21-05-10

21/05/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)
Los días se amontonan, se repiten como cromos inservibles sin embargo como dice el título de una canción de Rosendo Mercado "Siempre hay una historia que contar" y en eso me baso. Brindo por Rosendo, en una mañana plagada por la legaña, pues no veas como dominan mi cara, cierran mis ojos y yo ni les planto cara. Sigo durmiendo incluso cuando dan las señales horarias de las once; hoy es un nuevo día, el aire se esconde y dentro de poco el agua del mar llegará a estar caliente. Me levanto con ganas de cagar, que novedad. Mientras estoy expulsando mi familiar mierda, observo como los suelos se mantienen limpios, sólo dos hormigas, que habrá sido de su familia. Ya se ha perdido la unión del hogar, este siglo XXI es cruel con los sentimientos, cada cual busca su vida como ocurre con estas hormigas. Pretenden hacer fortuna en este cuarto de baño, se ha corrido la voz que limpio poco, y claro, para ellas es un filón de oro. No se dan cuenta que no estarán solas, otros insectos de una más que peligrosa fauna suelen hacer acto de presencia. Pero ellas se sienten libres, por fin han conseguido la ansiada independencia, algo de dinero y escapan del hogar paterno. Eso es el S.XXI aguantar, aguantar hasta que puedas escapar. Como en Ibiza, sólo yo y de vez en cuando unos monólogos, pero por lo general me encanta esta indefensa soledad. No se nada de una actualidad, ni se como escapar pero me siento a gusto dandome libertad, hasta ahora no había disfrutado con el privilegio de hacer lo que te apetece, sin más explicaciones que a ti mismo. En un duelo con tu conciencia, viviendo sin hacerte daño, conviviendo con tus miedos y tus fracasos, pero también con las alegría del momento, de sentirte valorado pues sólo eres un ser indefenso en un puto mundo de mierda. Hay días que soy feliz y eso es una novedad, sin necesidad de café, sin necesidad de RED BULL sólo mirando el horizonte y el sonido de las risas disfrutando del mar … y sin echar la mirada atrás; por fin he conseguido olvidar ese insulso invierno.
Me visto, por fin dejo el uniforme de ibicenco y me pongo los bermudas con una simple sudadera. Sólo tengo dos calcetines blancos, uno con ribetes amarillos, el otro con gris en los extremos, parecidos pero distintos, sin embargo yo me los pongo, no tengo ganas de lavar esa montaña de ropa que nace en el baño, prefiero marcar tendencia, pues no dicen que “esto es Ibiza” pues que se vea.
Salgo a comprar tras ingresar algo de dinero en la cuenta, lo cojo de lo que dejó el compañero de piso en la mesilla para pagar el alquiler, me ha venido de perlas pues el abismo ya tenía nombre y desde aquí veía todas sus letras. Paso por La Canela como no, para volver a ver a mi querida pastelera, cuando me ve enseguida me atiende, ni esperar me deja. “Dos panecillos de pan integral”, me dice. Le doy las gracias no se cuantas veces y ella sonríe, este amor con fecha de caducidad sobrepasa cualquier historia ibicenca. Voy al Hipercentro por cambiar de antro, por una vez escapo de una rutina que me persigue de cualquier manera, pero todo es lo mismo, distintos collares para los mismos perros. Un monopolio basado en la complacencia, complices del absurdo engaño, caemos una y otra vez en la misma trampa. Espero pacientemente a que me atienda la cajera, ni mucho menos son las Eroski, los años no pasan en balde, sin embargo el hilo músical me recuerda una canción de lo más veraniega. Su sónido electrónico me traslada a la boda del pasado sabado, vaya momento, así si merece la pena ir a Madrid y salir de esta puta isla de mierda. Joder, ¡¡¡qué bodorrio!!! ¡¡¡¡qué bodorrio!!!, una autentica pasada. Tras pagar, recorro las calles cansado por el peso de los doce litros de agua que sostengo en la mano izquierda. La diestra permanece tranquila, no sufre los apuros de su contraria la siniestra. No echa una mano, ni siquiera lo intenta así es esta mano derecha, defraudada y cansada ahora descansa pues ya le tocará joderse y cargar con lo que más pesa. Toda una metáfora de lo que está ocurriendo en este puto pais de mierda. Camino despacio y me paro en lo que antes era una antigua librería, tras haber sido reformado el local se ha convertido en algo llamado COFFE & BOOKS. En un rincón proximo a los meaderos, para el que decida mear, próximo a los cagaderos, para el que decida … ya sabes qué, quedan cuatro estantes para periódicos y algún “afortunado” libro que ha sobrevivido a la quema. Ni la Inquisición hizo tanto daño a la cultura. Así es Ibiza con la cultura, a todos se la pone dura, una relación amor odio, donde siempre sale ganando los oscuros rincones del olvido. Menos mal que siempre tendré la FNAC para comprar mis libros o para encargarlos en su defecto, pues aquí como no pida un café bien hecho, poco tengo que hacer. En fin, al menos queda un ejemplar del periódico “EL MUNDO”, lo cojo y tras pagar se lo doy a la mano derecha, que recoje el testigo sin problemas pues todavía el peso continúa desequilibrado. Sin embargo no cambio de manos, pues ya es hora de que la izquierda deje de esconderse y afronte sus responsabilidades.
