Documentos Inéditos (XIV)

11/07/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)

Y España gana el mundial de futbol y lo veo y no lo creo pues me acuerdo de las cagadas de Clemente, del otra vez eliminados en cuartos, del tabique de Luis Enrique, del penalty errado por Eloy, del jodido Sandor Puhl, de la prorroga contra Yugoslavia con un Villarroya corriendo por todos, del otra vez para casa en cuartos…
Pero algún día esa jodida inferioridad sería vencida, pues sobre esta frase “somos españoles que quieres esperar” se levanta un acto heroico en forma de vendaval que se opone, capitaneando un nuevo rumbo del que sentirnos orgullosos, pues de vez en cuando somos testigos de algo extraordianario.

Y puede resultar curioso que tras un tijeretazo, un alto indice de paro y una constante crisis sea el deporte, concretamente el futbol el que cambie el ánimo de un pais y de millones de personas que por unos instantes se sienten unidas por algo. Y ahí radica la grandeza del futbol, la pasión que levanta, lo que mueve, lo que transmite ya sea en el propio campo, en una plaza tras una pantalla gigante, en un bar, en una casa junto al salón o incluso en una puta isla. Todo es futbol, todo es sentimiento, todo es ánimo. Y es desde el trabajo donde soy testigo de este momento histórico en el que marcó un jugador tan humilde como extraordinario, ese Iniesta al que le cuesta hablar, que escapa de los medios pues nunca creyó ser tan importante como para ser foco de tu atención, la humildad convertida en un don dentro de esa extraordinaria actitud, así es este chico de Fuentealbilla que pasará a la historia del futbol con ese gol cuando a la prorroga le quedaba un suspiro para llegar a los crueles penalties.

Pero no sólo es Iniesta pues ante todo destaca el grupo, lejos de personalismos, de extravagancias y caprichos todos reman en la misma dirección, impregnados por el buen rollo alcanzar las metas más difíciles se hace cada más viable, ese Iker, Puyol, Xavi, Villa, Ramos, Piqué … todos, todos valen para una generación inolvidable. Y como son esos momentos los que hacen de tu vida algo diferente, decido salir a celebrarlo, pues dentro de esa continua rutina que supone el vivir, de vez en cuando hay una sorpresa que llamará a tu puerta cuando pasen los años y será entonces cuando digas: “… pues cuando España ganó el mundial yo estaba en Ibiza, o en la puta isla, y no veas como estaban las calles cuando salí a celebrarlo” Por eso me baño rápido tras aparcar el coche en esa salvadora plaza de garaje, no sin antes atravesar las calles pitando y gritando, pues todo es un espectáculo.
Tanto el “OLO” como los demás coches hacen suya las calles ya que no sólo son los innumerables claxón de la marcha lenta de la victoria sino también el Oeeeeeeeeeee, Oeeeeeeeeee de todos nosotros, los exaltados conductores.
Me visto con una camiseta de ese rojo que hoy representa la fuerza, la virtud, el arrojo, y no paro de correr por unas calles con más y más gente y más y más banderas, para ser testigo junto con unos compañeros de trabajo de esa marea de satisfacción ebria que domina una isla en la que por una noche nuestros gritos y vitores estarán por encima del puto House de los cojones.
Ni siquiera me acuerdo de una inexistente cena que golpearía mi estómago en el nútrido momento con el que la fe se separa de los lamentos, ni siquiera me importa que el paso de las horas obvien una próxima estación llamada desayuno, sólo me importa ser fiel al grandioso instante que se respira en cada momento.Junto a la fuente que domina la calle Isidoro Macabich se agolpa la gente, todos formamos un improvisado centro pues hay que dejar espacio a ese repetido espectáculo de timbales y bombos que asemejando una puesta de sol en Benirrás hoy se trasladan a Ibiza centro, que mejor excusa que esta celebración multitudinaria para otra vez expresar ese lenguaje basado en continuos y repetidos golpes siguiendo un ritmo que en ocasiones puede tener cierto sentido.
Seguimos avanzando y toca una cerveza, la celebración con un trago mientras desde cualquier parte se repite la frase “yo soy español, español, españoooool… yo soy español, español, españooooool”.
Unas chicas montadas en un carro del Eroski son paradas por la policía, ni siquiera las hacen soplar para confiscarles el improvisado vehículo, ellas sonríen pues continúan exentas de multa, tras sus intactos puntos se esconde un embriagador avance a la más heroica exaltación de cultura futbolística.
La bandera española se convierte en elemento esencial dentro del atuendo que caracteriza esta justificada celebración, los hay que la llevan en forma de capa, otros como falda o a modo de camiseta junto a una peluca que les acerca al 11811, también los hay que prefieren llevarla junto con el tradicional tricornio de la guardia civil o a modo de montera simulando un torero exento de espada, todo es valido si junto a ella está ese mini de cerveza o ese cubata o esos gritos con los que te quieres diferenciar de aquellos que no sienten el triunfo de España. Pues un día es un día pensarán muchos y más en esta isla plagada de extrañas sustancias que desvirtúan su esencia alejandola de lo que debería ser una de los lugares más bonitos de España.

Las paradas se hacen innumerables, un garito en el puerto con una camarera que desde mi punto de vista me parece una pasada, nos unimos más y más compañeros junto a unas mesas cada vez más repletas de vasos con cubatas y botellas de cerveza. Todos gritamos bajo la atenta mirada de una cámara de fotos que trata de captar un instante de alegría que comparta nuestras singulares vidas.De la zona del Puerto a los garitos del centro de la ciudad, uno concretamente permanece todavía abierto pues pocos hay que sean constantes tanto en el verano como en el frío invierno. Allí todavía brotan imágenes perdidas de ese encuentro que nos tiene aquí celebrando una victoria que por los gritos y saltos hacemos nuestra. De nuevo el zapatazo de Iniesta para gritar esa repetida frase que hace del futbol algo radiante, con ese GOOOOOOOOL y esa voz la nuestra que se escucha por encima de una desnutrida música que adopta el papel más secundario que se le podría otorgar en ese momento, de nuevo el abrazo de un equipo que formará parte de la historia en una unión sincera que transmitió la fuerza necesaria frente a las patadas holandesas y el peor arbitraje que se recuerda. Y por último ese capitán alzando la copa mientras el mundo le observa, mientras nosotros le aplaudimos y alzamos nuestras cervezas.

Todo se repite, pero la alegría constante nunca es una extraña pasajera que pueda llegar a agobiarte pues no nos importaría dar vueltas y vueltas sobre ese mismo círculo inacabable.
El garitillo de invierno nos cierra sus puertas pues la noche se acaba, sólo queda Pacha como la discoteca más cercana, por eso nos acercamos hasta allí, dando una patada a la excepcionalidad del momento pues la reproducción de un mismo diseño ausente y sin sentido recae bajo nuestros pies una vez cruzamos la puerta de ese antro llamado discoteca. Las proclamas se esfuman por el continuo ruido de la pesadumbrez músical con la que justificar esa cercanía al ruído. En la pista más de lo mismo, innumerables almas exentas de misericordia alzan sus brazos no para celebrar el triunfo de España sino para endiosar a un menda que no a roto un plato, sólo se esconde bajo una cansina base sobre la que sobrevive robando de la melodía un instante que repite y repite por unos segundos casi minutos que recuerdan añorados extractos de esos Chemical Brothers o ese FatBoy Slim.
Y soy testigo del otra vez lo mismo, del continuo pase de cromos con si tengo u otra vez lo mismo de por medio, pues todos son pedazos de una recopilación sin éxito con la que engañarte para mantenerte en la cima del éxito pues no quieres que la noche acabe, sin preguntarte a ti mismo que cojones pintas en ese lugar tan alejado de ti, pues lo que era distinto está ya enterrado con la premura que percibes todo aquello que te hace daño.
Y entonces llega un inevitable final, como es mi caso, malherido por ese incesante chumba-chumba que irremediablemente acaba conmigo, pues tras media hora en este submundo de la crueldad electrónica recojo el testigo y escapo por la puerta, dejando atrás la alegría, las celebraciones … pues mañana será otro día más en la repetición de las sucesivas acciones.

Y después de esa noche mi cuerpo se levanta bien entrada la mañana dando pie a una tarde desterrada, sin un frío desayuno sin una comida con la que alimentarte pues no queda nada para prepararte, sólo bajar y comprar como de costumbre ese histórico pollo asado que nos salva del aprieto de un mañana atado a una celebración que será recordada con el paso inexorable del tiempo.Tras la comida sólo queda dormir una extensa siesta, pues todo tiene sus consecuencias aunque algunas no contemplen ni los más sinceros remordimientos. Y es entonces cuando la permanente sintonía del sueño me acoge en su regazo, oscuro limpio rebosante de silencio, por un instante creo estar en el limbo cuando solo estoy bajo el influjo de mis sueños.
Pero el despertador suena una vez más produciendo el repetido arranque de un motor ya agripado, pues hoy toca currar de noche, y como cada día hay que hacer frente a la realidad que a cada uno le toca vivir y esta no tiene que por qué estar exenta de celebraciones.

Documentos Inéditos (XIII)

08/07/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)

Vivo bajo la intensa armonía de una soledad subtitulada, escondida bajo un guión en forma de diario que muestra todos mis pasos, todos mis errores, mis vanas esperanzas, mis desilusiones pero también todo lo contrario pues estoy cogiendole el gustillo a vivir solo, a la simple idea de poder hacer lo que quiera. Y ya era hora. Me encanta disfrutar de la virtud de poder elegir un camino por el que seguir sin que ello implique hacer daño ni a mi ni a los que me rodean, pues trato de adoptar el papel del inocente que sólo busca disfrutar al menos unas horas que hagan a ese día distinto de los demás. Unas horas de felicidad, de buen rato, de no estar a disgusto.
Y hoy toca una nueva excursión con dirección a Sa Caleta, esa pequeña cala con piedras y montículos formados por ese barro tan apreciado por un segmento de la población, hasta el punto de embadurnarse todo su cuerpo con esa rara sustancia de color mierda.
Pues sí, porque una vez que el barro te ha hecho suyo no eres más que un zurullo andante, con dos piernas, dos brazos, dos manos … y con decenas de organos. Es cierto que por un lado seguimos perteneciendo a la raza del hombre pero por el otro no somos más que mierda, mierda a simple vista y no escondida. Mierda andante.
Posiblemente la humanidad por nuestras acciones siempre hemos seguido la senda de la mierda, pero cabe decir que tan a simple vista, tan de frente nunca hemos estado tan familiarizados con la familia de los excrementos, es más la mierda que he vaciado esta mañana bien podría ser prima hermana de alguno de estos que hoy se frotan la espalda.

Lo primero que hago nada más llegar a la playa es embadunarme no con esa mierda de barro sino con el protector solar que ronda mi cabeza, pues no quiero quemarme, no quiero sufrir el lento despegue del calor tras tumbarme, no quiero que de mi brote ese ingrato colorao pues sólo quiero el color rojo cuando gane España el Mundial que tanto nos hace falta. Rapidamente entro en el agua, con mi amigo el equipo de snorkel, unas gafas y un tubo algo estropeado.
Por eso cuando me zambullo no hago más que tragar agua. Veo peces de lo más extraños, algunos iguales otros diferentes, pero todos rondando las rocas en busca de sus preciados alimentos; juntos, acumulando desgracias, cercanos a la avaricia por el ineludible alimento; al final todos acudimos al mismo lugar, como animal de costumbres cada uno de nosotros forjamos en hierro un rutinario epígrafe bajo la idea que no estamos alejados los unos de los otros más de lo que queremos nosotros mismos.

