cantar victoria. Hay que luchar y sudar la camiseta seas del equipo que seas. Sexto año consecutivo y se repiten los mismos errores en forma de prepotencia, por un Madrid cada vez más amanerado y unos jugadores alejados de la realidad. El trabajo físico brilla por su ausencia y el colectivo no existe. La prepotencia sólo lleva al fracaso y eso le ocurre al equipo blanco. El periodismo deportivo tampoco ayuda mucho, la portada facil y la polémica es lo único que prima hoy día. Charlatanes que no contrastan nada y hablan sin parar de absurdeces sin sentido sólo para llenar espacios de tiempo y columnas de diarios. Ahora este jugador no vale, este entrenador tampoco … igual te bajan como te suben. Que ha sido de la humildad, de la confianza … atrás se quedó.

Por tanto, predicando con el ejemplo este humilde carabanchelero-ibicenco se mete humildemente en el sobre a sobar, no sin antes comenzar un nuevo libro “La senda del perdedor” de Charles Bukowski.



LA PREGUNTA RETÓRICA: Me tomo un té mientras escucho “Crosses” de José González y me pregunto: ¿Por qué ya nadie habla de Haiti? ¿Acaso no sigue siendo noticia?. No es noticia que ya no se hable nada de Haití y me parece triste; ¿por qué ya no se habla del devenir de este pueblo ante una catastrofe? ya no es noticia el devenir cuando vuelves la cabeza estás frente a la hipocresía, de la que formamos parte la gran mayoría. Y yo el primero.

Me parece triste que que ya no se hable del devinir de y que no sea noticia esto. Ahora ya todo es … Debería ser noticia que ya no se informe del devenir de este pueblo ante tal catastrofe. Me parece que debería ser noticia que ya no se hable de Haiti, del devenir de un pueblo ante la catastrofe.

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