Documentos Inéditos (II)

19/06/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)

Entre lo cortes y lo valiente o lo sobrenatural y lo grotesco, eso mismo pienso yo cuando una misma imagen me persigue desde mis adentros, esa puta avispa o abeja pues no se que cojones era que se posaba en la sabana de mi cama, visible toda ella pues casi medio metro parecía que midiera, y yo delante de ella.
Un hombre y un destino que te permita alcanzar algo más que un jodido insecticida, pues que menos que un bazoka, un tanque o un arma atómica para matar a tal monstruo que regresa de las tinieblas. Una ráfaga sin final de ese matador insecticida hace las delicias del que lo cuenta, siempre con la marcha atrás puesta y sobre todo la puerta abierta pues como el jodido animal remonte el vuelo me se de uno que puede darse por jodido. Pues que tamaño alcanzará la picadura de este puto insecto, ya no será un grano lo que se adueñe de tu cuerpo sino una montaña con todos sus defectos.
Mi más sincera enhorabuena a este CASA JARDÍN que desde su infinita sabiduría es capaz de herir en muerte a este invasor de la nostalgia, a este transgresor de momentos dulces como es este insecto sin vida cubierto de veneno. Sin embargo y a pesar del charco tóxico que domina la sabana y el edredón de la cama todavía no las tengo todas conmigo y por si acaso no me acerco. Ataviado de un cepillo con su fiel compañero el recogedor de toda la vida, consigo empujar ese cuerpo sin vida lejos de la cama.
Por instante creo que se mueve la puta abeja o la puta avispa o lo que sea ese monstruo de las cavernas que como antaño hizo el Cid en su vieja escuela consigue que huya de la habitación con el salto y el grito más inmenso que el mundo conoció desde que el hombre era hombre y los putos insectos putos insectos. Y ahora toca volver con el prestigio perdido de un antiguo orgullo siempre sobrevalorado, pues lo importante no son las batallas sino la guerra y en una confrontación como esta alejada de cualquier posible tregua sólo puedes dormir tranquilo con ese cuerpo de insecto relativamente muerto. Sin embargo todavía tengo picores en las piernas, en los brazos, en todo mi cuerpo pues la imagen de ese puto bicho no hace más que atravesar mi mente sin yo darle permiso, sin yo ser consciente de por qué está ahí una y otra vez, de por qué me persigue incluso cuando me afeito.
Pues los infinitos pelos de mi barba me recuerdan sus putas patas que como tenazas estrangulan mis recuerdos.
Esa puta barba que me tenía una y otra vez preso, como los brazos de ese enemigo de Spiderman conocido como el doctor Octopuss, me controlaba y me dirigía, “no te afeites, tienes para dos horas lo menos”, eso me decía la muy despiadada sabandija, tú y ese jodido insecto pensabais que sería un muñeco de trapo en manos de los devaríos de un extraño, pero he reaccionado, he conseguido vencer a mis pesadillas por un segundo, por una decima de la que se extrajo algo verdadero en mi, pues a veces todos tenemos nuestros momentos.
Aún existen sorpresas agradables en este puto mundo de mierda, la reacción del debil, la aspiración de la rebeldía que nos aqueja, pues todo lo bueno tiene su recompensa. Y ahora descanso, y ahora intento olvidar esa horrible imagen de barba y barba, de avispa o abeja, por eso me quedo con la valentía del insecticida y la destreza de la maquinilla de afeitar o lo que es lo mismo, de todo aquello que tenga que ver con la rebelión del debil contra la injusticia y la miseria, de todo aquel gladiador comprometido por todas aquellas causas perdidas que no saben donde le llevan.

Escucho Tom Waits, un nuevo dvd grabado por un compañero de trabajo con discos nuevos, la mayoría conciertos; la peña gritando y la voz del genio sobrevolando la imagen de cualquier escenario. El mio, un portátil sometido a la deshonrosa adicción del continuo y prolongado tecleo, con la ventana abierta al resplandor de las continuas ofensas que el hombre parece hacer a la naturaleza. Suena “Singapore” e involuntariamente me muevo, la música en mis venas, en mis gestos, el ritmo de la intensa melodía de la vida se desprende en una habitación recien limpia.
El viento roza las entrañas de los edificios, recien pintados muestran sus mejores galas al esperado verano ibicenco, con el sol dominando la isla, plantando cara a las cada vez menos protagonistas borrascas peninsulares, sólo el timido aire es su amigo, su fiel compañero de fechorías, comparten su amor por la isla sobre todo cuando está tranquila bajo el extenso manto de la melancolía. Como me pasa a mí, pues me gusta el sol sin disgustarme la noche, me gusta la vida de la bien entrada mañana, las ventanas abiertas de los corazones y los rayos penetrando en las almas de todos aquellos que no cierran con llave.

Bajo a la calle en busca de un tímido equipo para hacer snorkel, un nuevo entretenimiento, algo que hacer sin marcarme una meta, sólo el continuo paso del tiempo lejos del aburrimiento. La mayoría de los comercios se encuentran cerrados, sólo las cafeterías y restaurantes abren sus brazos en forma de terrazas, con las aceras plagadas de sillas con sus respectivas mesas. Todo parece seguir un guión, como ya ocurriera con las playas, cada vez queda menos arena o menos acera por la que caminar, la conquista es un hecho. Numerosos culos sentados en dichos demonios del entretenimiento, los vencidos beben de las mesas los numerosos refrescos, unos cargados de alcohol otros algo menos.
Acabo en La Sirena comprando ropa y con la información que en playa Bossa, este mismo comercio vende las ansiadas gafas de buceo con su tubo correspondiente. Si no mañana por ser domingo, el lunes pasaremos por caja, todo sea por despertar el aliento de los placeres, escapemos por una vez de las quejas, demos paso a la esperanza del momento pues ¿qué cuesta eso?. Intentemoslo al menos.
De vuelta a casa mi sorpresa al observar como el ZARA ha vuelto de mis recuerdos, el gallego vuelve a desembarcar en la isla, pues ya sólo le quedaba eso. Como una promesa no cumplida, como la conciencia del amor no correspondido, como el vacío mensaje en un contestador, tras PULL AND BEAR, STRADIVARIUSS y demás familia sólo quedaba el ZARA, por fin están todos juntos, bien avenidos con el mejor de los deseos pues la distancia puede traer el olvido.

De vuelta a casa algo de futbol, algo de Internet, algo de todo como en la cena; con esa ensalada integradora de culturas y alimentos, abramos la frontera para todo tipo de verduras, de pasta y de frutos secos. Iguales pero a la vez diferentes, consumidos bajo el aliño y el arte de remover el conjunto de ideas, nostalgias y sentimientos.

Vuelve a sonar Tom Waits en concierto, cada canción supone un maravilloso viaje desde lo más profundo al más abierto de los desiertos; un paramo de emociones supone “Tampled Rose” mientras leo lo poco que queda ya de “Escritos de un viejo indecente” de Buckoski, las últimas hojas de lo poco que queda ya de este día.

0 comentarios:

Publicar un comentario