Me quedo con una instantánea que sería permanente si no fuera por ese puto tubo que escapa de la honrosa verticalidad con la que es capaz de luchar contra un agua que entra sin permiso por su interior tomando la dirección que la conduce a mi boca; el continuo soplido para achicar lo imposible, el agua sube pero no es suficiente, pues su parco y caído interior es toda una debilidad que propicia el goteo incesante de un mar que continuamente bebo. No hay paraíso sin sufrimiento.
Finalmente decido salir y posponer ese festín de agua salada hasta no tener un nuevo tubo con el que entretener aquellas horas que no tienen dueño.A las dos y pico levantamos el fuerte, el calor se hace insufrible, no hay quien aguante esas putas brasas importadas del mismísimo infierno.
Recogemos la sombrilla, las gafas, la toalla, en resumen todo el kit de playa, y ya el pisar la arena supone la horrenda quemazón en las plantas de unos pies que piden a gritos un digno retiro a un eden no tan soleado. Sin embargo todavía los inconscientes recogen los pedazos de su última locura, pues los hay que siguen tumbados frente al sol sin una pobre sombrilla bajo la retaguardia. Me da miedo de pensar en las horribles consecuencias de una decisión con factura de por medio, pero por desgracia sin un sencillo remedio. Ante tal panorama optamos por comer en el glamouroso y único restaurante que bordea la frontera entre el descarnado avance de las altas temperaturas y la sombra más prospera que un humilde mortal puede disfrutar.
Construído en madera, por el precio de la comida podríamos profetizar que la crisis no ha tomado tierra, sin embargo el lujo de sentir el aire frío golpeando tu espalda bien merece la pena.Sin embargo bajo su apariencia el restaurante esconde cierta desesperanza cercana al engaño, postrandose al turista, arrodillandose sin demora, riendole las gracias en todo momento, dando la impresión de una dependencia casi insultante a un verano cargado de insolencia. Pues no entiendo ese aparente caché con el que tratan de impresionar si luego abren las puertas a todo turista que sin camiseta no tiene reparos en cruzar la puerta. Nunca he estado a favor de reservar el derecho de admisión pues esta medida no es más que una plaga de innumerables injusticias que convierte al fuerte en algo tan ingrato como insultante, sobre todo cuando sólo busca humillar las debilidades de personas que sólo quieren entrar en aquel lugar.
Sin embargo lo que se presupone a veces no es cierto y la carencia de ese algo, concretamente la educación, puede ser tan chocante como nefasto. Pues sólo hay que ver a esos turistas sentados, carentes de un alma perdida tras esa camiseta, mostrando sus salvajes lorzas en estado puro, a la vez que innumerables gotas de sudor caen desde su frente, desde los pelos de sus sobacos, desde el bosque salvaje que nace tras su espalda, para golpear contra esos majestuosos pliegues que brotan de su tripa con el desparpajo de un niño de cuatro años y finalmente acabar sin pudor sobre esa mesa que ya es toda suya, pues ahí vive su sudor en pequeños charcos cargados de hedor y mala educación.
Pues como una infame comedia ahí estan esos enajenados sudorosos que muestran una absoluta deslealtad por el prójimo, esos personajes malsonantes como el italiano que detrás nuestro grita cuando habla, sin reconocer que su conversación quizás no sea del interes de los demás. Quizás por eso, todo sobreviva bajo un frágil guión en el que reir las gracias no es más que postrarse al mejor postor, sin embargo la dignidad de un local no tiene porque estar unida a la condescendencia del todo vale mientras el vil metal esté sobre la mesa, pues quizás falte un director que haga del orden algo loable, tras un intercambio de personajes, con cambios en el guión, con un nuevo vestuario y con el orgullo de que esta isla de la que formamos parte no es una puta de la que aprovecharse, ni un condenado castigado a recibir continuos latigazos.
Pues de vez en cuando la satisfacción por el orgullo más indefenso no tiene porque ser un obstáculo si lo que se pide es loable, si un mínimo decoro te conduce al sincero entendimiento. Y llega nuestra comida, gazpacho y bullit de Peix todo perfecto, exquisito diría yo, bañado por sangría como emanan los remedios. De postre café con hielo más una deliciosa invitación a pagar sesenta euros por barba. Sin embargo merece la pena pues tras zanjar nuestra cuenta nos invitan a terminar nuestras bebidas en una deliciosa terraza. Tumbados sobre unas acolchadas camas escuchamos a Bob Marley y sus proclamas sobre el amor, la paz, la solidaridad con la sensación que todo sería más bonito si la teoría rompiera todas aquellas barreras que la distancian frente a cualquier puesta en practica.

Cuando el sol nos da otra oportunidad regresamos a la playa, para volver a tragar agua salada con ese sufrido tubo que pide a gritos una urgente repación o un deseado retiro a lugares más tranquilos en los que no tenga que soportar los continuos desvaríos de un sonambulo que busca zambullirse para esconder sus aburridos problemas, junto a unos inverosímiles peces que a simple vista nadan y viven sin problemas, quizás por ello no tienen que estar pendientes de ponerse y quitarse la camiseta.
Una vez sobre la toalla lucho contra la pesada carga que supone llevar a cuestas ese bullit de Peix, pues la digestión no es más que una lucha entre el bien y el mal con horribles consecuencias. El permanecer tumbado no es más que encontrarse maniatado frente al fulgor de la batalla que desde el estómago se hace eco mi garganta.
Todo un trabajo de orfebrería acabar con el costoso alimento; al menos para distraerme junto a la quieta silueta de mis remordimientos tengo la imagen de una hippie ataviada con un minusculo tanga que a modo de museo deja libre un glorioso culo para que una mirada fija procedente de mis ojos se quede ahí, fija y soñolienta. Y no será hasta que el sol decida ponerse no hasta arriba sino hacia abajo, como caían las inmundas gotas de sudor de los comensales del ya olvidado restaurante, cuando recuperemos la conciencia tras la dura batalla entre estómago y un olvidado valor para incorporarse, pues toca regresar a casa agarrando la rutina por el puño y soñando con el más allá que ofrecen las palabras.

El rutilante devenir de esta isla nos da la oportunidad de ser testigos de excepción de una vida con distintos paisajes que forman el abanico de cartas que da color a tu experiencia. Pues si del desesperante paso de los días somos capaces de coleccionar segundos, minutos e incluso horas de las más agradables vivencias, tus pasos llenarán los bolsillos de tu corazón con aquellos recuerdos de más provecho.
Por eso tras bañarme, me preparo la cena y caigo en el interminable sueño de la noche con el nuevo día ahí presente, llamando a mi puerta, para que le abra más tarde que temprano.

Documentos Inéditos (XII)

07/07/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)

La alarma del reloj suena a las nueve y media con un sónido más cerca de la sorpresa que de la convicción por conseguir lo imposible, levantarme y dejar esas correas que a modo de ataduras me mantienen inmerso en un continuo mar de sueños que no conducen a ningún sitio.
Pues por primera desde hace tiempo el despertador se siente orgulloso de conseguir ese humilde proposito para el que fue creado, hacer que los putos mortales nos levantemos cuando oigamos sus voces, sus señales, sus lamentos. Y ahí entro yo en juego, con los ojos medio abiertos pero incorporado bajo el rol de un espíritu libre que no vuelve su mirada a esa cruel pereza que nos mantiene bajo una posición horizontal que en ocasiones puede ser tan triste. Pero hoy toca nueva excursión, destino Punta Galera, junto a ese recóndito acceso plagado de piedras y arena, así como una multitud de arboles que esconden a modo de sorpresa un tímido bosque sobre el cual desemboca el mar que acaba rompiendo contra aquellas gigantescas piedras. Me gusta la idea de plantarme allí con los bártulos, snorkel, sombrillas, nevera y como no junto a la pandilla … “La Panda Playera”, pues como llamarnos si recorremos la isla, las calas, los chiringuitos o restaurantes, o como hoy Punta Galera. Por eso desayuno rápido, siempre y cuando encuentre los cacharros, la cuchara, la taza y los cereales pues a pesar de haber ganado un sufrido respeto vertical, todavía mi cuerpo es victima de la soñolencia, de las heridas de guerra y de esas terribles consecuencias de estar despierto a primera hora de la mañana.
Lo que mi cuerpo entiende como primera hora de la mañana y que para muchos no sería más que un trampolín hacia la media tarde, o la hora del aperitivo, o del café o del cigarrito pero nunca una excusa para mantenerte alejado de esa crueldad que para mi es despertar.

Tras recoger la mesa suena el teléfono, lo busco con desdén sin demorarme ni el más mínimo segundo, pues sólo a través del ruido podré descubrirlo, ya que la habitación vive salvaje, libre y a sus anchas, bajo un orden basado en el “dejalo ahí que tengo prisa que ya lo arreglarás cuando tengas tiempo” y eso es positivo pues no quiero ningún malentendido dentro de esta forma de gobierno que sólo busca escapar de estas cuatro paredes en el menor tiempo. Sin embargo nunca encuentro ese momento donde dar un golpe de estado y cambiar esa autarquía que impide la entrada de nuevos objetos pues todo está lleno, que fomenta la jungla frente a la armonía cuadriculada, que hace suyo el espacio de la manera menos convencional posible, pues la belleza de ser libre junto al agua del mar o en cualquier arista de esta sorprendente isla me es más agradable que respirar bajo el vacio crepuscular que atraviesa el corazón de esta casa.
La aparente oscuridad que puebla la habitación no se calmará tras el contundente ataque de un cepillo o una fregona. El limpiar, el barrer sólo contrarrestaría el efímero espíritu de la armonía aparente pues el mal es el completo silencio, el hogar que nunca fue tuyo pues jamas llamó la atención de tu corazón, ya que por muchos cuadros, baúles, calentadores, tazas de té o la más completa variedad de ropa nada permanecerá con orgullo en tus recuerdos como lo hará una puesta de sol bajo el más modesto de los paisajes, una buena comida con una compañía de lo más agradable, un baño con algo de submarinismo en una cala o en una sencilla playa… todo ello será lo que te arrastre al irremediable sabor de los gratos recuerdos. Y ahí estamos la “Pandilla Playera” en el coche con dirección a Punta Galera, regalando a nuestros oídos las mas variadas canciones del reconocido y exitoso folclore español; pues ahí están nuestras raíces aunque duela decirlo, aunque “se nos enamore el alma” con sólo oirlo, aunque no encontremos al “marinero de luces con alma de fuego” pues si le vieramos gritaríamos asustados “joder, que coño es eso”. Tras bajar el camino empedrado que nos conduce a Punta Galera encontramos un lugar idóneo entre tanta piedra donde plantar los bártulos y poder bañarnos tranquilamente sin miedo a esos amigos de lo ajeno que entre tanto hipismo, tanto buen rollo y tanto jiji jaja a más de uno han jodido con esa inexplicable manía de encapricharse de todo aquello que ven.
En todos sitios cuecen habas y más dentro de la raza humana donde cada vez es más difícil todo y donde el altruismo no es más que una fría palabra cada vez más alejada del respeto y educación por unos valores casi eternos pues lo de llevarse lo que no es tuyo no es nada nuevo, como no lo es el rechazo social a esta conducta de joder en el bien ajeno. Por eso hay que estar al loro, para escapar de los disgustos a los que conduce el sabor ajeno, ya no es el dinero, ni el ipod, ni el libro, ni la bolsa de playa o la ropa y la toalla, es la continua odisea para recuperar lo que ya tenías, esa tranquilidad basada en lo tuyo, en tus humildes cosas, el d.n.i, las llaves del coche y las de casa o las chanclas para poder llegar también a tu casa y por favor también algo de ropa para solventar el apuro de estar perdido sin nada, pues lo material lo das por olvidado pero el continuo devaneo para regresar a todo aquello que deba sustituir lo perdido es lo que te machaca mentalmente, pues en unos días sólo estaras atado a ese molesto devenir que supone recuperar tu añorado status.

No tardamos mucho en bañarnos pues el agua está cojonuda, como extraordinario es hacer snorkel es estas aguas repletas de peces transparentes, tan escondidos a simple vista pero que poco a poco los vas descubriendo junto a otros tantos que les rodean y que parecen ensimismados por la tranquilidad más absoluta. Sin embargo todo desaparece cuando una pareja les arroja sobre el mar patatas fritas y ese halo de autocontrol se pierde dando paso a una brutal multitud dominada por el hambre, es entonces cuando nada queda del antiguo orden, de las amistades y de cualquier idea que no sea rebañar esos restos de patata que flotan por las tranquilas aguas. La mujer se zambulle junto a ellos, totalmente desnuda no tiene miedo de que entre tanta algarabía alguno de ellos se confunda de plato, o que en busca de postre prefiera probar algo fuera de carta pues a veces con el menú no parece ser suficiente.
Sin embargo no es así y ataviada de sus gafas y su tubo de snorkel se convierte en testigo de excepción de ese rancho en el que nadie conoce a nadie. En cierto modo la admiro pues eso de meterme en el agua como Dios me trajo al mundo todavía me infunde algo de respeto, no se por qué pues es algo tan simple como natural, como tampoco se por que las veces que me he sentido tentado y lo he conseguido una vez que comienzo a nadar como los “perrillos” no hago más que pensar que los jodidos peces me van a comer los cojoncillos. Cosas que me rondan por la cabeza y que a modo de secuencia binaria surgen tras la orden adecuada, tan simple como el antiguo ms-dos, pero que en esta ocasión falta esa respuesta de “comando o archivo erroneo” que sin duda me permitiría seguir nadando, obviando cualquier rayada que volase sobre mi mente.

Tras comenzar a llenarse de más gente las inmediaciones de Punta Galera decidimos escapar de la nutrida multitud, máxime cuando el sol no sólo calienta sino que arde. Aparte ya es hora de comer y el Rincón de Pepe, una taberna situada en San Antonio es un buen lugar donde sentarnos y degustar sus envidiables tapas. Una entretenida conversación, una exquisita comida y sobre todo un lugar donde escapar del sol, pues en ocasiones este puede ser un cabrón, quizás quemado con la puta humanidad no tenga reparos de joder a todo aquel inconsciente que le hace frente. Pues así es el sol, el noble astro amante del calor, trabajador como nadie, repleto de buenas acciones pero que a veces tanto tonto le puede tocar los cojones. Él se levanta con el nuevo amanecer de cada día repleto de esperanza, sin embargo cuando ve a esa raza la humana haciendo de las suyas destrozando todo lo que le rodea, cambia su talante y es entonces cuando se maldice a sí mismo por creer en esos desagradecidos e insignificantes.

