01-04-10

01/04/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)
Ni un ruido proveniente de la persiana, sólo el inmenso sol, nada de aire; abro la ventana de la habitación y todo es cierto, soy testigo de un cálido día del que tengo intención de disfrutar. No pierdo un segundo, me acerco a la cocina, sigo dirección hacia la terraza y abro esas amplias ventanas, para acto seguido encontrarme con unos calzoncillos, que muy educados ellos me dan los buenos días. Aunque para ser exacto y tras un riguroso inventario ante mi se muestran 6 pares de calcetines y 3 calzoncillos, uno con el escudo del barsa, otro con restos de zurraspas y el último de un inmaculado blanco. Todo un homenaje al R.Madrid – Barcelona del sábado encarnado en sendos calzoncillos, cada uno de una escuadra, en honor al juego limpio. Miro hacia arriba y observo como a nuestro querido amigo el “sudaquilla del cuarto” se le ha roto la cuerda del tenderete, para que su ropa interior sea mostrada sin ningún reparo por todo el bloque vecinal, victima cruel de la ley de gravedad y grandes afortunados los que compartimos el tercer piso por tener delante de nuestras narices ese gran paso para la humanidad en forma de ropa interior. Lastima del olor a “chotuno” que se desprende de los calcetines, pues si no fuera por eso me sentaría y observaría con detenimiento esta obra de arte ibicenca, incluso haría fotos, que menos que publicarlo en el “Diario de Ibiza. Con todo el dolor de mi corazón, cierro la ventana de la cocina, pues no se si la casa está preparada para soportar tal olor. DESAYUNO.- Bocadillo de jamón, Galletas Lu, Platano y café. Me cambio con la agradable música de Tom Waits, “San Diego Serenade”, “Semi Suite”; grandes composiciones sobre un agradable y esperanzador sol que impregna la hasta ahora fría habitación.
Me acerco de nuevo a la gasolinera para terminar de lavar ese transformado “OLO”; nadie le reconoce ya, incluso los más viejos del lugar admiran conmovidos su brillante carrocería, sus relucientes llantas y su ahora renovado color. El, sin embargo, centra todos sus esfuerzos en conquistar una “Mercedes” aparcada junto a él por un imprudente conductor.
- No me conoces chata, pero soy “OLO”, “OLO” carabanchelero – le dice en un extricto guión de película de 007.

Mientras lavo el sufrido maletero, le digo con admiración:
- “No paras, tronko, estás hecho un conquistador. -
- Joder después de seis años por fin te dignas a lavarme, qué menos que aprovechar la mínima ocasión; a saber cuando paso otra vez por chapa y pintura – contesta adoptando ese papel de enérgico sindicalista. Lejos de ser un estómago lleno de los poderosos, de un soplón, de un trepa que disfruta jodiendo a los suyos. Ese es mi “OLO”, ese rebelde conquistador ahora limpio y reluciente.
- Coño, pero bien le podías haberle “tirado los trastos” a la “Scenic” que tenías al lado, no te jode. Tú a la “Mercedes” …
- Nos ha jodido, como que tú tienes a la Pataki contigo y te vas a por la Rosi de Palma.

Gran deducción la de este “OLO” cada vez más integrado en los quehaceres ibicencos tras ese milagroso lavado de cara. Me siento orgulloso de su admirable integración. Lastima del dueño, todo el día metiéndose con los jodidos ibicencos.
Me piro al gimnasio, para encontrar a esa deseada recepcionista, que lo primero que hace cuando me ve es… darme los buenos días. Pero no sólo eso, pues al observar que el torno no cede tras no reconocer el programa informático mi dedo índice, rápidamente se acerca al ordenador y con la maestría de unas manos mágicas como las suyas, pulsa la tecla adecuada, permitiendo mi cómoda entrada a la sala pesas. Qué rapidez. Joder, que profesional. Joder, que cara, que cintura y que trasero. Al final va a tener razón el “OLO” vamos entre esta y la Rosi de Palma, iba yo a estar perdiendo el tiempo con la Rosi esa de los cojones.
- ¿Qué tal estas? – la digo lo más rápido que puedo, pues su admirable profesionalidad no me permite conversar más de lo que me gustaría.
- Bien, gracias – me dice sin perder su característica sonrisa, mientras admiro embobado como se hecha hacia atrás su pelo, en un acto de sexualidad que atrapa toda la sala.

