Documentos Inéditos (XI)

06/07/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)

No son ni de lejos la una del mediodía y ya he desayunado, he pasado por La Canela, he comprado algo de salmón para la comida y he ingresado dinero en la cuenta ahorro vivienda. No es de extrañar que luego repitan que Dios ayuda al que madruga.

Sin embargo el mal cuerpo cuando te levantas pronto junto con el ánimo caído desde el más oscuro precipicio provoca que el despertador sea todo menos mi amigo, pues una vez que suena siento que algo muere dentro de mí, las migajas de mis sueños escapan para esconderse en ese infortunado laberinto que desaparece con los primeros rayos de vida en esta jodida habitación.
Mareado y por los suelos, sin ganas de abrir la boca, con un desayuno que rocorre mi estomago junto con un sabor todavía dormido como la mayoría de mis sentidos. Pues irremediablemente el sueño acaba contigo, ni una palabra irrumpe en el frío silencio de la mañana, pues todo se pospone hasta aquel momento que creas sentir o padecer algo propio de ti desde ese interior aún helado que puebla tu organismo. Por desgracia todo esto puede ser un cruel castigo que puede acabar contigo, como esa voz que se repite, como el mal consejero que sólo busca arruinarte, “quédate un rato más, no despiertes” te dice, cuando realmente sólo busca que tus sueños sean una pesadilla diaria de la que escapar sea inútil. Pues levantarte tarde es como una dilatada conversación en la que todo se pospone y lo que querías hacer se queda en eso, vanales deseos, pues los planes no son más que ideas inútiles cuyo fin es sólo agobiarte, como castillos de papel de seda acaban entumecidos bajo tu estado de ánimo, pues da igual a la hora que te levantes, ya que en esa primera hora de la mañana no piensas en nada, ni crees ni sientes, pues no eres nada.
Y de repente todo cambia y eres tú el que manda, si tú, el risueño, el alegre, el enfadado a veces, pero también el lúcido, el insatisfecho, el que todo lo sabe o el que no sabe nada, es decir, lo que tú eres realmente, lo que has labrado bajo las continuas piezas que conforman el puzle de tus vivencias.Por eso estoy escribiendo más pronto que tarde, por eso estoy escribiendo pues estos días ni eso, el remordimiento hace de mí una victima sin voluntad pues continuar pegado a la cama en ocasiones es algo difícil de superar. ¿Por qué las nueve de la mañana me parece algo tan lejano, tan utópico para hacerle frente, para levantarme de mis pesados sueños tras coger el toro por sus cuernos? Si superara esa soñolienta prueba iría más despacio, parandome pues del tiempo no sería su esclavo, podría ver lo que no veo, sentir más pronto que tarde y transformar los días en más largos con más y más tiempo para escribir algo. Una asignatura pendiente que espero superar pues el sufrido repetidor también necesita vivir más allá de una ilusión organizada en una rutina no tan alejada del resto, pues todo afecta a nuestro temperamento.