La temperatura sube al mismo ritmo que rebosa su paciencia y sus improperios en forma de rayos pegan sobre cualquier parte, pues no hay inocentes que se libren del declive de una sociedad que no cuida de nada ni de nadie. Y entonces llega la media tarde y es cuando el sol se pone, pues no duda en esconderse, abatido engañado, con ganas de olvidar pues no quiere que las continuas frustraciones le afecten; por eso deja paso a la noche, su rival pero también su compañera, su enemiga pero también su amiga, pues a pesar de ser incompatibles su amor o su odio es lo único que les queda.
Pues la noche es todo lo contrario, pesimista por naturaleza ya nada espera, como perro viejo deja pasar la vida tras los fríos retazos de la somnolencia, de su virtud solo quedan exiguas notas prácticamente extinguidas por el continuo taladro del desengaño pues posiblemente todo lo haya visto ya, la crueldad del mal, el exceso más destructivo, el amor más apasionado... Eso es ella, algo inherente y neutral que escapa por una carretera de sólo una dirección con rumbo a ninguna parte.

Así, tras salir del Rincón de Pepe retomamos el rumbo playero que nos caracteriza dirigiendonos en esta ocasión a Cala Gració. Una pequeña cala abarrotada que pierde su belleza tras esa continua guerra por el espacio, con multitud de ejercitos y carros de combate, formados por tumbonas, sombrillas, toallas y todo tipo de utensilios de playa que a modo de estandartes tratan de justificar ante cualquier mortal que eres tú quien posee ese cacho de tierra.
Sin embargo no sólo eso es lo que molesta pues el jodido sol parece hacer horas extras castigando mi ya caliente espalda, ¿una nueva marca de guerra? pienso, mientras me embadurno una vez más con ese protector ya consciente de que estos serán sus últimos suspiros de vida. Cuando las agujas del reloj llegan a las siete de la tarde decidimos levantar el fuerte y seguir esos caminos que nos acercan cada vez más a un partido, el de España frente Alemania, una cita histórica que por qué no hacer nuestra.
Pues la empatía siempre puede estar con unas cervezas, con un grupo de gente unida por multitud de gritos y vítores que animen el ambiente. Por eso tras esa necesaria ducha me acerco a casa de un compañero donde ver el partido junto a otros tantos funcionarios que unidos daremos el aliento necesario a estos jugadores que colmados de dinero en ocasiones nos muestran su corazón en pro de una hazaña deportiva. Y el partido comienza con el gran juego de España, el de toque, el de la Eurocopa, pues no hay que ser un entendido para ver la realidad de cualquier partido, es decir, de darse cuenta cuando un equipo juega bien con el balón redondo. Tras la primera parte el empate a cero sigue presente, momento que aprovecho para acercarme a la cocina y abrir la nevera en busca de una cerveza que nos refesque de esa inconsciente tensión que provoca el ver como tu equipo tiene el balón y controla el partido sin que por ello se mueva el marcador.

A pesar de todo, mis continuas heridas de guerra me hacen fijarme mecanicamente en una cocina que respira humanidad en cada una de sus partes, con el fregadero repleto de platos, el frigorífico desordenado, el suelo lejos de esa continua imposición que se respira en las dichosas zonas comunes de esa casa que no es mi hogar. Y es entonces cuando a mi llega una sana envidia pues tengo la certeza de que en ocasiones no es tan malo acumular mierda. Pues el continuo lavado diario, la extenuante organización en baldas, la armonía de dejar las cosas como las encuentras tampoco demuestra cien por cien educación como así se demuestra, simplemente responde a establecer un imperecedero orden de alejar todo lo que no sea tuyo y pueda parecer mierda.

En fin, que tras aparecer bajo mi cabeza esas ideas tan confusas como irritantes doy un trago a mi cerveza y me siento en ese sofa con pinta de trono, preparado y dispuesto a animar de nuevo a ese equipo el español que aunque parece mentira conjuga perfectamente el buen juego con la consabida garra. Y no será hasta pasado el minuto setenta cuando Puyol marque de cabeza y gritemos todos como si el gol hubiese sido también nuestro. Pues a veces la felicidad se pinta con poco, con un rotulador de un color, con un lápiz que ni siquiera trae borrador, o con ese gol que marcó ese tipo que lo merece todo, que se deja cuerpo y alma por su trabajo y que ya va siendo hora que se le reconozca esa virtud que hace de Puyol un hombre integro y noble. Y el partido acaba y es cuando gritamos, chocamos nuestras manos y brindamos pues España es finalista del mundial de futbol después de tantos y tantos descalabros.
Y regreso a casa para cenar y dormir tras ver lo que nunca hubiera creído pues por fin algo ha cambiado, aunque sólo sea en futbol tras el paso de una generación nueva, quizás mas comprometida, quizás con más calidad, quizás con más suerte… no lo sé, pues se podrían extraer de la pulpa miles de factores, pero lo que quedará en la memoria es ese gran partido que nos permitirá optar a ganar de una vez por todas un campeonato del mundo. Ojalá así sea.

Documentos Inéditos (XI)

06/07/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)

No son ni de lejos la una del mediodía y ya he desayunado, he pasado por La Canela, he comprado algo de salmón para la comida y he ingresado dinero en la cuenta ahorro vivienda. No es de extrañar que luego repitan que Dios ayuda al que madruga.

Sin embargo el mal cuerpo cuando te levantas pronto junto con el ánimo caído desde el más oscuro precipicio provoca que el despertador sea todo menos mi amigo, pues una vez que suena siento que algo muere dentro de mí, las migajas de mis sueños escapan para esconderse en ese infortunado laberinto que desaparece con los primeros rayos de vida en esta jodida habitación.
Mareado y por los suelos, sin ganas de abrir la boca, con un desayuno que rocorre mi estomago junto con un sabor todavía dormido como la mayoría de mis sentidos. Pues irremediablemente el sueño acaba contigo, ni una palabra irrumpe en el frío silencio de la mañana, pues todo se pospone hasta aquel momento que creas sentir o padecer algo propio de ti desde ese interior aún helado que puebla tu organismo. Por desgracia todo esto puede ser un cruel castigo que puede acabar contigo, como esa voz que se repite, como el mal consejero que sólo busca arruinarte, “quédate un rato más, no despiertes” te dice, cuando realmente sólo busca que tus sueños sean una pesadilla diaria de la que escapar sea inútil. Pues levantarte tarde es como una dilatada conversación en la que todo se pospone y lo que querías hacer se queda en eso, vanales deseos, pues los planes no son más que ideas inútiles cuyo fin es sólo agobiarte, como castillos de papel de seda acaban entumecidos bajo tu estado de ánimo, pues da igual a la hora que te levantes, ya que en esa primera hora de la mañana no piensas en nada, ni crees ni sientes, pues no eres nada.
Y de repente todo cambia y eres tú el que manda, si tú, el risueño, el alegre, el enfadado a veces, pero también el lúcido, el insatisfecho, el que todo lo sabe o el que no sabe nada, es decir, lo que tú eres realmente, lo que has labrado bajo las continuas piezas que conforman el puzle de tus vivencias.Por eso estoy escribiendo más pronto que tarde, por eso estoy escribiendo pues estos días ni eso, el remordimiento hace de mí una victima sin voluntad pues continuar pegado a la cama en ocasiones es algo difícil de superar. ¿Por qué las nueve de la mañana me parece algo tan lejano, tan utópico para hacerle frente, para levantarme de mis pesados sueños tras coger el toro por sus cuernos? Si superara esa soñolienta prueba iría más despacio, parandome pues del tiempo no sería su esclavo, podría ver lo que no veo, sentir más pronto que tarde y transformar los días en más largos con más y más tiempo para escribir algo. Una asignatura pendiente que espero superar pues el sufrido repetidor también necesita vivir más allá de una ilusión organizada en una rutina no tan alejada del resto, pues todo afecta a nuestro temperamento.

En fin, que ahí estoy sentado con el culo sudado junto a mi querido portátil, pues la solana hoy es indescriptible, cada vez más calor, el infierno se acerca aún más a nosotros. Las aceras más deseadas son las que cuentan con algo de sombra, los comercios se refugian en su exitoso aire acondicionado pues a ciertas horas ni un alma puebla la calle, sólo los locos, los inconscientes, los que no tienen miedo ni de si mismos ni de las posibles consecuencias.
La isla hierve, bajo sus burbujas respiramos nuestros horribles pecados y desde mi habitación escribo lo que veo, buscando una inexistente ráfaga de aire que me alivie un momento, al menos un segundo de respiro sobre mi cara, al menos unos segundos para librarnos de la carga que supone sudar y tener sed en tan cortos periodos de tiempo. De comida salmón estofado, nada de aceite para vencer a qué, a esa condenada tripa que siempre me ofende, una inutilidad de esfuerzo pues si de algo adolece mi vida es de constancia en las causas perdidas.
Enseguida me levanto pero al rato caigo, el vivir ignorando sin mirar atrás, pues en ocasiones la vista al frente dice algo más que un imperceptible olvido a tu pasado. Tras la comida una limpieza a fondo pues hoy no tengo prisas, después de la calurosa vuelta mañanera no tengo otra cosa que hacer sino ser fiel a mi diario. Los días se amontonan y muchos de ellos se perderán pues cada vez escribo más y más detalles ocurridos en un mismo día, convirtiendose el tiempo ya no en un obstaculo sino en un cruel enemigo que me asfixia y me impide ser fiel a mi mismo, como lo soy a traves de este diario que cuenta lo que siento, que extrae de mi vida lo que quiero, que me hace revivir todo tipo de sentimientos.
Porque no quiero que estos momentos se borren de mis recuerdos como algo insulso y sin sentido, como esa hoja de otoño que cae perpetuandose en el olvido, pues una vez que he escapado del lugar al que he pertenecido una nueva vida se ha postrado frente a mi y ¿por qué no sentir algo de orgullo por ella? ¿por qué no analizar este cambio de tornas que me ofreció el destino?, mejor así que dejar pasar el tiempo como millones de habitantes cruzan un semaforo en rojo buscando el riesgo en el sin sentido.
Así acudo a mi cita y comienzo a escribir no sin antes revisar el correo, acudir a mis habituales páginas, endulzarme con algo de actualidad y revisar el Facebook una vez más. La conexión parece acabar con su habitual modestia llegando a recorrer la red de redes a una velocidad casi admirable. Se nota que es primero de mes, lejos de ese límite de doscientos megas la información se mueve libremente sin ningún obstáculo, obviando esa humillante atadura que consiste en bajar la velocidad a un mínimo ya olvidado.
Mi orgullo es indescriptible, todo parece digno de ser fotografiado, las imágenes son vistas con la prontitud de un prematuro parto, el texto aparece cuando menos te lo esperas pues lo que ahora sólo son caracteres antes eran las más escondidas y retardadas letras, y los videos al menos dejan de ser eso, tristes deseos utópicos nunca asimilados. La conexión personaliza mi estado de ánimo tras el esperado ingreso por tu trabajo, ese cruel dinero que te atrapa cuando te crees libre de sus redes, pues todos somos ante él jóvenes inconscientes.
Al rato vuelvo con el Diario, me hago a la idea de que perderé varios días pero todo es inevitable, pues si es a costa de disfrutar con buena compañía lo acepto, pues no todo lo que estoy viviendo se puede plasmar, pues si no vivo no cuento y antes prefiero disfrutar el momento que encerrarme en mi habitación a escribir lo que no tengo. Por eso no me como la cabeza, si algo tiene este Diario es la idea preconcebida que la obligación por él debe ser erradicada de inmediato, pues antes está la vida, antes está la agradable compañía, los buenos momentos y las vivencias que me pueda ofrecer el rumbo que siga mi camino.

Decido posponer el continuo teclear de los sentimientos para ver el Holanda – Uruguay, un mundial que ya se encuentra bajo unas semifinales con la presencia de España. Tras el partido y la victoria de Holanda ceno una ensalada y termino de escribir el día de hoy.
Sin embargo si para terminar cada día esta tarea debo quedarme todas las tardes en casa, deshecho rápidamente esta idea, pues si para algo está la vida es para disfrutarla cuando puedas, cuando los momentos sean propicios, cuando la felicidad llame a tu puerta, ya sea en la playa o tomando una cerveza, ya sea escuchando música o buscando una ráfaga de aire en una terraza abierta, o con una sincera conversación junto a unas risas, o como ahora leyendo un libro titulado “Animal Tropical” con este Pedro Juan Gutierrez que tiene sus momentos, pues no todo va a ser Bukowski y no todo va a ser el amargo desconsuelo por no encontrar la novela deseada con la que disfrutar, el lugar propicio en el que vivir y el tiempo adecuado para salir. Pues también se puede ser feliz en esta puta isla de mierda.

