02-06-10

02/06/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)
Bienvenido mes de junio, en un madrugador día en el que ese desconocido reloj que vigila mi habitación marca las nueve y media. Bienvenido mes de junio, te digo con orgullo, sentado con el culo pegado al pantalón y este último a la silla, consecuencia de una plaga de sudor que alcanza esa parte donde la espalda pierde su nombre. Llegó el calor y lo que queda, en las postrimerías del infierno el asador de la rutina alcanza mi cuerpo. Sin embargo como ya lo hiciera Indurain recubro mis debilidades y me adapto como un mercenario a un ambiente tan cruel y esquivo como lo es esta isla castigada por el calor y la humedad. Prefiero el calor para ver al humano en su mínima esencia, sin engañar a nadie, con sus chanclas, sus bermudas y su camiseta; lo mínimo, la gilipollez del vestir reducida en un instante. Ni el rico es rico ni tampoco pobre, por una vez nos mostramos como somos sin engañar a nadie. Reducimos los putos accesorios para mostrar lo que viene de serie.
Escucho a José Gonzalez y “Save your Day”, con una guitarra logra una melodía que flota acompañada de su voz, la humildad de la música, la soledad del cantoautor; sin más instrumentos, ni arreglos ¿pues por qué no rendirse al camino más facil?, saciados por buscar dificultades no nos damos cuenta que a través de un sencillo camino quizás se consigan los mismos objetivos. Salva tu día, ese título de la canción es aplicado por un servidor con más pena que gloria, pues hoy toca hacer noche en el curro y sólo cuento con una mañana y parte de esa media tarde que me acompaña para disfrutar de mi libertad provisional, de ese espejismo con caducidad.
Escucho Tom Waits, nuevamente su sónido se hace mío mientras observo los numerosos aviones que parecen surcar los cielos, mas y más turistas sobre la puta isla de mierda, no hay privilegios para aquellos que sufrimos el agotador invierno, cuanto más pasan los días, más alto se cotiza la tranquilidad en esta puta isla de mierda.

De comida una especie de potaje, aunque llamarlo especie es incalificarlo de por vida pues a nada se parece, alejado de la especie animal e incluso de la vegetal, algo o alguien subsiste entre los fuegos y una sarten, su cuerpo formado por restos de lo que antaño era patata, restos de cebolla, setas y multitud de granos de arroz que deambulan de un lado a otro a una temperatura tan alta como el fuego lento de los lamentos.
Algo de sal para darle vida a lo que antaño parecía muerto, una vuelta, dos vueltas alrededor de una paleta de madera que rescata todo aquello que permanece pegado tras una sarten a la que hoy compadecen todo tipo de alimentos. Una rociada de tomate para hacer más complejo el significado de los alimentos, en una comida de la que espero no se obtenga las más horribles consecuencias.
A simple vista todo parece estar bajo el gusto del horrible sabor de los digustos, sin embargo con la primera cucharada no hay angustia ni tormento, tampoco placer, pero entre el abismo y el amor eterno parece haber termino medio, lo he encontrado o eso a mi me parece, pues mientras hago la digestión la tripa continúa victima del ansiado letargo.
Un café con hielo para celebrarlo, que menos, y de fondo Tom Waits con “On The Nickel”, un gran tema que crece por momentos, otro más de ese puto genio.
Continuamos la marcha atrás de esta libertad tan embustera que me hace soñar con el letargo del paso del tiempo, miro el reloj y a pesar de la continua marcha de los segundos aún queda tiempo. Sin embargo no salgo, dedico mi preciado tiempo a las labores de la casa, pienso en el hoy para disfrutar del mañana, algo raro en un seguidor del desaliento, de la cuesta abajo de unos minutos y segundos que recorren cada uno de mis desorganizados momentos.
Llama un compañero de trabajo para que le imprima unos apuntes para su mujer, la impresora y la memoria usb, el matrimonio perfecto, en una noche que sorteando todo tipo de obstáculos empresariales accederé al ordenador más proletario de las oficinas, nuestro querido compañero, el único que se preocupa por nosotros la sufrida clase obrera, obsequiándonos con su luz y su tecnología. Multitud de aplicaciones, decenas de juegos para ayudarnos a pasar la noche y amarrado a él, una chivata impresora atrapada por un cable, cualquier precaución es vana para mantener a raya a esta confidente de la patronal. Así es nuestro compañero, brindo por él y le dedico esta canción de Tom Waits que ahora suena, “Tom Traubert’s Blues”, mientras de mi surgen palabras y más palabras que recorren la pantalla de la melancolía, unas adquieren cierto sentido, otras es cierto que recorren contra corriente el continuo afluyente de momentos.
Una ensalada de cena, lo más completa posible. Atún, pistachos, tomate, cebolla, espárragos … y no se que más en un plato con más personajes que la novela de “La Colmena”.
Cojo el coche dirección a ese calvario que se mueve por nuestras vidas como algo necesario, esa labor denominada trabajo que nos arrastra y nos mantiene en un hilo de esclavitud voluntaria. Pues como recuperar esas horas con sus minutos y segundos de nuestra vida, ¿acaso no le damos importancia a esa perdida de mortalidad objetiva?.

0 comentarios:

Publicar un comentario