Historia de un sueño

Podría permanecer todo el día en la cama, ¿por qué no?, el día pasaría sin que yo fuera testigo de nada, las calles no me echarían en falta, ni las almas funestas que habitan esta tierra ibicenca, incluso la lluvia roja proseguiría su lenta caída desde un cielo que no es más que otro infierno del que escondernos.

Sin embargo el vecino de arriba sigue con su incomprensible juego, un juego real y característico que nos arrastra a través del ruido, ni siquiera los demás vecinos participamos en este constante devaneo casi agónico, simplemente somos testigos pasivos del eco sonoro de sus pasos, de la lucha de unos muebles que rasgan el suelo en la más infinita de las mudanzas, del glorioso cierre de todas sus puertas y como no, de sus carreras casi eternas.

Anoche fue ese bote que irremediablemente el viento arrastraba a través del “Patio de la Muerte”, las palomas habían huido, incluso las valentonadas gaviotas regresaron a sus escondidos nidos, sólo un héroe o un curioso bote se resistía al azote del viento rasgando el suelo con un chirrido en forma de voces. Incluso como un cabrón sin sentimientos supliqué por la muerte del héroe. Ya no es tiempo para la lírica, pensaba. Los ídolos han caído, los gestos son cada vez menos humanos y en toda acción siempre hay escondido algo. Todos mis pensamientos se reducían a eliminar a ese animal provisto de ruido. A veces soy un cabrón sin sentimientos.

Pero de algún modo recluté al sueño, no como hubiera deseado pues este venía cargado con una pesadilla. Comenzaba de la forma más absurda, pues como un cuento no se si de miedo, ahí estaba yo dando clase, no se de que, es más no sabía cual era mi papel, simplemente estaba ahí mientras una mujer me decía que me estaba adaptando muy bien. Sin embargo su imagen cambió y apareció otra que dijo que mi futuro era desolador y que si quería saberlo la tocara con mi dedo índice ese hueco que tenemos debajo de la garganta y que ahora no se como se llama. Total que hice eso y de repente me vi cayendo al vacío, bajo la oscuridad más absoluta, como si la gravedad me transportara a través de un pozo sin fondo, mientras la muy hija de puta me comía a trozos, en plan vampiro o en plan zombi, no se cual era su religión, ni su idea y como era lógico no iba a preguntárselo, pues no estaba el tema para eso. En fin, que no me quedaba otra que poner pies en polvorosa y abrir los ojos lo más rápido que pudiera.

Y después de salir de ese infierno me quedé pensando un momento, diciéndome a mi mismo, que tampoco eran tan malo ese bote al quería joder sin remedio y que tampoco su ruido era tan molesto.
Ahora bien entre el cabrón de mi vecino y sus juegos, y la puta esa comiéndome a pedazos no se con quien quedarme, pues no veo diferencia. Los dos son igual de cabrones.

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