Documentos Inéditos (X)

05/07/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)

Tras la tempestad viene la calma, si es que se puede llamar así a esta solana que aprieta y si me apuras ahoga. Sin embargo el verano tiene que ser caluroso y si no lo es escaparía de todo aquello por lo que se le distingue. De la monotonía del calor, de la distancia prudencial al sol, de atravesar sudando las calles, de cruzar la esquina con el sofoco y el bochorno, de un sol que no descansa hasta bien entrada la tarde. Eso es el verano con el que siempre he estado conviviendo.
Es cierto que ayer hizo un día envidiable con ese aire que refrescaba el espíritu más acalorado, sin embargo todo fue una comedia, un agradable engaño pues la humedad seguía ahí, impregnandose hasta extremos insospechados, provocando un sorprendente sudor que atravesaba fielmente tu desengaño.Posiblemente esté acostumbrado a los continuos contrastes, al abrasador verano y al invierno helado. Pues soy de Madrid, todavía y por siempre, y allí se lleva eso, los extremos ahora te jodes sudando que luega te tocará joderte, pero tiritando. Y es por eso que no concibo un verano sin calor ni un invierno que no sea frío.

Hoy toca ir a Cala Sarraca , y por consiguiente luchar contra la frustración encarnada esas decepcionantes medusas que pueblan las aguas que rodean esta puta isla. Pues posiblemente haya alguna, agazapada entre las piedras o en medio del mar abierto, da igual donde se encuentren pues cada vez menos héroes les hacen frente. Parece ser que los atunes cayeron victima de la crueldad de los hombres y las tortugas, pues son tortugas, lentas escondidas dentro de su caparazón no afrontan sus problemas y tras descender en número por la pesca indiscriminada, ya no son un enemigo a tener en cuenta para estas medusas que acuden a las costas como si de una plaga se tratase. Por eso tras levantarme tarde echo en falta ese sacamedusas que me haga tomar partido en esta guerra anti-medusas, pues ahí donde las ves tan hipnotizantes, transparentes y elegantes destilan su propia “belleza”, atacandote cuando menos te lo esperas, pues si algo tengo claro es que como te pillen por banda te dejan fino por no decir bien jodido.
Por eso me he comprometido a hacer un frente común en contra de estas medusas tan engañosas como decepcionantes. Una actuación que esconde la impotencia más desesperante, pues luchar en contra de la pesca indiscriminada de atunes y tortugas parece ya una misión más que imposible.

En fin, que tras cerciorarme que son casi la una del mediodía, decido comer medio pollo asado y quitarme ese embrollo de cocinar, limpiar y fregar que puede llegar a ser más que extenuante cuando compartes piso con alguien. Pues a veces el Ministerio de Sanidad e Higiene no es más que un niño juguetón que lo único que hace es chincharte, sobre todo si cada vez que cocinas y comes tienes que vigilar que no caiga ninguna miga al suelo, que la mesa no se descuadre, que la pelusilla no se haga fuerte en el suelo, que el fregadero quede impoluto sin un pobre plato que enturbie su grandiosa soledad, que la silla no choque con la puerta quedando pegada junto a la mesa, en resumen que la cocina quede como estaba antes, una norma no escrita que parece ser básica en los mandamientos del saber convivir con alguien.

Por tanto me voy al bar que está en Isidoro Macabich, en pro de unos pollos que todavía no he probado y que espero no estén muy grasientos, pues mi tripa sigue medio escondida, no se si por timidez o porque esté conspirando para dar el golpe de estado definitivo por el cual se quede en la poltrona por siempre jamás. De camino veo a un compañero de trabajo, un jerezano que antes vivía en Cala de Bou y ahora se ha trasladado a Ibiza Centro. Nos tomamos unas cañas, pues que van a hacer dos funcionarios sino reactivar estos comercios ibicencos todavía desnutridos de solidarios turistas.

- ¿Vamos el martes al Pacha a la fiesta del Flower Power? – le comento mientras espero esa tapita que en Ibiza vive escondida entre los más tristes recuerdos.
- No puedo quillo, el martes hay que ir a ver al “Carco” el mejor dj que hay ahora- ¿Y dónde va ese tio? – le comento extrañado por no saber quien es ese tio que parece ser tan bueno pinchando, pues sin duda aquí sería la ostia en verso ya que si algo falta en las mesas son un pincho de patatas, de aceitunas ... de lo que sea pero un pinchito joder.
- A la Space va todos los martes hermano, tiene zu fiesta propia fiezta la “revolusión”- me dice, mientras levanta la mano pidiendo unas aceitunas, pues como dice él “coño, que al menos nos pongas unas olivas, no te jode”

Y mientras me zampo un pepinillo en vinagre me doy cuenta como un funcionario venido desde Cala de Bou ha conseguido romper esa cruel tradición de no dar al cliente ni un puto pincho, sólo levantando la mano, sin ni siquiera un silbido; así mientras mastico tranquilamente ese minusculo pepinillo, la curiosidad me hace despertar de ese sonambulismo a veces tan envidiable, pues si ha habido alguien capaz de arrancar del corazón de estos fríos habitantes unas aceitunas, unos pepinillos y unas cebolletas en vinagre quizás se justifique una breve escucha del “Carco” o el Carl Cox o como se llame el tio ese que según los entendidos hace arte, pero que para mi es como dar golpes a una lata y de vez en cuando mostrar una melodía robada del talento que tienen otros para componer eso que llaman música.

Pasadas las tres salimos para Cala Sarraca, “Los Profesionales de la Playa”, un compañero de León y este que escribe cada día con menos tiempo este diario. Tras llegar pasadas las cuatro el sol sigue dale que te pego, jodiendo y quemando, quemando y jodiendo, da igual pues el resultado es ese moreno que para unos son quemaduras en tercer grado, para otros es vivir bajo la ocupación más absoluta pues todo es efímero, para otros es un suplicio pues del blanco al negro todo es calor y más calor, para otros es una metamorfosis improvisada del blanco al rojo olvidando el negro, también los hay que no tienen reparos en exponer su cuerpo, los hay que no se bañan y si lo hacen sólo es un trámite por el que hay que pasar antes de llegar al negro, también los hay que luchan por ello buscando un privilegiado sitio dentro del clan del moreno, los hay que se esconden en una sombrilla y sufren por ello pues no son lo suficientemente valientes o lo suficientemente insensatos, e incluso los hay que ya vienen morenos por el color de su piel o por esa máquina tan controvertida que parece verter una especie de rayos llamados uva.
No se si me faltan algunos, si me faltan pues ahí se quedan tomando el sol o escondidos bajo la sombra de sus pensamientos.Tras hacer algo de Snorkel una gran idea vuela sobre el ambiente, alquilar una barca a pedales para adentrarnos en mar adentro. Y es entonces cuando disfrutamos de lo lindo simplemente con eso, pues no nos hace falta el motor de una zodiak, ni un traje de submarinismo, ni siquiera un yate, ni un barco anclado junto a una mansión plagada de vasijas y dinero para que las risas vuelen sobre las cristalinas aguas y transmitan un envidiable eco sobre las continuas bandadas de peces.
Y el tiempo parece detenerse cuando cruelmente corre sin sentir un mínimo de respeto por ese agradable momento, pues aunque nos alejemos para que ese instante se haga eterno al final el reloj marca la hora de volver a tierra, sin que ello suponga una decepción pues rápidamente se busca otro día que nos permita vivir de nuevo todo aquello.

Antes de llegar a casa decido correr por el puerto reviviendo mis orígenes. Fiel al trote cochinero, de fondo algo de The Cure, con la sensación de que sería conveniente cambiar la música que continúa almacenada en el reproductor. Quizás algún día tenga tiempo, aunque la frase adecuada sería, quizás algún me ponga a ello.
Sin embargo no se que quitar pues cada canción significa algo y cada melodía es apetecible en distintos momentos; me entran dudas pues quitar una canción o un grupo significa robarme algo que ha sido mío, significa no ser agradecido, ser cruel y despiadado pues todas ellas me recuerdan algo. Y es entonces cuando tengo la sensación de estar haciendo algo ingrato, pues no quiero olvidar, no quiero sentarme y sólo ver el presente sin nada más que ronde mis pensamientos.
La carrera comienza mal, las piernas pesan y con ello mi confianza, pero no pierdo nada, pues en ocasiones es más facil contentarte tras un inicial desconcierto; con el tiempo y la velocidad adecuada el cuerpo aguanta, a un ritmo lento, pero a quien le importa eso. El calor me agota aún más pero el truco es dejarse llevar, seguir las directrices del sonambulo ibicenco, por fin algo de ayuda por parte de los astros, por parte de esas primeras horas soñolientas con un alma todavía en sueños.
El esfuerzo y el sudor se mezclan mientras mi respiración deja de ser eso, inspiración y espiración pausada y serena. Y por fin llego a esa meta imaginaria que supone creer que he superado los casi cinco kilómetros, posiblemente no lo haya conseguido pues hace tiempo dejé anclado ese GPS que me hacía separar lo que era realidad de lo que era un sueño.

De vuelta a casa una ducha y esa ensalada que domina mis cenas, hoy lejos de su papel de solista luce acompañada por unas rodajas de lomo ahumado y algo de jamón cocido. Todo fácilmente digerible como es este libro que por la noche ocupa mi tiempo, “Animal Tropical” de Pedro Juan Gutiérrez, pues sólo unos minutos son suficientes para que llegue el sueño y caiga en doma, nunca rendido.

Documentos Inéditos (IX)

04/07/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)

El cielo parece decirnos que el verano no va a durar eternamente, poblado de nubes mirarle supone un lamento. ¿Dónde está el sol? escondido, secuestrado … no se, quizás haya llegado tarde a su obligada cita y avergonzado se encuentre en un rincón añorando aquellos instantes en los que sus rayos penetran sobre aquellos inconscientes mortales que si bien rehuyen mirarle luego no tienen ningún reparo a la hora de exponer su piel a esa metamorfosis de calor y color que supone estar tumbado en la playa a ciertas horas del día.
Así tras abrir la ventana y dejar que entre un nuevo aire, sorprendentemente mi ánimo no parece decaer, posiblemente haya olvidado aquellos bajones invernales, o quizás mis planes no dependan en gran medida ni del sol, ni del viento, ni de esas gotas de lluvia que parecen caer interminablemente. Pues tengo pensado ir al gimnasio, no se ni como ni por qué vino a mi esa idea, quizás al verme al espejo y sorprenderme tras esas pistoleras pero no lo creo, pues ellas vienen conmigo ya desde los primeros rotulos de la historia, es más hasta son mis amigas, mis compañeras, incluso hablamos, yo a regañadientes pues a veces pienso aunque sólo un momento que me gustaría estar sin ellas. Posiblemente mi moralidad me haga actuar de esta manera, pues tras pagar tres meses de gimnasio me sabe mal no aprovecharlo, la sensación de tirar el dinero despierta mi conciencia dando a mi vida un renovado ánimo y una nueva alma de deportista. Nunca me he movido bajo el sucio influjo monetario, sin embargo me jode tener la posibilidad de hacer algo y dejarlo pasar sin beneficiarme de ello.
Es por eso que estoy más tranquilo, pues hasta ahora nunca he pensado en el dinero como algo que limite mis impulsos; quien no tiene ganas de rendirse un humilde homenaje con la compra de unas zapatillas, una sudadera, una comida o cena, algo de música … todo ello sin mirar el precio, aunque sólo sea de vez en cuando para disfrutar el momento, o simplemente para no ser presa del dinero y escapar de sus ataduras sintiendote libre tras el suspiro de un instante. Por eso estoy en el gimnasio, aunque sean las dos del mediodía y a las tres cierren, aunque tenga que bañarme y mi entrenamiento se limite a darme prisa pues el tiempo apremia, pero al menos estoy ahí vengandome de mi conciencia, pues aunque debil y sufrido a veces consigo algo más que vencer los remordimientos que hacen de nosotros fichas de ajedrez fácilmente predecibles. Sin embargo los remordimientos como la conciencia forman parte de nosotros dandonos ese toque de humanidad por el cual nos distinguimos los unos de los otros. Pues no creo que seamos tan diferentes por el color de la piel, o del pelo o los ojos, o cualquier aspecto fácilmente distingible a simple vista sino más bien por nuestro comportamiento, o más bien por sentirnos culpables tras nuestros errores teniendo esa capacidad de pedir perdón y variar ese aspecto que molesta de tu personalidad. Y ahí es donde actúa la conciencia.
En fin, que el gilipollas es gilipollas independientemente de donde haya nacido, creído, comido, respirado o sea verde, azul o amarillo.

Resumiendo, que tras esa sesión benévolamente llamada de pesas me recojo dirección a una cocina y una mesa sobre todo con comida pues el hambre aprieta. Un filete de ternera el único que quedaba en la nevera, sólo y triste pedía ya el digno sacrificio del aceite bajo la plancha, no muy hecho pero tampoco relleno con su sangre. Como diría Bukowski cuando el aceite se encuentre ya caliente en una sarten ya repleta de sal será el momento de echar el filete y tras beber un trago de whiskey le daremos la vuelta.
Otro trago y listo para ser entregado al plato que le mantendrá ocupado hasta nuestra rápida ejecución. Un café con hielo, como único remedio a la caída al vacio que muestran mis ojos. Pues que haría yo sin este salvador remedio. Quizás vagaría errante sin un golpe en la mesa que resucitara mi estado de ánimo, sería un alma sin coraje que repetiría una y otra vez los mismos errores pues nunca despertaría de ese camino que te lleva a ninguna parte.
Por eso tras el café encuentro una salida a estas cuatro paredes que tanto me angustian y tanto me agobian, pues por extraño que parezca tengo cierta sensación de abatimiento cuando ando por el pasillo y veo sucio el suelo, cuando me acerco a la habitación y ya desde la entrada se asemeja a un hervidero o cuando de lejos atisbo un baño algo desordenado sin que nada tenga arreglo. Todo ello desgasta mi corazón y me hace huir por la ansiada puerta, lejos de malentendidos, de la fatídica convivencia, de la batalla perdida y de una isla y un verano del que no veo ninguna razón para obviarle encerrado en un vacío cada vez más hondo de sentimientos.