Una vez llego a casa escribo en el portátil mientras escucho a un genio llamado Tom Waits “All the Time”, “The Return of Jackie and Judy”, “Walk away”, “Sea of Love” … y no se cuantas más. Me siento inspirado por eso escribo y escribo … mientras observo a las putas palomas, a las putas gaviotas, a un sol sin aire.
Llamo a unos compañeros de trabajo, los “Profesionales de la Playa”, esta vez quedamos en la piscina de su casa. Papeo rápido, unos Noquis bañados en tomate, con bacon, cebolla y ajo. No tardo mucho y limpio rápido.
Cuando llego a la piscina me doy un baño, no es muy grande pues su largo no da para muchas brazadas sin embargo es suficiente para refrescarme. Que más se puede pedir en esta puta isla de mierda. Además el agua está cojonuda, ni muy fría ni muy caliente, como a mi me gusta; no hace aire y es perfecto para secarte, ni rastro de escalofríos ni tan siquiera una cobarde tiritera, por lo que extiendo la toalla y tras sacar las cartas jugamos al “UNO” con el sol testigo de pues todavía se encuentra muy arriba de lo que se supone es la noche. Un “UNO” a tres bandas, yo y los “Profesionales de la Playa”, por una vez no soy desafortunado en el juego, que si en amores … sin embargo por los pelos me salvo y no pierdo. Un nuevo baño antes de leer el periódico, con el anuncio de esos recortes sobre nuestro sueldo, en un vil titular al que yo llamaría esquela.
Nos despedimos y me dirijo a Benirrass, esa famosa cala con hippies y timbaladas, ahora desierta de timbales que no de hippies. La arena parece salvaje, con sus piedras no muy grandes pero algo molestas, sin embargo me agrada ver una cala así, no artificial completamente, dejada y no dejada de la mano de Dios. Pues siempre está ahí el hombre, con tres chiringuitos y unas tumbonas jodiendo el medio ambiente. No entiendo esa manía por sacar dinero de cualquier lugar, incluso de aquel en el que te acercas sólo para descansar. Y luego encuentras lo mismo, el puto dinero de mierda y tumbado sobre una tumbona un privilegiado o un gilipollas. Me jode bastante pues se puede hacer de otra manera. Si el dinero va destinado a cuidar esa cala, pues cada vez resulta más complicado erradicar a los guarros y cerdos que disfrutan contaminando las aguas, me parece perfecto, pero no plagando la playa de más y más tumbonas de mierda. Por eso, me acuerdo de La Playa del Papagayo, de la Playa de Las Mujeres en Lanzarote con un acceso a cambio de un pago previo. A mitad del camino una barrera, si pagabas, te la subían y entrabas. Me parece más justo o al menos más respetuoso con la naturaleza. Siempre algún mal pensado y yo el primero entre todos ellos dirá, “siempre y cuando ese dinero vaya a destinado a cuidar el medio ambiente, pues fijo que se pierde … algún cabrón del ayuntamiento se lo quedará. El acalde, los concejales, las comisiones, …”. Y que culpa tendrá la naturaleza de eso, ¿sólo por dar cobijo a la especie más ruín y despreciable la vamos a hacer complice de todos nuestros males?. Parece que si.
