El hombre del tiempo II

Hoy no ha habido Hombre del Tiempo. Me he levantado y he dicho. Qué le den por culo al tío ese. “Pesao” como él solo, no hace más que mirar el cielo, como si esperase algo entre tanta monotonía ahí candente de ideas. Sin sucesos más impresionantes que el brillo del sol por esos locos instantes
en los que la temperatura parece bajar como el tobogán que cae en un sueño. El del verano ya perdido.

A cambio de todas estas gilipolleces, le he dado al IPOD una nueva oportunidad, a ver que sale, dentro de esa anarquía en la que me veo inmerso. La de dejar que los acontecimientos sigan su curso, sin joder las cosas demasiado. Pues ya bastante está todo roto, para destrozarlo yo aún más. Así que, le he dado al PLAY desde el mando que da la distancia y el desahogo de no ser responsable de la música que saldrá de este aparato casi creado por el diablo. Y ahí está Macaco con “Amor Marinero”, bonita canción, con esa melodía ñoña que casi me hace caer de nuevo en la cama, pues no está hecha ni la voy a hacer, así podré arroparme siempre que quiera de todos esos fantasmas que nos autoabastecen en tiempos de crisis.

Me llama la atención la letra, que si él un alma en movimiento, que si él un barco sin ancla ni puerto, ahora de repente, deja la revolución para pasarse al romanticismo y decirle a su chorba que la quiere. Más o menos dice eso. Con mis palabras, pero a modo de traducción nada simultánea. Y Dirás tú, coño que bonito. Precioso, ahora mérito poco. Porque con la Kira Miró fácil es todo esto. Lo asombroso sería que dijera todo eso teniendo de compañera de cama a la Carmen de Mairena o la Rosi de Palma, o las dos juntas y descompuestas en un hilo amoroso casi morboso. A ver entonces si no te volverías un revolucionario de todas todas. Vamos, fijo ni entrabas en casa. Derechito al bar de los lamentos, o al de los poemas y letras de canciones con abstracto acierto.

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