La lluvia caída parece haber acabado por unas horas con el calor reinante, todo un alago por parte de las nubes, pues ya que esconden el sol que al menos acaben con este puto calor. De camino al coche me fijo en un perro y como su dueña recoge su mierda con una bolsa de plastico. Tras cagar el animalico se queda quieto, esperandola… que menos por alguien que recoge con tanto amor tu mierda. Quizás no entienda de sentimientos, pues cada uno lo expresa de una manera, pero que alguien recoja tus excrementos puede ser muy alagador en ciertos momentos. A mi me desde luego me costaría mucho cuando no digo bastante.
Pero en fin cada uno es como es y tiene su idiosincrasia yo por ejemplo me contento con otro café con hielo mientras veo a Nadal ganar la final de Wimbledon.

Así tras haber llegado a Santa Eulalia me siento en una terraza con una pantalla de televisión cuya inmensidad roza el oceano, toda una virtud que hace que me hace disfrutar mientras tomo el enesimo café con hielo. La cafeína forma parte de mí, pues soy musculos, huesos, agua y cafeína mucha cafeína, la sangre que recorre mis venas riega insuficientemente todos mis organos, pues estos sólo quieren la puta cafeína para apretar el interruptor de la vida. Yo les doy ese gusto, tampoco piden mucho. Un deseo sencillo, simple como debería ser la vida; saber lo que quieres en cada momento sin innecesarios desvíos que te alejen de ese claro, que te confundan, que te hagan ver lo que no eres y te hagan desear lo prohibido.
Pues a veces el humilde conformismo es de sabios, como admirable es disfrutar del placer de lo sencillo, lo espontaneo, de un deseo tan humilde como extraordinario, pues las peras nunca estarán en el olmo y pedir lo imposible no es más que una frase hecha con la que llamar la atención sobre aquella gente con verdaderas necesidades, victimas de las continuas desigualdades y de un sufrimiento que nada tiene que ver con un absurdo capricho.Pues cualquier objetivo requiere un ápice de sufrimiento, ahora veo a Nadal recoger su trofeo, mientras dos turistas le gritan guapo, pero nadie sabemos lo que ha pasado para llegar a este momento. ¿Como lo vamos a saber? cuando nosotros sólo somos nosotros, ni más ni menos. Yo con el café y ellas dos con un considerable pedo. Una de ellas sonríe intermitentemente, tuerce la cabeza siguiendo una periódica rutina basada en pequeños intervalos de tiempo, la otra sonríe, se cae hacia atrás chocando contra la pared, pues irá castaña pero no por ello perdió su cabeza tras elegir un sitio que le ofreciera la seguridad de disfrutar sin miedo. Ahora se cae hacia un lado, concretamente el izquierdo, pero también ese franco está protegido tras acomodarse en una especie de sillón que provoca que permanezca tumbada riendose. No se cuantos años tienen, quizás pasen de cuarenta pero ¿acaso eso tiene que ser un problema?, ni para mi ni tampoco para ellas, pues cada vez que habla Nadal alzan los brazos y se dicen “que guapo es este chaval”.

Nadal es un sufridor nato, lucha, corre hasta la extenuación y se recupera de las lesiones sin interpretar el papel de victima, sin darse importancia pues los exitos y fracasos en su carrera son gracias a su trabajo, no busca gratuitos alagadores, ni forofos, ni los típicos pelotas, sólo quiere ganar y hacer bien su trabajo. Es por eso que me cae bien, por su humildad, por su fuerza y coraje en todos los partidos pues nunca se da por vencido, por el sufrimiento en los entrenamientos y por todo aquello que hace restandose importancia. Y me jode que la peña no valore el sufrimiento por llegar a algo, ya no por Nadal sino también por nosotros los funcionarios, pues parece que somos culpables por ser tantos, por no atender bien en alguna ocasión a alguien o porque simplemente se viva un época de crisis. Que les bajen el sueldo, que quiten a unos cuantos reclaman todos esos demandadores de humo, pues ellos no son capaces de reservar parte de su vida en pro de la seguridad que te pueda ofrecer un futuro, de sacrificarse por algo que quizás sea inalcanzable y que te lleve a apartarte por un tiempo de todo lo bueno; pero reconocer la cruda realidad no está al alcance de todos, por ello siempre hay algunos que disfrutan jodiendo a otros.

Regreso a casa para cambiarme, a pesar de la lluvia y de un tiempo no tan caluroso, la humedad sigue reinando a sus anchas provocando que mis sobacos imiten a esas sufridas fuentes que cada vez más ahogan sus lamentos bajo unas aguas cada vez más estropeadas. Tras cambiarme acudo al cine para ver la tercera parte de “Eclipse”, esa película que hace las delicias de la muchachada.

El pasillo por el cual se accede al cine y a la taquilla donde comprar las entradas está abarrotado por una heterogenea multitud, jóvenes, menos jóvenes, turistas e ibicencos todos de su padre y de su madre, con una cosa en común, él estar hasta los cojones de esperar. Pues aquí en esta isla el horario no es muestra de compromiso, está ahí como mero objeto decorativo sin obligar a nada ni a nadie. Y esto es envidiable, pues las prisas te trasladan más rapidamente a la perdición que vivimos cada día, pero en ocasiones el esperar puede ser más que frustrante, pues no es lo mismo estar sentado en la sala junto a unas decenas de personas que permanecer de pie derecho junto a una multitud que respira, huele y se mueve constantemente sobre un mínimo espacio vital que cada vez es más difícil reservar.
De vez en cuando hay una avalancha y la gente grita, no se si de felicidad pues la multitud cada vez es más confusa e impredecible sobre todo cuando cientos de personas esperan ansiosas a esos putos vampiros que si nos vieran a todos juntos tan apretujados se pondrían las botas. Pues no hay escapatoria, como piezas de puzle cuando uno se mueve arrastra a otros tantos y a los que vienen de fuera, pues ya va para media hora de retraso y lo que queda. Una baja, la silueta de un perro que muestra el cartel que anuncia el próximo estreno es herido no se si de muerte, “Marmudake vive a lo grande” pone en letras grandes, la próxima película que ya comienza con desgracia, todo un epígrafe de este perro muerto en combate. Marmudake era un buen perro, le gustaba salir de fiesta con su querido Guisseppe un caniche de armas tomar.
Algunos decían que Marmudake era algo superficial, exento de sentimientos, que sólo buscaba la juerga y huía de las complicaciones, pero bajo sus gafas de sol y su descapotable se escondía un buen perro que no merecía este final, pisoteado por una multitud ansiosa por entrar de una vez por todas en esa sala 1 que parece que esten reformando pues esta tardanza cada vez tiene menos explicación.
Por fin aparece una empleada del cine y no se que coño dice pues la gente no la escucha sólo empuja, inclinandonos hacia delante; la multitud parece avanzar y resulta milagroso, sin embargo Marmudake no parece respirar, máxime cuando ese medio cartel vuelve a caer y la gente ya no lo recoge, lo pisa, lo aplasta sin recordar a este perro con una muerte fría y exenta de sentimientos.

Ni un minuto de silencio, ni siquiera un lamento sólo un alma caritativa que lo recoge y fija junto a su otro medio cartel que todavía permanece en pie, luchando como la multitud, pues tras pasar el duro pasillo queda la puerta aún más estrecha. Y por fin llego a la sala todavía no repleta pues aún queda mucha gente fuera, un lujo pues puedo elegir sitio, decantandome por una butaca cerca del pasillo mientras a mi llega un suspiro, pobre Marmudake. Tras superar ese atisbo de tristeza por ese jodido perro que ni conocía, observo como por la puerta aparece un argentino repleto de propósitos y encomiendas:
- Está mal distribuiiiiiiida la saaaaala – dice a manera de lamento tras reparar como la gente corre en busca de su ansiado asiento sin seguir un orden ya preestablecido por la propia entrada.

Y pienso yo, a que llama distribución este hombre a sentarte donde te salga los cojones, a correr por un pasillo pisando e intentando no ser pisado para que luego el libre albedrío haga acto de presencia en una sala donde es preferible que nadie conozca a nadie, puesto que los grupos de más de cuatro personas a ciertas horas parece imposible que consigan sentarse juntos. Pero esto es Ibiza y estos son los cines Serra, unos cines que pasadas las nueve aún siguen dando trailers pues todavía sigue entrando gente y más gente que como piezas de tetris no encajan en los sitios libres, ya que cada vez es mas difícil casar a esas tres o cuatro personas que permanecerán alejadas de sus semejantes, para ser presa fácil de estos vampiros que se lo tienen que estar pasando de puta madre por este desbarajuste con ya más de media hora de retraso.
Y por fin comienza el espectáculo, el chocheo vampiresco con los lobos de por medio, ahí Lobezno si estuvieras ahí, con tu adamantium les cantaría las cuarenta, pero es lo que hay, colmillos y besos, y de vez en cuando unas cuantas ostias para arreglar todo ese misterio.

Tras la película vuelvo a casa, ya casi las doce de la noche, hora de la luna llena y de las mierdas vampirescas, por lo que ceno rápidamente y me acuesto para dormirme más pronto que tarde, no sin antes leer unas hojas de “Animal Tropical” de Pedro Juan Gutierrez.

Documentos Inéditos (VIII)

01/07/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)

A veces la curiosidad no deja ser más que un sádico enemigo de la realidad, pues nos muestra las cosas tal y como son, sin ningún tipo de escrupulos, quizás buscando un didactico escarmiento para no chocar varias veces en la misma piedra.

Esa es la conclusión que saco de esa discoteca llamada PRIVILENGE cuya fiesta THE FACE me pareció una puta mierda. Pues como un coche los accesorios eran más que convincentes, un trapecio para que desde el techo una bailarina hiciese macabras cabriolas y gestos, una barra americana con las gogos más espectaculares que te puedas imaginar, un decorado formado por esas antorchas que escupían fuego, una pantalla gigante para llamar tu atención una y otra vez con esa cara que daba nombre a esta curiosa fiesta.

Todo era correcto, bueno todo no pues al contrario que los accesorios lo que venía de serie era más de lo mismo, como cualquier otro sitio la dichosa música House destrozaba mis timpanos tras esa ajena musicalidad que la caracteriza.
Pues si la solución consiste en lo que se llama ir “hasta arriba” lo mismo te da Privilenge que el más putrefacto cuartucho de la esquina.
Pues la gente no era gente, eran almas sin pena que levantaban los brazos pidiendo auxilio, silbando, pero realmente ¿tenían conciencia de lo que estaba pasando?, ¿su cuerpo, sus impulsos y todos sus movimientos eran realmente controlados por ellos mismos, o por una triste imagen formada por las más grotescas sustancias que recorren tu cuerpo buscando el alimento que te transforme en algo bastante distinto de lo que eres tú mismo?, no lo se pero lo cierto es que yo pensaba que ese puto ruido que algunos familiarizan con la música y que llaman a modo de sorna sónido House sería algo diferente en otro sitio, en otro local con más reputación o más fama o en otra habitación alejada de ese espanto.

Pues yo creía que no me gustaba porque el que estaba arriba escondido en los platos, en las más insulsas mezclas sólo era un desastre que ni valía para sofocar ese brutal esperpento que consiste en esconder las melodías de otros bajo unas bases que se acumulan heterogenamente para tarde o temprano detonar sin pudor alguno uno de los más atroces ruidos que la humanidad ha conocido.
Pero siempre he sido un insensato y hoy mis dudas se han disipado, donde no hay no puede haber y es inútil contrarrestarlo con esperanzas vanas.
Quizás la fiesta no valía una mierda pues a pesar de contar con bastante gente para lo que es este inmenso recinto se podría decir que eramos cuatro gatos, la mayoría bastante pasados, pero cuatro gatos al fin y al cabo. Quizás el que pinchaba siendo claros no valía ni para tomar por culo, o quizás y simplemente sea que no me guste ese género que no se por qué lo llamo así porque cuando das la enésima patada a un bote el resultado no es una sesión de esas, sino básicamente un continuo dolor de cabeza. Posiblemente todo sea fruto del desconocimiento pues no me sorprende la colonia que nos ofrecieron en uno de los garitos del Puerto, pues el llamarlo garrafón se convertiría en algo más delicado que un injustificado piropo.

