13-05-10

13/05/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)
Todavía resuenan los ecos de la bajada de sueldo que nos va a hacer el “colega” Zapatero, noticia de portada tanto en radios como en periódicos, una vez que suena la alarma del radio despertador lo primero que escucho es un debate de lo más curioso en la Cadena Ser. El “Cansino”, perdón Francino, compara la victoria del Atlético con la bajada de sueldo a los funcionarios, o eso mismo pienso yo, pues quiere saber que opinión tienen los funcionarios del Atleti con la bajada de sueldos y claro siempre hay algún gilipollas que llama diciendo que tras haber visto ganar al Atleti le da igual lo que le bajen de su sueldo. Lo que digo yo gilipollas hay en todas partes, incluso radiofónicamente hablando. Ante la indignación cambio de emisora, pues estoy hasta los cojones de escuchar a los del Grupo Prisa esconderle las vergüenzas a Zapatero.
Pongo Onda Cero con Carlos Herrera y todo es diferente, caña y más caña al colega Zapatero, ¿quién se acuerda del Atleti dicen? y es entonces cuando escucho lo que quiero. Eso es la radio para mi, una autocomplacencia ajena, escuchar de otras voces lo que yo me pregunto a mi mismo. De lo que yo me indigno, pues no soy el único. Por eso no tengo emisora fija, escucho lo que quiero oir, ni más ni menos.
Me llaman al teléfono unos compañeros, se van a playa Bossa, les sorprende encontrarme despierto, pero a veces tengo mis momentos. Quedo con ellos, pero antes desayuno. El buen alimento para un día de sol, de playa, de risas, de hacer nada pues nada hay que hacer …
De camino, mientras recojo el coche del garaje, paso por La Canela y es entonces cuando veo a mi pastelera; la podría decir que se viniera, que me acompañara en mi devoción por ese rojo cangrejo del sol ibicenco. Pero está ocupada, me siento culpable por unos segundos, me siento culpable porque al instante me olvido, aunque no de ella … incluso la miro mientras parte el jamón york, pues me importa un huevo quien me atienda si sólo tengo ojos para esta pastelera. Se llama Flor, pues que mejor nombre para ella. Una vez que pago salgo por la puerta, la hora se me echa encima, siento como me acecha, por eso rápidamente abro la puerta del garaje y acudo a un salvador “OLO” que me espera con los brazos abiertos.
Una vez llego a playa Bossa, les llamo por teléfono, pasando el Bora-Bora me dicen los compañeros y eso hago. Obedientemente recorro la orilla, hasta que les veo llamándome desde la arena, sentados sobre la toalla. Ella morena, casi negra como él, dos compañeros de trabajo que a la vez son dos profesionales de la playa. Nada de lunares rojos, sólo un moreno perfecto, a base de horas y horas de playa.
No llevo ni media hora y ya estoy rojo como un tomate, por unos lados más por otros menos, sobre todo la espalda donde mi nula elasticidad hace mella, mi piel es una autentica dualidad, zonas rojas pueblan las ya blancas, parezco del Atleti o eso creo. Lo que me falta un atlético ibicenco. Si ya los indios pueden con el Real blanco, apaga y a jodernos por momentos.
Tras dos horas, me acuerdo de la sombrilla, inútil cabeza la mía pienso, sobre todo si recuerdo las varias veces que he pasado por La Sirena y nunca se me ha pasado por la cabeza comprar tal artículo de lujo. Ahora me jodo. Como un cangrejo juego con unas paletas más que pesadas y una verdadera pelota de tenis. Poco aguanto pues viejo me siento. Me meto en el agua, fría como ella sola comienzo a no sentir los pies por momentos. Tampoco aguanto y me salgo. Como tampoco aguanto el sol. Joder no aguanto nada. Al menos con las gafas, escapo de esa tierra que ataca los ojos, pues se levanta un salvador aire que aplaca ese sol que calienta más y más por cada instante que pasa.
A las 15:30 me despido para escapar del infierno de calor, pero antes de enfilar la carretera miro el agua de la playa, cristalina y limpia, la melancolía se adueña de mi y un humilde deseo pide que el agua del mar se caliente lo antes posible, para disfrutar de un plácido baño antes de que los locos vengan a la isla y ensucien esta playas tan limpias y el agua se vuelva negra.
Una comida a base de restos al cien por cien comestibles es lo que me llevo a la boca tras una ducha y una salvadora loción de NIVEA AFTER SUN. Limpio y frego rápido para saborear una mínima siesta, me voy a Madrid, me voy de boda … sin embargo, antes un reparador sueño, pues la maleta está hecha; la cámara de fotos, algo de ropa … para una maleta vacía pues nada me llevo, todo se queda. La vuelta será diferente, pues vendrá llena, con ropa, libros y espero que también buenos recuerdos.
Una vez llego al aeropuerto recojo el pasaje, muy amablemente pero con cierto desafío la chica encargada de esa misión de vital importancia para el resto de la humanidad me dice:
- Ha tenido suerte pues ya iba a cerrar el vuelo – y me da el d.n.i, junto a lo que parece un salvador pasaje.
- Pues vale – la digo ignorando todo lo que me rodea, aunque quizás sea una buena samaritana e intente cambiar mi costumbre de llegar a última hora a todos lados, quizás quiera dar un toque de cierta sociabilidad a mi conducta, cada vez más alejada de la realidad. Pobrecilla pues no le queda mili para eso, pienso; sobre todo cuando ya no tengo arreglo.
- El vuelo sufre un retraso de 50 minutos – me dice rápidamente, sin esconderse, dando la cara, soportando todo el peso de la inútil justificación sobre sus hombros, sobre sus espaldas.
- No me diga, ¿no será la nube de ceniza?; pobre Madrid, lo que nos faltaba a los no fumadores – la contesto con lo primero que se me ocurre, sin pensarlo; dando rienda a la bendita inspiración, pues la razón ya está cansada de decirme que de vez en cuando piense antes de que hable. También quiere cambiar mi conducta, todos quieren cambiar mi conducta.
- No es por la rotación de vuelos – me contesta esa profesional con respuestas para todo. Y yo quedo asombrado por lo bien que conoce el argumento, aunque posiblemente sea fruto de su inspiración … no creo pues lo habrá pensado antes.

