Los Cascos

El otro día cuando estaba cagando me pregunte a mi mismo si existiría algún Dios que velara por nosotros, que apuntara nuestros desvaríos y llevara al tanto todos nuestros deseos, que fuera algo más que una típica excusa para auto convencernos que la vida no es algo en vano y que en lo más hondo de la misma hay cierto sentido escondido, pues el olor a putrefacción de nuestro cuerpo no tiene por que ser un sustancioso alimento para gusanos y demás animales harapientos.
Sinceramente no supe que decir, quizás porque el ser humano interpretando el papel de depredador egoísta sólo se arrepiente de sus errores cuando no le queda más remedio, tras un hilo de voz que represente la agonía por torcer esa calle que le conduce al siguiente barrio, sólo entonces se convierte en el niño bueno que justifica su torpeza con una cara dominada por la tristeza.
Y no es que me convierta en un animal filosófico cada vez que entro al baño, ni siquiera cuando estoy cagando, lo que ocurre que me jode que haya gente buena que no obtenga al menos una recompensa.

El otro día por ejemplo andaba yo buscando unos cascos para el IPOD, rotos estos por el continuo sudor de las carreras que ofrece la desesperación reinante en esta puta isla de mierda, y por muchas tiendas que recorrí nadie me ayudó, ni un transeúnte, ni un alma exenta por la fiesta, ni siquiera un animal con al menos una mísera gota pensante en su puta cabeza. Todo era lo mismo escondido bajo una traidora sonrisa, deja aquí el dinero, la trampa del que conoce y no quiere, del que la ayuda sin nada a cambio no forma parte de su diccionario. Escondido bajo el regusto de las buenas palabras la salida era clara y convincente, si no conoces nada a joderte. El laberinto de las mentiras que arruinan tu vida, eso es lo que se lleva en esta isla, con gente y más gente y por tanto la incomprensión de los que viven bajo la continua apariencia.
Y entonces llegué a una tienda, vencido ya por la eternidad que supone comprar en esta isla de mierda me hice con unos cascos, no eran los del IPOD, sólo eran unos cascos suficientemente validos para correr con ellos sin que se me cayeran. “Tienen un sonido de puta madre”, me decía el de la tienda, “te llevas los mejores”, si y una mierda, pues cuando llegué a casa y me los puse en la oreja la falta de esponjillas provocó un cruel escalofrío que recorrió desde el tímpano todo mi organismo. Los muy cabrones eran como cuchillas que sin piedad rasgaban la carne sin compasión ni clemencia, no se que buscaban pues yo se lo hubiera dado ya que no soy amante de las guerras.
Total que al final esos “cascos de sonido mágico” suponían una terrible doma entre la salvaje tecnología punta y el progresivo deterioro auditivo del que escribe lo presente. Otra vez exhausto bajo esa frívola cadena perpetua que supone en ocasiones vivir en esta puta isla de mierda, decidí darme casi por vencido.
Pero entonces llegó mi salvación, pues tras entrar en un EXPERT una dependienta caída del cielo me dio la dirección de una tienda de APPLE, me escribió la calle y el número en una tarjeta e incluso miró en Internet la dirección exacta. Y eso me estremeció, me hizo ver que todavía hay gente buena que es capaz de ayudarte incluso mandando a la mierda los productos que hay en su tienda. Es por eso que todo tiene más valía, que el sufrimiento se hace bueno y que el lento caminar del peregrino tiene todo tipo de consecuencias.
Y entonces todo se olvidó, gracias a esa chica, a esa ayuda caída del cielo, y por un momento dejé atrás el sentirte extraño por más que pasa el tiempo, el no olvidar tu pasado que como una losa ataca y en ocasiones te remata, el andar perdido en busca de algo más que unos tristes cascos pues el estrecho espacio por el que se guían tus pasos provoca en ti un sentimiento de extranjero.

Por eso me jode que la gente buena esté ahí, sin más, sufriendo como los demás, pues si bien todos tenemos nuestros problemas en esta sociedad tan jodidamente elitista ¿por qué no haber una especie de justiciero que tome partido llegado el momento para dar a cada cual lo que se merece?.
Y eso es lo que me vino a la cabeza mientras cagaba, luego evidentemente tiré de la cadena y todo terminó bajo la negrura del desagüe, junto a la mierda. Pues sólo son ideas que me vienen a la cabeza.

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