Posiblemente por eso lo que más me llame la atención de todo es esa escasa media hora que soporté en esa discoteca llamada Privilenge, pues si algo era más que evidente para todos los compañeros es que lo que había sobre la mesa no eran nuestros sueños ni nuestros deseos sino una puta mierda destilada a base de la más cruel de las resacas. Ni tampoco me sorprendió que ese mínimo pasillo que forman las calles del puerto se convirtiera en un autentico acoso por parte de esos que llaman relaciones y que sólo demuestran que rinden un culto excesivo a la pesadez y al mal gusto. A pesar de que las mujeres que te acechan son dignas de un homenaje, pero mira al pan pan y al vino vino y una cosa es llamar tu atención y otra es arrebatar de tu espacio un momento que haces tuyo.

Sin embargo lo más importante de todo es que allí estuvimos los compañeros, cada uno de un sitio y de un lugar, con más o menos afinidad entre nosotros, pero no por ellos no vamos a aguantar el tipo dando todo lo que tenemos, pues cojones somos funcionarios que menos.

Y poco puedo decir de la mañana, pues con tanta playa, tanto sol y tanto calor mi imagen se aleja mas y mas de ese singular blanco que me dominaba por siempre jamás.
Pues todo cambia y no tengo porque ser la excepción en todo lo que me propongo, de vez en cuando sigo a la gran masa y generalmente el verano va seguido de cierto color más cercano al moreno que al blanco mortuorio.
Sin embargo el sol calienta sin necesidad de tumbarte en la playa pues simplemente salir a comprar tiene sus consecuencias, como me ha ocurrido al mediodía, con el aire que te azota, con los rayos del sol cuando golpean tu cara, en tus brazos o en aquellas zonas de tu cuerpo desnudas y no tapadas; pues todas ellas son victimas del poder infernal que supone la exposición al astro rey.

Menos mal que el Hipercentro de la carretera de San Antonio cuenta con ese salvador aire acondicionado que te da ese pequeño respiro para pensar friamente lo que vas a comprar y para descansar de tanto bochorno y tanto calor sin sentido. Pero no todo es jauja pues cuando sales por la puerta el sufrimiento olvidado se postra frente a ti por partida doble pues cualquier cambio que se torne en agradable siempre es más llevadero que esa caída al fuego de los infiernos que parece convertirse el aparcamiento que rodea el Hipercentro.
También el interior del “OLO” pues nada ni nadie podemos escapar de este bochorno. Tampoco la casa se libra a pesar de esa dulce brisa que en ocasiones cruza mi habitación y que yo inocentemente, como un niño de tres años, trato de cogerla, de atraparla y hacerla mía en mi mano, bajo el puño cerrado pues me gustaría que permanentemente hiciera eco de mi ese agradable fresquito que entra y huye, que siento y al instante desaparece.

Poco tengo que decir ya en un día escrito una semana después, pues sólo recuerdo esa discoteca bajo una noche de jarana.
Ya no sigo apuntes pues a veces no tengo tiempo ni de eso, pero me alegro pues la teoría a veces peca de resolver la vida alejado de cualquier problema, ya que bajo mi punto de vista hay que estar dentro de un contexto para tener la completa sensación de que lo que piensas pueda tener ciertos cimientos.

Documentos Inéditos (VII)

30/06/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)

Y hoy toca excursión nada menos, con la “Pandilla Playera” siguiendo la dirección que nos lleve el instinto primario del divertimiento. Por eso me levanto más pronto de lo que tengo acostumbrado a ese continuo raciocinio entre lo que es y lo que no, entre lo que debería hacer y lo que no he hecho. Pues todos somos esclavos de nuestras decisiones y ese continuo avance del reloj hasta el mediodía a veces tiene sus excepciones, como la de hoy.
Pero no me levanto atosigado por el cruel rumbo de las circunstancias sino que las dejo de lado, las abato y las tiro a la basura, como a mi pereza, esa ingrata cualidad que a veces no puedo con ella. Me siento orgulloso de haber encontrado una pandilla, la Playera, con la que pasar buenos ratos y reirnos con las pequeñas cosas de la vida, un chiste, una frase hecha, una situación sin importancia y de ahí surge la sonrisa, eso es lo que tiene la vida pero joder es tan difícil encontrarlo.
Pues la realidad es tan compleja que los hay que para comprenderla tratan de complicarla, o eso creo yo, pues en ocasiones los lazos entre las personas son tan tenues como el agua que siempre escapa de tus manos, pues no por ser diferentes nos debemos escudar en las malas acciones, en el nosotros mismos, en la impermeable apariencia. Por eso la comodidad en un grupo es lo más envidiable, el ser tu mismo sin hacer daño a nadie abriendo la cerca para descansar de esa batalla que significa que no te conozca nadie.Y yo estoy comodo así, no se los demás a que aspirarán… a estar continuamente jodiendo y tocando los cojones, a amargarse tras una cara impálida y embustera de la que nada esperas, a creerse los mejores viviendo en la continua apariencia, a coquetear con los embustes sin distinguir su realidad de aquella con la que juegan, a hablar sin ayudar, a mirar y mirar sin reconocerse a si mismos su propia debilidad. Por eso me siento orgulloso de tener este día de playa y romper en añicos esa soledad que a veces nada te ofrece, pues la continua linea de encerrarse en sí mismo puede convertirse en infinita y como tal hay que romperla en añicos.
El saber distinguir hasta donde puedes llegar con tu compañera la soledad. Pues todos somos humanos y es lógico echar de menos a familiares, a colegas, a los antiguos recuerdos pero coño no vamos a estar todo el puto día encerrados escribiendo gilipolleces en un puto diario.

Y tras vueltas y más vueltas por un perdido itinerario por fin conseguimos llegar a Cala Serra. Vista desde arriba un impresionante paisaje, de agua verde y cristalina y arena maravillosa visto desde abajo tras la angustiosa cuesta de tierra, todo se hace más real incluso la belleza. Pues justo antes de la orilla una construcción inspirada en el medio hacer obstaculiza los arboles en su continua aspiración por lograr de esa cala algo más que un simple lugar donde dejar la toalla.
No se que será, si la ley de costas, si los más justos remordimientos, si la caída del capital o sencillamente un paso atrás en el ayer especulativo pero ahí estan esas ruinas incluso antes de llegar a ser un futuro edificio.
Obviando ese detalle la cala es impresionante y la costosa bajada merece la pena, sin embargo hay algo con lo que no se contaba, las medusas. Por un instante pienso en comprarme un sacamedusas, pero con eso no voy a ninguna parte, pues sacas una y siguen todas, la envidiable multiplicación de una especie que menos mal no es la humana. Sin embargo en estos momentos joden un huevo, pues ahí estamos de frente y mirando, es cierto un idílico paisaje bien plasmado en una foto, pero que hacer con este calor transformado en sudor, que hacer con el vapor que surge de mi cuerpo, pues salir de aquí echando leches. Para comer decidimos acudir a un vegetariano, nada de carne dice en su cartel diario, y lo que podría ser pajaro de mal agüero acaba siendo todo lo contrario, pues la ensalada resulta muy apetitosa y la porción de pizza bastante apetecible, ni que decir de los postres.
Tras el café con hielo una agradable partida a ese juego de cartas que tanto nos seduce, el UNO, esta vez con un nuevo integrante en el grupo, nuestro gran amigo el “Bohemio y Soñador”. Para terminar la excursión nuestro querido amigo el “Bohemio” nos conduce a un inhóspito paraje bautizado por el mismo y por tanto también por nosotros como Cala KiKi;
- ¿Y por qué le has puesto este nombre? – le decimos cariñosamente.
- Porque la primera vez que vine había dos perros haciendo … digamos actos indecorosos, vosotros me entendeis ¿no? – nos responde riendose efusivamente.
- Si, si te entendemos …
- Es que no paraban – nos sigue apostillando por si no había quedado claro.

Sin embargo Cala Kiki también tiene sus peligros como esas dos hippies completamente desnudas rodeadas de perros, y no lo digo por los perros ni siquiera por ellas sino más bien por las pulgas que corrían por la furgoneta, que estacionada en la orilla para ellas era su guarida.
Y digo yo, de vez en cuando habrá que lavar las cosas, no me refiero a pasar paño y balleta continuamente pero al menos hacer algo, aunque sólo sea para no rebozarse en la mierda. Pues todo allí eran sombra curtidas en la más negra espesura, donde huir es completamente imposible pues nadie tiene tanto aguante. Perdón, casi nadie.

Y tras Cala Kiki nos despedimos, mientras nuestro amigo el “Bohemio” nos conduce por el verdadero camino, pues hay veces que las personas nos convertimos en más personas, sobre todo cuando entre reina en buen ambiente.

Documentos Inéditos (VI)

28/06/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)
"Se ama una ciudad si allí has sido feliz y has sufrido. Si has amado y odiado. Y has estado sin un centavo en el bolsillo, luchando por las calles, y después te recuperas y le agradeces a Dios que todo no es mierda. Si no tienes historia donde vives eres como un grano de polvo volando al viento"

No hago más que dar vueltas a esta frase, extraida de mi última lectura, “Animal Tropical” de Pedro Juan Gutierrez, la leo de nuevo, la subrayo y me hace pensar. Es importante que un libro te haga reflexionar, pues no sólo las palabras sirven para ser meramente leídas sin encontrar un sentido en las mismas sino que también es importante que estas te lleguen, te busquen y te hagan despertar de esa autocomplacencia consentida; el leer por leer nunca ha sido mi fuerte, por eso escapo de la cantidad, decir he leído tantos libros como si de una competición se tratase no tiene nada que ver conmigo, es por ello que me tiro largas temporadas sin una amena lectura, sin encontrar un autor que considere que me ofrece algo, que llene mi tiempo y mis deseos con algo más que incompletas frases compuestas por frías palabras.
Es por eso por lo que subrayo esta frase, pues me recuerda a ese Madrid que tanto echo de menos, esa puta ciudad llena de gente, de locura en ocasiones desenfrenada, con su incansable actividad, su orgullo, su miseria y ese don para poder respirar en libertad, pues nadie te conoce pero te respetan basandose en una extraña y envidiable frialdad que a los que no viven allí les choca, alejandoles por completo de una idea tan vana como la de vivir en ese infierno de urbe; sin embargo a los que nos hemos criado, los que hemos amado y convivido bajo su aire contaminado nos deja marcados para toda la vida llevandola en el corazón para siempre. Pues sus ratos buenos son imborrables, también los malos momentos dejan huella pero todo es valido si con ello se forja el carácter. Quiero a Madrid tanto como lo odio, a partes iguales, es el buen hijo, el buen amigo, ese alguien con quien emborracharte pero también el kinki o el macarra que quiere atracarte, el mal compañero o ese que te aplasta con sólo mirarte, eso representa Madrid y se hace cada vez más lejano, sobre todo cuando a ti vuelven momentos no tan agradables.
La historia es esa y no me hace falta ninguna foto que complete mis recuerdos, pues se que siempre estarán allí como el paso del tiempo, escondidos entre pequeños huecos invisibles pero siempre disponibles.
¿Qué papel tendrá Ibiza en esa pirámide de continuos sentimientos?, desde luego no espero hacer historia pues me conformo con recorrer un camino y hospedarme bajo imborrables recuerdos, sin embargo no hay que ser adivino para reconocer que esta puta isla tendrá un rinconcito en mi castigado corazón y que la llevaré conmigo como una madre coge de la mano a su hijo, y que la echaré de menos pues si algo he hecho es tener la enorme fortuna de conocer gente de lo más agradable y que suspiraré por ella, sin lagrimas pero con tristeza, cuando coja la puerta que me conduzca quizás a Mallorca, quizás a Cadiz, quizás otra vez a Madrid, a un lugar donde el invierno no sea tan frío, donde el bajón de la dura lluvia no rompa mi alma tras el frío fantasma del pasado, pues afortunadamente poco queda ya de ese invierno extremo plagado de frustración y de continuos viajes, buscando un lugar no tan frío como lo es por esa época esta isla llamada Ibiza y que yo cariñosamente la llamo puta isla de mierda.