Sesión de pesas acompañado de mi colega Springsteen, el “Jefe” es todo un jefe. Una más que agradable ducha en unos cada vez más limpios vestuarios, para salir por la puerta grande del gimnasio, no sin antes despedirme de mi querida recepcionista. La camiseta conmemorativa de la “Carrera del Zofio” es suficiente en un día de lo más agradable; voy en manga corta en este soleado día. Fijo que Madrid si no llueve poco le falta. Pues mira que se jodan, para un día que veo el vaso medio lleno me voy a estar preocupando del puto Madrid de los cojones. Que le den por culo al puto Madrid.
COMIDA.- Entrecot de buey. Un día como este no es para estar en casa, o eso mismo pienso cuando acto seguido, dejo el uniforme de ibicenco y rápidamente me pongo unos vaqueros junto a la camiseta de Lobezno. Sin el característico adamantium, pero con la alegría que supone el por fín verte con la ropa veraniega. A lucir esa manga corta y ese cuerpo jota. Por si acaso cojo una chaqueta de chandal, pero ni me la pongo. Me la ato a la cintura, es suficiente. En plan machote ibicenco.
Me pillo el “OLO”, dirección San Antonio, tras casi seis meses de estancia todavía no he visto el anochecer desde el “Café del Mar”. De manga corta por el paseo marítimo de San Antonio, me siento en un banco, leo “Buscando una mujer” de Bukowski, mientras calienta el sol. Sus historias cortas no me atraen tanto como sus novelas, sin embargo sigo leyendo, estoy tranquilo en un día esplendido, estiro las piernas y sigo leyendo.
Me acerco al “Café del Mar” , pero para tocar los cojones me siento en las gradas cercanas y me tomo un zumo de naranja con soja “Vive Soy” que llevo en mi mochila. No pienso pagarles un puto duro a estos ladrones que disfrutan inflando los precios y claro está, antes de que me inflen a mi los cojones, me siento y bebo tranquilo, un zumo de soja. La puesta de sol es preciosa, mientras se esconde en el mar el cielo sufre una metamorfosis cubriendo su manto por colores naranjas, amarillos y el familiar color azul que tanto hemos visto. Las aguas se vuelven más cristalinas, la música suena, un tema electrónico desde el “Café del Mar” y yo sigo bebiendo junto a decenas de admiradores de esta puesta de sol tan asombrosa, de este modo de beber sin pagar ni un euro. Y el sol sigue y sigue descendiendo, está cansado de alumbrarnos y baja con una belleza que yo nunca había visto. Por fin se esconde bajo el mar, desde el “Café del Mar” se oyen aplausos, silbidos y gritos mientras las aguas continúan con esa transparencia cristalina. Algo idílico. Vendré más veces a verlo, pues que tengo que hacer sino eso.
Cuando me alejo, el teléfono suena el compañero maño se acerca, ya no puedo escapar de San Antonio, pues llega el alma de la fiesta, fijo que no se contentará con una sóla copa. Nos vemos, nos saludamos y le comento si podemos cenar algo. Antes una copita o una cerveza, es muy pronto para la cena, me dice. Yo acepto el reto, un salvador RED BULL mientras en el pub habla con una camarera, su amiga me dice, o al menos eso él quisiera.
- Yo ya salgo sólo, tio. Quiero conocer gente, relacionarme. Me siento libre, aquí. Con los compañeros estoy limitado. Es lo bueno de aquí puedes conocer gente. – me dice rebosante de humanidad.
- Y si son tias mejor – le digo, limitando de algún modo el sustantivo gente al género femenino.
- Hombre claro a eso me refiero. El otro día conocí a unas tías me dijeron de ir con ellas, al final nada. Pero eran simpáticas. Es el problema, aquí la gente no busca una relación, sin embargo la gente es muy abierta.
- Total que te está gustando esto. ¿No decías que te ibas a ir en el próximo concurso?
- No se, no se, le estoy cogiendo el gustillo a la isla, jejejejeje.- me dice rebosante de alegría, para acto seguido dirigirse hacia su amiga la camarera y hablar con ella.