Y con la rotación de vuelos me quedo, como también me quedo sorprendido conmigo mismo. Pues ni siquiera la contesto, asiento con la cabeza cuando podría decirle: “guapa me estás diciendo que ibas a cerrar el vuelo cuando a mi me toca esperar 50 minutos la puta rotación de vuelos, no te jode”. Pero a veces pienso lo que voy a decir, muy de vez en cuando, pero lo pienso. Soy un antisocial inofensivo, me quiero y no me quiero. A veces la jodo, pero sólo para mi mismo. Soy un antisocial que puede ser invitado a bodas, bautizos, comuniones …. y todos esos rituales con gente y más gente. Un antisocial que al principio se desmarcaría buscando la comida, después unas fotos y por último la bebida. Y entonces ya surgiría de mis adentros una tenue sociabilidad ya olvidada, pero que está ahí impregnada, dentro de mi. A veces el alcohol hace milagros, otras veces puede ser tu peor enemigo, sólo hay que cogerle el punto. Sin embargo el exceso suele estar presente en nuestras conciencias, en nuestra vida … resulta más fácil caer que aguantar. Para algunos más que otros.
Y ahí estoy aguantando el tirón, sentado escribiendo con un portátil que sobrevive gracias a su batería, mientras la gente se pone nerviosa. Unos jubilados parecen tener prisa, miran y miran la pantalla, se van a mear y vuelven con más fuerza. Los hay que pasan de todo, los hay con su pareja y esos si que pasan de todos. Enfrente mío, una pareja de nórdicos, con ella a la cabeza, una tía de bandera. El le toca el pelo, se lo revuelve y este por arte de magia se coloca solo con un nuevo peinado, y la tía sigue estando igual de buena. Ahora se besan, ella sonríe, mueve la cabeza y su pelo rubio se ladea, para que con una nueva sonrisa muestre unos dientes blancos, relucientes y yo me pregunte como la hará, pues a mi el LISTERINE no me hace ningún efecto, o eso creo. Por la megafonía se oye un aviso para que embarquen todos aquellos que vuelen a Dusseldorf . Al instante me levanto y mi amiga nórdica se me queda mirando. Quizás piense lo bajo que ha caído la raza aria al verme de pie, medio sobando, con los pantalones ya casi bajados, pues no llevo cinturón por no quitármelo en el peaje, los pelos alborotados pues en vez de peinarse cuando muevo mi cabeza, cada uno opta por el libre albedrío. Así es la nueva raza aria. Sin embargo, voy a mear. Yo se lo diría, pero mi alemán, es como mi ingles …
Y por fin embarcamos, me pongo en la fila, después de haber meado todo se ve desde otra perspectiva, sobre todo más tranquila. Mis impulsos fisiológicos parecen controlados, sobre todo cuando la nórdica ya no está por allí. La fila de vez en cuando hace que anda, una procesión con algún insatisfecho, pero ya pocos pues entraron los primeros, arrancarían ellos mismos el avión si pudieran y nos dejarían a la mitad en tierra. La fila avanza y detrás de mío una tia le dice a su amiga:
- Hueles, es Muroleee; ¿oh no lo hueles? esa colonia es maravillosa
Y es entonces cuando vuelvo la cabeza, no por sentirme aludido pues mi único perfume es el de mi cuerpo, “o de corporé” creo que se llama, cien por cien natural. Tampoco parece sentirse aludido otro pasajero que está detrás de mío, pues sigue leyendo como si tal cosa. Quizás mi “o de corporé” rompa con todo, no lo se.
Una vez me siento en el avión, me abrocho el cinturón y leo un nuevo relato de Bukowski, “Erecciones, Eyaculaciones, exhibiciones” es la novela que lo contiene. Estiro las piernas, pues el trabajo lo hacen otros, yo sólo tengo que leer si quiero, ver el paisaje desde arriba si quiero, hasta cagar si quiero, pero no voy a levantarme, ya sentado junto al pasillo, en una fila de tres asientos, cierro los ojos y duermo si quiero.

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