La lluvia y el bajón de media tarde todo un contraste con el sol de la arena, tras una playa bajo un paisaje, con sus aguas cristalinas y esa vista tan excepcional como idílica, así son los extremos en esta isla. De cero a diez no existe término medio. Es por eso que sólo quiero disfrutar del verano, sin mirar ese desconcertante pasado y sin preocuparme por ese futuro invierno que bien podría romper de nuevo mi ánimo. Sin embargo hay aspectos de la cotidianidad que se vuelven habituales como esos polipos mañaneros que provocan que me despierte con una nariz que simula la de un castigado púgil tras una velada de boxeo algo desconcertante. Una nariz que esconde unos pólipos que bien podríamos otorgarles el título de inmensos o bien extremadamente grandes, según se mire, pues no hace falta fijarse mucho para darse cuenta que de estas narices sobresalen dos mocosidades acuosas e intermitentes que simulan un manantial de incesante vida.
Es por ello que decido ir de una vez por todas al médico, pues ya va siendo hora de acabar con estos chinches y no existe otro remedio que esa ansiada medicación que pueda salvarme del horror y del suplicio que significa llevar a cuestas a estos dos miserables. La fábula de las oportunidades, pues ellos ven una salida a su condena, atados a las narices han alcanzado la mayoría de edad y quieren ser libres, pretenden descubrir el nuevo mundo, ver la vida más allá de estas paredes nasales; el sueño de la libertad lo llaman y por esa razón es por la que gritan, pues sólo quieren despertarme cuando estoy durmiendo, al igual que cuando estoy comiendo quieren su parte o cuando estoy en la playa no cesan de reivindicar un nuevo bronceado que acabe con ese blanco del que hacen gala.
Sin embargo al igual que ocurre con nosotros se creen inmortales cuando sólo somos inútiles ignorantes, pues podrían vivir tranquilos alejados de absurdas reinvidicaciones, disfrutando de lo que tienen a mano, viviendo con humildad bajo esas fosas nasales. Pero no es su objetivo por lo que hay que hacerles retroceder, como yo he retrocedido en mi absurda idea de aborrecer los hospitales, de ir al médico a menos que sea más que necesario, de no pisar un ambulatorio por temor al horrible hedor que destila su aire. Y ahí estoy yo en una sala de espera junto a siete u ocho extraños que parecen admitir que se encuentran enfermos, ahora bien quien no está enfermo de algo, con esas profundas cicatrices que se aferran a un carácter que te acompañará toda tu vida y hará de ti o bien una gran persona o bien un completo indeseable.
La vida es una jodienda que a todos nos enferma pero que no todos soportamos de igual manera. Los hay que callan sus temores para lavarlos bajo la cuerda de sus pensamientos, los hay que se abren con más facilidad sin miedo a dejar escapar todo aquello que les ata y les retiene, los hay que ven el vaso medio lleno bajo una inútil apariencia; pues la vida es una jodienda como he dicho antes donde no hay más remedio que hacer tripas corazón y tragar con todo, hacer frente a las adversidades con el deber aprendido de soportar y soportar todo lo que el cuerpo aguante. Hasta que llega el límite por el cual el cuerpo o la mente dicen basta, pues están cansados de esa experiencia digna de castigo que en ocasiones puede suponer el respirar, el vivir, el soñar…
Sin embargo aquí no hay nada de eso, pues sólo estamos los enfermos molestos, los que queremos que nos atiendan cuanto antes sin mirar a ninguno de nuestros semejantes, pues sólo buscamos la facilidad del instante, un simple catarro, un grano en alguna parte, un picor en no se donde o como en mi caso unas recetas que acaben con estos dos elementos que no dejan que respire por una nariz cada vez más colosal y grotesca. Vamos que tenemos prisa porque quiero comprarme ropa, porque quiero ir a la playa, porque tengo el cocido a medias … ¿qué clase de enfermos somos? de medio pelo, los protestones, los tocapelotas y ahí es donde yo me muevo como pez en el agua. Con mi gente los inofensivos sacapuntas, pues que otra cosa vamos a hacer sino sacar punta a las cosas. Si no ahí está la elementa que tengo a mi izquierda, protesta y protesta, incluso parece que tenga azogue, se sienta y al rato se levanta, no la entiendo lo que dice pues habla algo que bien podría ser ingles, yo no estoy seguro y me decanto por permanecer victima de la más completa ignorancia. La mujer se agacha, gesticula no se donde le picará y tampoco me quiero acercar mucho no sea contagioso pues ya tengo una picadura en la pierna que jode tanto como rabia. Ahora se levanta y parece que corre, sólo parece, menos mal pues se habría llevado por delante las plantas que adornan el pasillo. Frente a mi un hombre relee el periódico mientras calcula en su cabeza el tiempo que le queda para salir de esa sala de espera que tan amplia se hace. También hay un crio que juega, la infancia se resume con un solo coche, ya es feliz pues no quiere más, el conformismo de la minoría de edad.
Y por fin parece tocarme a mi, una consulta rápida, unas recetas y la puta medicación que acabe con esos jodidos polipos, pues sólo se resume en eso.

De vuelta a casa preparo la bolsa y me acerco a playa en Bossa, pues ahí están los “Profesionales de la Playa” bajo una sombrilla, ya que tras haber acabado el sol con el aire no estamos para hacer actos suicidas y traspasar el límite que nos arrastra desde el lado oscuro del moreno a las ascuas de la piel quemada, pues como todo, el “vuelta y vuelta” puede tener sus consecuencias. ¿Pero qué no tiene consecuencias? la vida se mueve en una continua causa-efecto y nada parece ser completamente bueno ni malo, dominada tras esa palabra llamada “moderación”, algo que no deja de ser algo tan impreciso como ambiguo, se nos condena antes de cualquier momento de disfrute. El límite es esa fina linea que te hace caer en la peor de las desdichas, pues si es aconsejable hacer deporte el de alta competición puede ser contraproducente, pues si comes todo tipo de alimentos ten cuidado con las cenas abundantes, con esos ardores, esa tripa inflada, ese malestar en la cama, pues si es bueno dormir tus horas tampoco te pases pues el propio cuerpo se cansa; todo parece ser un plan estudiado basado en un objetivo que es el miedo pues esa fina línea tan inapreciable como invisible, no es más que una ilusión que se agolpa en tu cabeza y te posiciona en el límite del bien o del mal. Hagas lo que hagas te puede llevar al vacío, joder vaya una vida repleta de enemigos.

Tras esconderme del sol en playa en Bossa me acerco al gimnasio, no por una devoción casi secreta a las pesas sino principalmente por no gastar agua en casa pues mi cuerpo sólo es una silueta rellena de arena, como un filete de carne empanada, todo caliente y cubierto no de pan rallado sino por arena y más arena. Un grano, dos granos y miles de granos dan forma al hombre arena, una silueta de lo más efímera puesto que lo primero que hago una vez cruzo la puerta es darme un salvador baño. Con el agua cae la arena rumbo a un desague que les conducirá a alguna parte. Y ahora toca la sesión de pesas, cada vez más pesada pues me canso con nada, miro y miro el reloj mientras los minutos pasan simulando las horas. Para terminar un nuevo baño cuando ni siquiera he sudado, pues lo mejor de este gimnasio, sin duda, es esa ducha bajo un agua que brota a una temperatura casi perfecta.

De vuelta a casa y tras una comida ligera tomo dirección Cala Sarraca, cada vez más mis impulsos me conducen al norte de la isla, lo que se llama Portinax. Las calas que conforman esta zona me parecen extraordinarias y muy adecuadas para ese entretenimiento que me he buscado y que parece llamarse snorkel, pero que para mí no es más que ver peces, plantas y de vez en cuando tragar algo de agua. Tras aparcar con comodidad en Cala Sarraca observo como la playa está plagada de medusas, mi valentía puesta a prueba aunque yo lo llamo inconsciencia, por lo que decantandome por este último termino opto por una sabia decisión que no es otra que tomarme una Coca-Cola fresquita en ese garito que regenta una camarera con los ojos más espectaculares que he visto en esta isla de mierda. Sin embargo, antes escucho las confesiones que un valiente nadador hace a una familia de turistas:

- No se metan ustedes y menos la niña el agua está plagada de medusas. Más allá no te puedes ni acercar. Esto es indignante, estos del PP se han cargado la isla. En los ochenta si estaba bien, pero ahora … han acabado destrozandola.
- ¿Pero están todas las playas igual? – le comenta la madre de familia
- Las del norte casi todas. Salinas y Es Cavallet igual. Las que menos las de San Antonio. Se están cargando los atunes y las tortugas de mar, por eso hay más medusas. Estos del PP dan concesiones a todo el mundo y así pasa que están destrozando la isla. La gente se va a Turquía, les sale más barato y se puede bañar. Yo vengo porque me gusta la isla. Todos los años desde los ochenta llevo viniendo pero cada vez va a peor. La culpa es de los del PP, perdonen si son ustedes del PP pero aquí han jodido todo.
- NO, NO … - le contestan rápidamente, aunque no se si pensando la respuesta antes de una amable contestación o bien sincerandose como un niño lo hace ante su querida madre.
- La isla la han destrozado estos del PP, aquí en Baleares han hecho mucho daño. Lo único que quieren es llevarse el dinero.
- Si pero lo de robar lo hacen todos, tanto uno como otro partido. Lo que pasa que la ley de costas no se respeta mucho por aquí – le contesta la madre de familia dando un nuevo giro a la ocasional y grata sinceridad.
- No, si robar roban todos el PP, el PSOE y los de IU porque no pueden. Pero los del PP aquí se han puesto las pilas, ¿ustedes de donde son si no es indiscreción?
- De Valencia.
- Buff pues ahí el PP …

Y ahí les dejo en su cruzada de lamentaciones por un planeta que sigue un rumbo que quizás le conduzca a una merecida autodestrucción. No se si por las medusas, no se si por los rayos del sol tras la cada vez menos solvente capa de ozono, no se si por ese polémico cambio climático, o por el 2012 … no lo se, ahora bien lo que es cierto que nosotros los hombres seremos los primeros culpables. Pues vivimos al día en nuestro estilo egoista y cada vez menos altruista, nos importa un “huevo” las consecuencias, incluso las nuestras, pues estamos exentos de un purgatorio donde extirpar nuestras penas. Somos presa fácil de la codicia, de la idiotez y el materialismo, autenticas máquinas de hacer dinero, crueles monstruos sin dignidad que destruyen lo más humildes sueños, dictadores en su vida y en sus empresas, altos cargos que adoptan el rol de sucios ladrones o como aquí turistas embadurnados en su grotesca apariencia que como fantasmas son dominados por un ridículo espejo del que escapan pues no son capaces de digerir sus miserias.
Como escapo yo del calor de la arena, de las confesiones de una cala cada vez menos llena, de un sol que cae bajo el vacío que le hacen las enormes piedras que pueblan el paisaje y es cuando me despido de esos ojos y de esa camarera; sonreímos, sólo hay eso aunque ese vividor argentino que se encarga de las tumbonas y sombrillas vea algo más a través de sus gafas negras, pues no para de observarme. Quizás debería limpiar sus gafas pues como los sueños el despertar del sol te hace ver la realidad.

De vuelta a casa, con tiempo para una ducha, un aliviador after sun y una mínima cena, para caer frito por el calor de un verano con alegres consecuencias. No creo que vaya a Madrid pues me encanta eso que llaman independencia, el gusto de vivir sólo se sirve en la mesa y por fin adopto el rol de comensal, por eso lo saboreo y lo disfruto, unas veces más otras menos, y aunque pudiera estar soso, quemado o falte algún ingrediente todavía estoy aprendiendo a peregrinar bajo una realidad tan sincera como este incontrolado diario que escribo cada vez más a destiempo, pues si algo también quiero es disfrutar de este verano, disfrutar de todo lo que estoy viviendo

Documentos Inéditos (V)

27/06/10 DIARIO DE UN IBICENCO
(From Ibiza with Love – Tribute Lisbeth Salander)

La noche en el curro se convierte en una autentica pesadilla, la habitación donde me encuentro hace las veces de sauna, sobrevivo junto a una máquina, una maquina proveniente del mismisimo infierno, su puto ruido se convierte en la mayor de mis heridas, se hace interminable, indescriptible, como un rayo me atraviesa el corazón seguido del peor trueno que pueda retumbar en mi cabeza. El hedor del sonido se hace constante, un eterno castigo para el que lo habita, pues no me deja pensar, está dentro de mi, se mueve por mis jodidas entrañas, provocando las primeras arcadas fruto de esta indescriptible agonía.
Es inagotable, me corroe la impotencia, pues la puta máquina me impide reaccionar, no soy lo que soy, ni siquiera lo que era, ni mirar fijamente puedo pues mi estómago es fruto de las más terribles nauseas. El mareo, la angustia, la más cruel desesperación y esa puta máquina es parte de mi y no puedo escapar de ella, ni yo ni la jodida humanidad. Pero debo salir como sea por esa puerta, ser libre; a los presos de Guantanamo les ponían continuamente música de los metallica a toda ostia, a nosotros los currelas nos atan a la puta máquina de las desdichas y el ruido nos derrite bajo las perdidas lagrimas de una lenta agonía. Me cago en la madre que los parió, cabrones sois unos cabrones.
Escapo de la habitación, no puedo más. Estoy hasta los huevos, me siento en el pasillo y una jodida cucaracha de casi veinte centímetros trata de desafiarme, parece que desciendo a las cloacas, puta degradación de la empatía humana. La piso sin aplastarla, pues no quiero llenar la suela del zapato con sus tripas descompuestas por el más justificado de los ataques nocturnos. Ella se debate entre la vida y la muerte, yo entre el puto sonido, el de dentro de la habitación y el del pasillo, pues sendas máquinas muestran sus armas. Continuos ruidos, continuas llamadas a las armas. Jodería todas las máquinas, pero ello no me devolvería la dignidad humana.
Se que ellos quieren joderme, que sea presa de mis lamentos, amargarme la puta noche pues más no pueden, pero debo controlarme, sentir que valgo algo, que dentro de mi existe alguien capaz de sobrevivir a ese puto ruido y que tras esta insufrible noche habrá algo por lo que merezca la pena luchar, por lo que aguantar, no se el que, pero debo creer que hay un algo y ese algo merece la pena. Por eso otra vez paso dentro del puto garito, para controlar mis impulsos y convertirme en más racional, para anticiparme a los efectos de una causa tan justificada como perdida, para mirar una y otra vez el reloj sin poder empujar ni a los minutos ni a los segundos y mucho menos a las horas.
Podría pensar, que he hecho yo para merecer esto, pero la humanidad nunca cuidó de su conjunto. Sólo miramos por nosotros mismos y el sufrimiento sólo lo padecemos cuando entra por nuestra puerta, pues somos egoistas y despreciables, como lo es quien manda sobre la humanidad, sobre los pueblos, sobre las vidas, sobre los sentimientos, quien mandó poner la puta máquina sin que le importaramos una mierda.
Una vez dentro a mi cabeza nada llega, el todo se vuelve a convertir en la peor de las carencias pues de esas cenizas se hace la nada, y de la nada la nada... y ese puto ruido se vuelve a convertir en la totalidad más sangrante, como una puñalada mortal el ruido me debilita sin poder encontrar un momento de auxilio, sólo pido un respiro, pero no tengo ni eso.
Donde están los sindicatos pienso, jugando con nuestro sueldo, cubriendose por el esfuerzo ajeno, holgazaneando o viviendo del cuento. De engaños se nutre la tierra, de embustes el cielo y es por eso que llega el mal tiempo. La buena cara es para los debiles, las continuas quejas para los amargados, la cabeza abajo para los cobardes, ¿y yo que soy aguantando este interminable castigo tras las tinieblas de la noche?, sólo alguien que escribe, que lamenta todo, que siente rencor por unos instantes, pero que olvida como pasan los días como sufre la noche. Sólo un berrinche, un tonto enojado, un indefenso idiota, que no necesita tener las manos atadas para darse cuenta que no puede cambiar nada, eso soy yo en estos momentos, o quizás para la vida entera.