En fin, que ahí estoy sentado con el culo sudado junto a mi querido portátil, pues la solana hoy es indescriptible, cada vez más calor, el infierno se acerca aún más a nosotros. Las aceras más deseadas son las que cuentan con algo de sombra, los comercios se refugian en su exitoso aire acondicionado pues a ciertas horas ni un alma puebla la calle, sólo los locos, los inconscientes, los que no tienen miedo ni de si mismos ni de las posibles consecuencias.
La isla hierve, bajo sus burbujas respiramos nuestros horribles pecados y desde mi habitación escribo lo que veo, buscando una inexistente ráfaga de aire que me alivie un momento, al menos un segundo de respiro sobre mi cara, al menos unos segundos para librarnos de la carga que supone sudar y tener sed en tan cortos periodos de tiempo. De comida salmón estofado, nada de aceite para vencer a qué, a esa condenada tripa que siempre me ofende, una inutilidad de esfuerzo pues si de algo adolece mi vida es de constancia en las causas perdidas.
Enseguida me levanto pero al rato caigo, el vivir ignorando sin mirar atrás, pues en ocasiones la vista al frente dice algo más que un imperceptible olvido a tu pasado. Tras la comida una limpieza a fondo pues hoy no tengo prisas, después de la calurosa vuelta mañanera no tengo otra cosa que hacer sino ser fiel a mi diario. Los días se amontonan y muchos de ellos se perderán pues cada vez escribo más y más detalles ocurridos en un mismo día, convirtiendose el tiempo ya no en un obstaculo sino en un cruel enemigo que me asfixia y me impide ser fiel a mi mismo, como lo soy a traves de este diario que cuenta lo que siento, que extrae de mi vida lo que quiero, que me hace revivir todo tipo de sentimientos.
Porque no quiero que estos momentos se borren de mis recuerdos como algo insulso y sin sentido, como esa hoja de otoño que cae perpetuandose en el olvido, pues una vez que he escapado del lugar al que he pertenecido una nueva vida se ha postrado frente a mi y ¿por qué no sentir algo de orgullo por ella? ¿por qué no analizar este cambio de tornas que me ofreció el destino?, mejor así que dejar pasar el tiempo como millones de habitantes cruzan un semaforo en rojo buscando el riesgo en el sin sentido.
Así acudo a mi cita y comienzo a escribir no sin antes revisar el correo, acudir a mis habituales páginas, endulzarme con algo de actualidad y revisar el Facebook una vez más. La conexión parece acabar con su habitual modestia llegando a recorrer la red de redes a una velocidad casi admirable. Se nota que es primero de mes, lejos de ese límite de doscientos megas la información se mueve libremente sin ningún obstáculo, obviando esa humillante atadura que consiste en bajar la velocidad a un mínimo ya olvidado.
Mi orgullo es indescriptible, todo parece digno de ser fotografiado, las imágenes son vistas con la prontitud de un prematuro parto, el texto aparece cuando menos te lo esperas pues lo que ahora sólo son caracteres antes eran las más escondidas y retardadas letras, y los videos al menos dejan de ser eso, tristes deseos utópicos nunca asimilados. La conexión personaliza mi estado de ánimo tras el esperado ingreso por tu trabajo, ese cruel dinero que te atrapa cuando te crees libre de sus redes, pues todos somos ante él jóvenes inconscientes.
Al rato vuelvo con el Diario, me hago a la idea de que perderé varios días pero todo es inevitable, pues si es a costa de disfrutar con buena compañía lo acepto, pues no todo lo que estoy viviendo se puede plasmar, pues si no vivo no cuento y antes prefiero disfrutar el momento que encerrarme en mi habitación a escribir lo que no tengo. Por eso no me como la cabeza, si algo tiene este Diario es la idea preconcebida que la obligación por él debe ser erradicada de inmediato, pues antes está la vida, antes está la agradable compañía, los buenos momentos y las vivencias que me pueda ofrecer el rumbo que siga mi camino.

Decido posponer el continuo teclear de los sentimientos para ver el Holanda – Uruguay, un mundial que ya se encuentra bajo unas semifinales con la presencia de España. Tras el partido y la victoria de Holanda ceno una ensalada y termino de escribir el día de hoy.
Sin embargo si para terminar cada día esta tarea debo quedarme todas las tardes en casa, deshecho rápidamente esta idea, pues si para algo está la vida es para disfrutarla cuando puedas, cuando los momentos sean propicios, cuando la felicidad llame a tu puerta, ya sea en la playa o tomando una cerveza, ya sea escuchando música o buscando una ráfaga de aire en una terraza abierta, o con una sincera conversación junto a unas risas, o como ahora leyendo un libro titulado “Animal Tropical” con este Pedro Juan Gutierrez que tiene sus momentos, pues no todo va a ser Bukowski y no todo va a ser el amargo desconsuelo por no encontrar la novela deseada con la que disfrutar, el lugar propicio en el que vivir y el tiempo adecuado para salir. Pues también se puede ser feliz en esta puta isla de mierda.

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