Anuncios Breves VIII

Parece ser que “El Discurso del Rey” ha sido la gran triunfadora de esta última edición de los Oscars, obteniendo cuatro estatuillas. A la postre las más importantes. Mejor película, mejor director, mejor guión original y mejor actor principal. Todo un éxito para este film de bajo presupuesto que sin duda verá sobradamente rentabilizada su inversión. Pues si ya los expertos alababan sus cualidades, ahora todo hijo vecino se subirá al carro del éxito y las propias salas de cine tratarán de exponerla en sus carteleras. Independientemente de la ley Sinde, de las descargas y de la propia industria del cine.
Sólo quedará un lugar de irreductibles ibicencos, un rincón entre tantas mentes calenturientas adormecidas de éxito. Pues aquí, en la “Puta Isla”, con cuatro salas de mierda nada está escrito y el azar nunca llamará a su puerta.
Pues para que caer en la lógica tendencia de un público masivo con gustos dirigidos por la gran masa que carente de ideas se decanta por el mero entrenamiento. ¿Por qué eso?. Obsequiemos a los ibicencos con un festival de cine independiente que ni Sitges, ni Sundance, ni cualquier traslucido festejo carente de argumento.

Así hoy tenemos como plato fuerte del día, la grandiosa y al mismo tiempo exquisita película sobre el oso Yogui. El favorito de los niños, y ¿por qué no de los ibicencos?. Pues el film narra un tema de actualidad, que bien está pasando aquí en “La Puta Isla de Mierda”. Trata sobre como la especulación y la construcción masiva está destrozando el parque Jellystone, un paraíso natural de aire sano y vida, no se si sana. Como ocurre en esta isla con una Ley de Costas que se la han pasado por los huevos. Ya no hay clientes interesados en visitar tal paraíso natural, como ocurre aquí en invierno, completamente desierto. Y el pobre oso Yogui, con su amigo Bubu, en vez de irse de marcha y ponerse hasta arriba por las discos del lugar, deciden unir sus fuerzas para salvar el citado parque. Salvemos el parque, salvemos la “Puta Isla”, que bonito mensaje. Casi llorando de emoción me encuentro mientras escribo esta crónica, que sin duda da gracias a quien eligió tal film por encima de títulos como “The Fighter” o el anteriomente citado, “El discurso del Rey”.

Pero también tenemos otras maravillas del séptimo arte paseando por las salas ibicencas, elegantemente pero sin perder la necesaria humildad del trabajo bien hecho. Una de esas películas, española para más señas, se llama “Primos”. Algunos pensarán que menudo primo quien la viera, pero quizás su titulo no quiera decir eso y lo que busque no sea más otorgar el extraordinario valor que merece la familia, concretamente los primos, no se si hermanos, pero primos a fin y al cabo. Por tanto, un film intimista por encima de americanadas y premios, para ver con la familia, pues se trata de eso. De compartir a partes iguales el hastío y aburrimiento del invierno ibicenco en compañía de primos, hermanos o ibicencos. Así diré, a través de la fe en el buen pensante cinéfilo isleño: “Ayyyyyy, priiiiiimo coge la fregoneta y vaaaaamo a ver la peleeeecula”

Pero no todo van a ser prejuicios en el cine de entretenimiento, pues el erudito deseo de quien elige tal acertada variedad temática de arte y entretenimiento, no podía dejar de lado el producto fácil, el que atrae a todo hijo de vecino. Y eso no tiene porqué ser malo, pues aquí en la isla el cine no sólo tiene ese sabor totalmente independientemente sino también destila ostias a cascoporro. Para defender tal tesis me centraré en “The Mechanic”, una película de carácter didáctico para abrir boca a todos esos “Puertas” que con el verano poblarán las nutridas discotecas. Pues uno de sus favoritos Jason Statham aquí hace las veces de un asesino a sueldo. Para que aprendan más golpes, como si no fuera suficiente.
Y que más, y que más, se dirán a si mismos con los dientes largos. Por si no fuera bastante, también tenemos un film que aúna aventuras, fantasía, comedia y además es un musical. Lo tiene todo. Y como se llama esta joya del séptimo arte, “Enredados”. No se si tanta definición por ser ubicada en un único género ha provocado la mayor de las injusticias, pues el arte jamás podrá ser empaquetado y distribuido con un solo nombre. Eso pensarán aquellos que no eligieron esta épica historia para sus salas de cine, no así los ibicencos que acertadamente la escogen por encima de injustificados galardones. Viva la “Puta Isla de Mierda”.
Y la tecnología, acaso no hay tecnología en esta nuestra isla de mierda. Pues si. Porque el 3D desembarcó hace meses y con ello, se abre el eterno ciclo de películas en tres dimensiones. Un ciclo que no tiene fin, jamás acabará, pues cualquier movimiento artístico es capaz de sobrevivir en esta isla. Así en su enésima entrega, y las que quedan todavía, se nos ofrece la saga SAW, para más señas, SAW VII. Como va a ser mala esta película, o esta saga, si ya van por la séptima factura. Brillante deducción la del genio ibicenco responsable de tal merecido adjetivo, justificado sin duda, con sólo ver tal cartelera cinéfila de hoy, mañana y durante toda la semana. Sin más saludos desde la “Puta Isla de Mierda”, con un lema: “Hoy y siempre en contra de la Ley Sinde, por un Internet libre”