Nunca he tenido más ganas de escribir esto: “HE SALIDO DEL INFIERNO”.

Sin embargo estoy roto por las atroces consecuencias, personificadas en un prolongado dolor de cabeza y una absorvente debilidad que me arrastra hasta la más absurda de las profundidades.
Tras un prolongado baño mi conciencia hace mella, pues debería desayunar, debería limpiar, poner la lavadora … pero sólo quiero dormir, dormir y olvidar. Sólo un rescatador sueño pondrá fin a toda las atrocidades que la raza humana comete sobre sus semejantes, las heridas cicatrizarán, las lesiones dejarán de estar visibles para ojos inexpertos y aunque el cansancio todavía flote las secuelas se esconderán bajo las piedras como así lo hace el inútil ego del desengaño que nos acompaña por toda nuestra travesía. Ni gritos ni murmullos, sólo la entrecortada respiración del que es presa del sueño, los ojos cerrados, relajado bajo el descanso más eterno.
Y no será hasta pasadas las dos del mediodía cuando de nuevo mi pie toque tierra, la verticalidad del que parece despierto, andando de nuevo bajo el natural estado de sonambulismo, una nueva mirada de nuevo al espejo de las desdichas y el espejo del baño no me muestra mis heridas, todo ha sanado o bien ha sido escondido bajo la peregrina idea de la impotencia.
Nada puedo hacer salvo disfrutar estas vacaciones que hoy comienzan y sólo con el olvido, sin el más mínimo resentimiento, disfrutaré de lo que ellos no disfrutan, de la sencillez de la vida, del vivir sin hacer daño a nadie, dejando vivir sobre todo dejando vivir.
La verdura a la plancha y el café con hielo parece sentarme de maravilla, ni siquiera me creo merecedor de una siesta pues parezco sanado y listo para una limpieza de baño y habitación, todo por un mañana más libre, sin ataduras ni excusas por no tener tiempo para disfrutar del momento. No vivo al día, sin embargo de vez en cuando me anticipo a ciertos acontecimientos, no planeo nada pero no por ello caigo en la imprudencia. Barro y paso la fregona a los suelos de mi habitación y el cuarto de baño, lo que antes era negro ahora se convierte en un blanco correcto, acabo con la roña sin hacer apología de la violencia sólo con la sabiduría y la ya experiencia. El blanco de los suelos hace más llevadera mi estancia en estas cuatro paredes no es nada xenófobo quitar el negro, pero yo no tengo la culpa que la roña, la pelusilla y los numerosas manchas que impregnan las baldosas opten por elegir ese color como acto de presencia.
Así tras media hora enfrascado en esa tediosa labor oigo como desde el comedor comienza el partido de Argentina – Mejico. Intento verlo o eso creo pues las interferencias cada vez son mas frecuentes máxime cuando mi compañero de piso ensaya sus monólogos desde el otro lado del sofá, así los primeros minutos de partido son un constante deambular entre la especulación y el embarullado juego de los dos equipos:

Oye, ¿Cuando vas a pillarte el piso?, ¿cuando te cumple la cuenta ahorro vivienda?, te lo digo porque hay comentarios que predicen que la vivienda bajará un treinta por ciento en tres años y a lo mejor te conviene esperar aunque pierdas dinero ahora con la cuenta ahorro vivienda. Ah que no sabes donde vas a vivir, por eso te digo que a lo mejor te conviene esperar. ¿Qué todavía te queda un año y medio? yo creo que no, miralo, para mi que va a ser menos. Qué hay que comprarse casa ya, nos hacemos mayores. Nos hacemos mayores, que ya no eres un chaval. Te queda ya poco tiempo tienes que pensartelo, si te quitan lo que te han devuelto y los pisos bajan más que eso te merece la pena comprartelo más tarde. De eso hay que darse cuenta. Que ya no somos unos chavales ...

Pero el deporte rey y su gran protagonista el gol, provoca un cambio de rumbo en esta amena conversación:

Joder vaya fuera de juego, mira mira. ¿qué lo estan poniendo por los videomarcadores?, es verdad y nada que no lo anulan, ¡jejejejeje!, y lo está viendo el arbitro. Joder vaya mundial, menos mal que me he traído las pipas y la cerveza para verlo. Pobrecillos los mejicanos. Joder el Marquez ¿a ver que le haces a Mesi, ahora que nos le joda para el Barsa?, tú fijate y son del mismo equipo. ¿Oye a qué playa has ido hoy?, yo he estado en Talamanca, menuda mierda. Pero si es pequeñísima. Hemos estado tomando algo en un chiringuito y había una tía con unas tetas. No llevaba sujetador y se le salían cuando se agachaba, cuando estaba tumbada se adaptaban bien a la camiseta, pero cuando se agachaba, se le salían, se le salían … como me ha puesto. Oye ¿al final han anulado el gol, no?, entonces para que quieren los videomarcadores. Ah pues sería por eso por lo que la gente gritaba. Jo, que tetas, que tetas tenía la tia esa tenías que haberla visto. Entonces han anulado el gol, ¿no?.

Pero el partido se vuelve más y más espeso, Mejico pierde la fe y Argentina continúa con su embarullado juego basado en su tripleta de ataque Higuain, Tevez y Mesi. Hasta que Higuain marca fruto de un fallo garrafal del defensa. Momento que aprovecha mi compañero de piso para despertar viejos fantasmas:

Luego dirás que no te gusta Higuain, pues mira ahí le tienes marcando. ¿Qué se la ha regalado el defensa?, pero si lo ha hecho de puta madre, menudo regate al portero. Decías tú que no iba a marcar, anda que si apostamos algo. ¿Tú le vendías a Higuain? y que ponías al francés. Tampoco te gusta el francés para el Madrid, coño y quien te gusta. Qué cabrón, Mesi dice. Mesi es del Barsa y no se vende. Pues Higuain es un buen jugador, mira está pichichi. Nosotros no le queremos porque tenemos a Mesi. ¿Qué no cambiarías a Mesi por Cristiano? yo tampoco, jejejejeje. Pero a Iniesta por Higuain, si. Joder son jugadores diferentes. Además que jugador en el mundo juega como Iniesta. NADIE, NADIE, NADIE …

Y el partido se vuelve soporífero, tras el golazo de Tevez, todo está sentenciado no así la conversación que sigue más viva que nunca. El continuo antagonismo que domina la absoluta cotidianidad:

Oye y al final ¿donde has decidido irte cuando salga el concurso?. A Mallorca, pero ¿vas a elegir más sitios?, claro tendrás que elegir más sitios; anda que si sólo eliges Mallorca y luego no te puedes ir, otros dos años aquí ¡¡¡jejejejeje!!!, lo que me iba a reir. Aquí metido de nuevo, otra vez despotricando de la isla. Al final me vas a dejar sólo, aquí “colgao” en esta casa tan grande. Que sepas que si te lias con una tia antes de irte tienes esta casa para follar siempre que vengas, que no me entere yo que estás en un hotel, no hay que darles ni un duro a estos ibicencos. ¡¡¡Qué me vas a dejar “colgao”, que me vas a dejar “colgao”!!! Anda que si luego no te gusta luego Mallorca, ¡¡¡jejejejeje!!!!, pues te vuelves a la puta isla. Como tuvieras que regresar, lo que me iba a reir. ¿Ah, que te irías a otro sitio?. A lo mejor te gusta Mallorca, lo que pasa que con lo que tú te quejas, lo veo difícil, ¡¡¡¡jejejeje!!!, que me vas a dejar “colgao”; oye te convendría ir a ver la isla antes por si no te gusta. Ah que de segundo vas a elegir Cadiz, pues yo me quedaba en la peninsula, nada de islas. La libertad del coche. ¡¡¡Qué me vas a dejar “colgao”, qué me vas a dejar “colgao”!!!, pues Cadiz no es una mala opción. Aunque también te quejarías, que veo yo que te gusta quejarte. ¡¡¡Que me dejas colgaoooooooo!!!!

El partido no tiene historia, un golazo de Tevez y más errores arbitrales, en un mundial del que aparte del extraño balón hasta ahora todo es olvidable, ni una estrella que brille por encima de los demás jugadores, ni un equipo que asombre por un buen juego … , sin embargo siempre hay una conversación, una frase hecha, una expresión, un algo que llene el vacio futbolistico, el vacio de un ibicenco- carabanchelero, el vacio de un comedor oscuro sin luz que refleja el panorama del futbol actual:

Oye tu ves el futbol sin beber nada, ¿no quieres una cerveza?, tomate una cerveza, hombre. Las del Eroski están cojonudas. No se como puedes ver el futbol sin tomarte nada. ¿Quieres pipas?, yo pipas y cerveza para ver el futbol. ¿Pero de verdad no tomas nada?, no se como lo puedes aguantar con la mierda de mundial que estamos viendo. Y encima los arbitros no dan una. A Inglaterra no le


han dado un gol legal. Eso he oído. Oye si no quieres cerveza bebe otra cosa. Tengo cerveza fría y del tiempo. Ah que no bebes nada. Oye deberías ir antes a Mallorca no sea que no te guste, Mallorca y Cadiz, no está mal, yo me quedaría con Cadiz, sin embargo deberías ir a verlo antes de elegir sitio. Como no te guste te quedas dos años metido en otra isla. En Cadiz al menos estás en la peninsula, pillas el coche y a tomar por culo. Me voy yo contigo si quieres y lo vemos. Ah, que conoces gente. Pues llamalos, qué haces que no los llamas. Qué los sitios hay que verlos antes, te lo digo yo, hazme caso. ¿Qué Ibiza no viniste a verlo antes?, claro por eso no te gusta, pero bueno tu te estas quejando siempre ¡jejejejejeje!, es verdad no vayas a verlo. Luego si no te gusta dimelo, jejejejejeje; me estoy imaginando cuando llegues, esto en Ibiza no pasaba. Al final vas a echar de menos a tu puta isla, ¡¡jejejejeje!!, que te vas Mallorca, qué te vas a Mallorcaaaaaaaa, ey. Esto en Ibiza no pasaba, seguro que lo dices cuando estes allí en Mallorca. Porque te vas a Mallorca, te vas a Mallorcaaaaaaaaa.

Y termina el futbol y sólo con una ensalada me sostengo, pues una cena ligera es más que suficiente para vivir este sueño de tener una agradable independencia que quizás no he sabido apreciar lo suficiente pero que poco a poco voy cogiendole cariño. Como si fuera un perrillo, un dulce animalillo, la acaricio y en ocasiones intento disfrutar de ella. Pues pasó el tiempo, como sin darte cuenta ya va para ocho meses que llegué aquí con más deseos que conocimientos, con más ganas que experiencia, con cajas y cajas de ropa, perchas, algún que otro libro y no se que ostias más, pero esto no ha sido suficiente pues aquí he comprado, he vivido, he respirado, he soñado … y espero haberme integrado pues algo se me ha pegado de estos ibicencos que huyen de las prisas, que sonríen pero no prometen y de una isla que entre unos y otros la estamos destrozando con multitud de obras especulativas, con mucho descuidado que arroja su mierda lejos de su vertedero y con un medio ambiente que sufre la ingratitud y el egoismo de los hombres.