Una vez salimos del pub, nos dirigimos hacia una pizzería que según el es muy buena, yo le sigo, le cedo el mando:
- Te voy a llevar a una pizzería que lo vas a flipar, la camarera es una belga que está buenísima. Siempre lleva unos trajes ajustados y tiene unas tetas. Es delgadita pero tiene unas tetas y culo. Lo vas a flipar – me dice rebosante de alegría.
- Pero las pizzas estarán buenas – le comento.
- Que si hombre que si, no te preocupes. Pero tu fíjate en la belga verás como está de buena. Uhhhhhhhhhh la belga, la belga – me grita. Dando saltos de alegría por el sufrido suelo del puerto.

Y por fin llegamos a la pizzería, pues el aire comenzaba a ser más que una molestia, tras bajar la temperatura mi camiseta de Lobezno no sirve para nada, con una mínima tela y nada de adamantium, la manga corta me tiene helado. Decididamente Lobezno no sirve como abrigo, dará ostias como panes con la Patrulla-X pero abrigar, lo que es abrigar poco o nada.
Tras entrar en pizzería, nos sentamos. Sin embargo el compañero no está tranquilo.
- ¿Dónde está La Belga, no la veo. Fijate que camarera han puesto. Joder donde esté La Belga. A ver si viene y le pregunto dónde está La Belga.
- A lo mejor libra hoy
- Un sábado, si venía yo todos los sabados a verla. A ver si viene la nueva camarera y se lo pregunto. Joder lo que tarda en venir, esto con La Belga no pasaba.
- Pero si acabamos de sentarnos.
- Jejejejeeje, es verdad pero La Belga estaba buenísima. Y además la conocía yo. Enseguida venía y nos atendía.

Y por fin llego la camarera, no La Belga, otra camarera y es entonces cuando el compañero muestra sus encantos.
- ¿Qué quieren pedir? – nos dice la camarera no belga.
- Una pizza, pero perdona, tú no llevas mucho tiempo trabajando aquí.
- Bueno llevo casi dos semanas – le contesta.
- Sabes si ha cambiado de dueños – la dice
- A mi me han contratado estos, no se cuanto tiempo llevan – la dice la extrañada camarera no belga.
- No llevan mucho. Sabes aquí había una chica belga que era camarera, no se si la conocías
- No la conozco – le dice sonriendo sin sonreir, para posteriormente alejarse.
- Esto ha cambiado de dueños, porque La Belga no está. Joder que putada. ¿Dónde estará La Belga?. Se lo tengo que preguntar a esta chica cuando venga.
- Joder te ha dado fuerte con La Belga.
- Tú porque no la viste, estaba buenísima, menudas tetas.

El tiempo pasa, como pasa una vez más una conversación basada en una belga de cuya imagen, por habladurías, debería acordarme.
- Esta camarera no vale para nada. Llevamos diez minutos esperando y no nos ha dicho que queremos para cenar.
- Joder si ha venido y le has preguntado por La Belga.
- Pues cuando venga de nuevo recuérdame que la diga si sabe algo de ella. A lo mejor la conoce.
- De fijo. A lo mejor te la encuentras por San Antonio.
- Pues vivía por aquí, me dijo una vez. Vamos la veo esta noche. buhhhhhhh, como está La Belga. ¡¡¡¡Tu no la has visto!!!!

