Los Elfos

El otro día mientras navegaba por Internet observaba esas majestuosas vistas que se pueden ver desde mi habitación, edificios y más edificios con ropa tendida, principalmente toallas y bañadores, y palomas sobre todo palomas… todas cagando, moviendo la cabeza de arriba abajo, sobrevolando lo que para ellas parecía ser una frondosa pradera. Esto es Ibiza o es un puto antro, pensé. Sin el sonido de las olas, ni el agua del mar ¿en que se diferencia esto de cualquier otro lugar?
Me rascaba la pierna una y otra vez, no sabía si era a consecuencia de la picadura de un mosquito o por mi usual desvío psicológico a imaginar lo peor.
Por eso seguí dale que te pego por el único mar que hasta ahora he podido navegar sin aparente riesgo alguno, el océano de Internet; lo primero que hice fue entrar en el Facebook una vez más, como si la originalidad estuviera expuesta en cualquier escaparate como un artículo de lujo solo apto para ojos inquietos. Tras llegar a la página de inicio pude observar como ante mi se abría una aplicación que me invitaba a transcribir mi nombre en elfico; no se por qué lo hice, quizás por curiosidad, quizás porque estoy hasta los huevos de la puta humanidad y busque acomodo en otra raza más halagüeña, no lo se, pero de algún modo decidí plasmar mi nombre en dicho lenguaje. El resultado no me dijo nada, sin embargo me pregunté a mi mismo si realmente tengo yo alma elfica, por eso lo primero que hice fue obtener información de esta raza quizás no tan fantástica como a primera vista nos pudiera parecer.

Según los entendidos tienen sangre inmortal, bueno tampoco es algo extraordinario los hay que la tienen de horchata, los hay con mala sangre, los hay que conservados en formol ni siquiera hacen uso de su sangre, pues para que les vale. En cuanto a la inmortalidad, coño quien quiere vivir eternamente, evidentemente si es a tu ritmo, sin problemas y rayando una felicidad que colme las más humildes aspiraciones no creo que nadie se negara, pero la vida no se reduce a eso, pues por el camino también hay decepciones, castigos y contrariedades. Y eso es mucho cuando hay que soportarlo eternamente. No es lo mismo estar eternamente jodido que vivir cojonudamente. Por eso me lo pensé y no supe que decir, la propuesta parecía envidiable pero como todo también tenía sus contras, el continuo péndulo del si y el no por el que transcurre la vida, el todo a medias derrotado por un blanco y un negro que no dejan de encarnar los terribles extremos.
Seguí buscando información, no era para menos, de algún modo me atraía esta raza fantástica, por eso cuando leí que solían vivir en campamentos habitados por no más de 100 o 200 elfos pensé que podrían estar aquí viviendo en cualquier camping o incluso en estos horrendos edificios, pues de algún modo cuando llega el invierno aquí en esta puta Isla de Mierda no somos más que eso, cuatro gatos que bien nos podríamos pasar por elfos.
Seguí leyendo y algo me llamó la atención, pues según los más versados en la materia esta gente se caracteriza por ser muy individualistas, eso me atrajo, pues siempre he abrazado el libre albedrío, sin embargo mientras continuaba leyendo algo hizo caer al vacío mi tenue esperanza, pues dentro de unas normas mínimas y básicas todo giraba en torno a la música y al baile. Es entonces cuando mi corazón dio un vuelco pues me hizo ver como los elfos se habían transformado en pastilleros, habían olvidado los grandes logros, las victorias en aquellos gloriosos campos de batalla, para pasar a eso, a seres inertes y vacíos arrastrados por la locura psicotrópica, por la tentación humana a caer en el espanto.
Y tras eso me desengañé, pues de algún modo pensé que esa inmortalidad difícil de superar sólo la carga el diablo y que seas elfo o humano, nada puede con el continuo sopor de la eternidad, ni siquiera el errado camino que una droga te ofrece, pues esa efímera escapatoria sólo conduce a una cruel destrucción que no tiene remedio.
Sin embargo seguí leyendo y me dí cuenta que no todos eran iguales pues algunos claramente humanizados les gustaba la oración, el hablar por hablar, de cualquier cosa y en cualquier lugar y sobre todo hablar sin tener ni puta idea. Y es entonces cuando sonreí pues la socialización elfica era todo un hecho, y era cierto que llevaban tanto tiempo viviendo entre humanos que algunos de ellos se habían adueñado de nuestros más insignes rasgos.
Y seguí y seguí leyendo, creo que en algún lugar ponía algo sobre un “dominio de la naturaleza y las hierbas mágicas”, otra vez más de lo mismo pensé, sin embargo me apiadé de ellos, pues no es muy gratificante que en todos lados se hagan eco de tu problema con las drogas, con las hierbas, o con la tentación que la noche nos ofrece de ponerte hasta arriba, pues de algún modo todos somos humanos o también elfos.

Y llegó la noche, sin darme cuenta como me gusta que pasen las horas que no son de sueños, y de los edificios salieron llamas que simulaban el mismísimo infierno, muchos dirían que eran las luces de los que vivían dentro, pero yo creo que eran humanos o quizás elfos que estaban presos, como lo estamos todos de nuestras de nuestras fantasías y nuestros deseos. Pues a veces la realidad no es más que eso, una jodida y cruda insatisfacción que nos muestra cada día lo que no queremos, por muy humildes que seamos, por muy humanos, por muy elfos.

0 comentarios:

Publicar un comentario