Tras ver por encima Benirras me acerco a la Playa-Puerto de San Miguel, una especie de congregación repleta de alemanes, altos como ellos solos, rubios más que rubios y rojos como un tomate. Un cangrejo alemán me da la bienvenida mientras sorteo las últimas curvas que serpentean el inexistente pavimento que rodea el camino. Salgo del coche y veo algún moreno, también alguna morena, su idioma parece el castellano pero para mi continúan siendo alemanes. Justo al borde de la playa, en un lugar visible, numerosas banderas, una de ellas concretamente la de España lleva el escudo del Real Madrid, que valor el colgar ese escudo, después de estos putos años de mierda. Este equipo no se merece tal desafío al orgullo alemán, sin embargo la historia concretamente la del siglo pasado nos hace grandes, y un siglo es muy largo, demasiado… ; Yo continúo viendo alemanes, algunos lo son, otros podrían serlo o quizás no lo sean, pero para mi inexplicablemente son alemanes. Me ha dado fuerte con los putos alemanes. Sobre el agua, una especie de montículo o quizás una isla, sobre ella lo que parece un chalet, un rico alemán parece haber montado su harem, con parabólica, bandera, barco, puerto y demás … joder los hay que tener tienen, no se si cojones, dinero o vergüenza a la hora de joder el ecosistema.
Monto en el “OLO” y salgo de este pueblo de alemanes aunque no lo sean, la magia del día transformandose en noche es conveniente verlo en algun otro lugar con más belleza; Enciendo las luces dejo San Miguel, San Juan, Santa Gertrudis … para llegar a Ibiza y aparcar en mi plaza de garaje; 80 euros tienen la culpa, pero me siento como un marqués, de vez en cuando me acomodo a ciertos privilegios, no todo es el insufrible castigo de llevar a mis espaldas el sopor de ese pasado invierno ibicenco.
Una vez llego a casa limpio y frego antes de bañarme mañana vienen a mirar la resistencia, no la mía pues yo todavía aguanto, a tientas y barrancas como diría Rosendo pero aguanto. Van a comprobar la resistencia de la red eléctrica, estarán a las 10:30, intentaré levantarme lo antes posible. Lo intentaré o eso digo siempre antes, pero debo sacar fuerzas de flaqueza al menos para abrir la puerta. “Será un minuto”, eso me dijo el casero. Estaré despierto, o eso al menos le dije. Sin embargo debo intentarlo. Por eso limpio todo, no sea que por un casual le de la vena y entre con ellos. Tampoco limpio mucho, la casa está limpia, pues no estoy mucho tiempo en ella. No es que me ofenda la mierda, lo llevo con dignidad, aparte en una casa con vida siempre debe haber mierda. La mierda es simbolo de felicidad, la mierda educada, la que te da los buenos días cuando te levantas, la que no te salpica, la que pisas y no esparces, la que huele lo justo y no apesta, la mierda socialmente admitida; pues todo es mierda incluso en esta puta isla, incluso en Madrid, incluso en el mundo por mucho que traten de esconderla. La mierda como el buen vino, como la esencia … preferiblemente en pequeños tragos, en una mínima cantidad pues tampoco hay que exagerar, dejemos la avaricia para otro tiempo y otro lugar. Ceno pan de molde untado en queso de Philadelphia y sobre él toda clase de caprichos, salmón, Jamón York, todo vale mientras guarde una respetuosa uniformidad con el sabor dominante. De postre Yogurt y una infusión que impida la tormenta estomacal. Escribo mientras escucho Tom Waits, impresionante lo de este hombre, me llegan al corazón sus notas, sus melodías y canciones, con su voz ronca, estridente, incluso diría que en ocasiones mal sonante es capaz de evocar los más profundos sentimientos en cada una de sus canciones.
Me acuesto y termino de leer “Shakespeare nunca lo hizo” de Bukowski; por la noche no consigo escribir, todo me parece complicado incluso hasta lo más facil, mi cuerpo se ha acostumbrado por fin a dormir algo más temprano, un logro a base de un ingrato esfuerzo. Como lo será mañana levantarme pronto, para abrir a ese obrero que llamará a la puerta, que romperá mis sueños de verano, de playa, de tranquilidad impuesta. Hay momentos que me gusta esta isla, dentro de los disgustos algún que otro momento. Así son los extremos, disfrutemos de este exceso pues por fin ha acabado el cruel invierno.

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