Y por fin vino la camarera no belga, yo le pedí una pizza de marisco y el compañero no se lo que la pidió pues él sólo tenía en mente una belga; no hizo más que llegar y le preguntó si la conocía, pero nuestra pobre camarera no conocía a esa mujer de bandera … de bandera belga.
- Esta chica no vale como camarera. Todavía no nos ha traído el vino. Y ya casi me he comido media pizza. Y contigo se ha equivocado y no te ha traído la de marisco. – me dice indignado.
- Da igual. Ya la traerán, no tengo prisa.
- Esto con La Belga no pasaba. Han debido cambiar de dueños porque las dos camareras son nuevas y no se enteran mucho. El cocinero también es nuevo, antes había un tio mayor. Mi pizza no está muy buena, ¿quieres un poco? – me dice el compañero ofreciéndome una porción.
- No gracias – le contesto.
- Para mi que esto ha bajado mucho con los nuevos dueños. Han cambiado de cocinero y las pizzas no saben igual que antes. La mia no está muy buena.
- Y falta La Belga – le apunto muy acertadamente.
- Ehhhh que a ti también te mola La Belga. Voy a ir al servicio y le pregunto al cocinero si han cambiado de dueños. ¿A lo mejor sabe algo de La Belga? – me comenta, tras levantarse del asiento como la esperanza viene a su ánimo triste tras la ausencia de esa belga.
- A lo mejor – le contesto.

Pasados unos minutos me traen un simulacro de pizza con marisco. Las cigalas, las gambas, las chirlas, cangrejos todo está presente pero con su cascara, sus tenazas, junto a un queso que les tiene presos de su deseo de vida. Nunca hubiera soñado con una pizza así, ni espero verla jamas. Sin embargo, hay que dejar el pabellón alto, pues a falta de La Belga no queda otra sino comernos una pizza que más bien parece una pecera.
- Coño, que es eso. Esa es tu pizza. Qué extraña. – me dice el compañero riendose.
- No veas que mierda – le contesto, con los carrillos llenos de lo que espero no sea mierda.
- Diles que no la quieres, no jodas te vas a comer eso. Eso es por el cambio de dueños. Me ha dicho el cocinero, que siguen los mismos pero han contratado a otra gente.
- Y que pasa con La Belga.
- No sabe nada.
- A lo mejor lo sabe y no te lo quiere decir.
- No me extraña porque estaba buenísima, menudas tetas. ¿Oye no te irás a comer esa pizza?. Si no puedes déjala, yo la mía no puedo con ella. Joder vaya mierda de pizza. No hay quien se la coma. No se como te puedes comer eso.

Y por fin vino una nueva camarera a la que pedimos la cuenta.
- ¿Estaba todo bien? – nos dice la pobre inocente, victima de unos nuevos dueños y cómplice de la desaparición de una Belga.
- Oye tu sabes que es de una chica belga que trabajaba aquí – le dice mi compañero.
- No la conozco.
- No sabéis donde vive. Antes venía yo mucho por aquí y hablaba con ella, pero de repente ya no está. Porque tu eres nueva.
- Si, llevo una semana.
- Ya. Oye y no sabes nada de esta chica belga.
- No, lo siento. Yo cuando llegué ya no estaba.
- Ya me lo ha dicho tu compañera. Una pena porque trabajaba muy bien – la informa el compañero, pues si algo ha quedado en su memoria es lo bien que servía esta chica belga.
- Lo siento. – y se va la camarera tras dejarnos la cuenta. En busca de alguien que no sea belga.
- Oye tío no les dejes propinas, porque el servicio muy mal, si estuviera La Belga hubiéramos dejado una buena propina.

Y nos alejamos del restaurante, para yo ir disparado a mi coche, pues el frío es mi enemigo, casi tiritando me despido del compañero; él me dice que va a buscar a La Belga por San Antonio, yo creo que la buscará por el mundo entero.
Recorro las calles de San Antonio, si no muerto de frío si helado como nunca hasta entonces había estado. El aire que se levanta es cada vez más frío y empiezo a correr hasta llegar al coche. Lobezno no sirve de abrigo, sólo es hábil para dar ostias y yo no tengo el adamantium necesario para resguardarme del frío.
Una vez llego al coche respiro casi tranquilo, pues con la pizza que he comido espero no cagarme por la pata abajo. Una vez aparco y ando hacia casa, tengo sensaciones contradictorias, cago como que no cago, temeroso de mi me echo en la cama y duermo. Ni siquiera leo, así no me entero. Espero mañana no cagar más de la cuenta y que la pizza sea digerida, como digiero los días en esta isla de mierda, con cierta honrilla y una falsa resignación. Y si no es mucho pedir espero soñar con una belga.

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