Anuncios Breves VII

Que gran invento los PODCASTS, si señor. Pues a través de un simple archivo de audio, el ahora en busca y captura, y sobre todo injustamente infravalorado por una desfachatez llamada Ley Sinde, mp3, se nos permite escuchar tanto programas de radios, como documentales variados. Sobra decir que todo es legal, pues han sido las propias emisoras a través de sus webs, quien han colgado dichos archivos, para que sus oyentes, sus ocupados oyentes puedan escucharlo.
Se han adaptado al oyente, al consumidor, al que da vida a la radio y a cualquier producto que saque el mercado. Pues el cliente es la savia que recorre la vida tras todo lo que toca o lo que escucha, como en este caso la radio. Y sobre todo, han aprovechado el hándicap o beneficio que el propio desarrollo tecnológico ofrece al medio, pues amen de protestar por una franja horaria más o menos escuchada, o por derechos de un autor ávido de imposibles reconocimientos, se han adaptado dejando atrás cualquier rol de dinosaurio anclado en su pasado.

Y el pueblo llano se lo agradece, vaya si se lo agradece. Yo sobre todo. Pues aquí en esta “Puta Isla de Mierda”, hasta el propio despertador palidece tras cada segundo que pasamos sin hacer nada. Todo un islote como este, donde dormir es arte. Donde nunca se alcanza a escuchar cierto tipo de programas que a fe, y a modo de ejemplo, yo si escucharía si me levantara a unas horas más honradas.

Ya que, bien puedes poner la alarma en el despertador a modo de justificación contigo mismo, pues hay que levantarse, afrontar el día como si no vivieras dentro de una rutina en la que su más laboriosa distracción es dejar que pasen los días. Pero cuando suena la alarma, es el propio despertador quien se disculpa por querer levantarte tan temprano, aún siendo las doce del mediodía, pues hoy como cualquier día, mejor no hacer nada.

Y para dar fe de todo esto, ahí esta esa Web que aquí dejo, con el nombre IVOOX, cargada de PODCASTS y minutos de entretenimiento.

Anuncios Breves VI

Hice salmón al horno y ni tan siquiera se quemó. Lo que te digo, el propio salmón salió vivo. Bueno, muerto pero vivo de lo que presumiblemente iba a dar forma a una tostada casi ennegrecida por los curiosos impulsos culinarios a los que, de vez en cuando, nos vemos expuestos.
Lo mejor, el suspiro de alivio de la propia cocina, pues por un momento, cuando me vio ahí trajinando cada botón del dichoso trasto, pensó que tenía las horas contadas. Se encomendó al Dios de las cocinas y dijo a modo de testamento: “Que me quede como estaba, sólo pido eso”.
Pero bueno ahí está, vivita y coleando, casi sonriendo. Sobre todo ahora que su hijo predilecto, su horno, respira tras su nuevo rostro. Limpio, tras pasarle la bayeta con la que he quitado la posible grasa acumulada en cada una de sus paredes.

Entonces va la muy puta, me refiero a la cocina, y me da la enhorabuena. Qué fácil es sumarse al carro de la victoria. Sobre todo ahora, cuando todos hemos sobrevivido a lo que en un principio algunos predecían como un absoluto desastre. Pues donde estaban los ánimos necesarios para que este exquisito plato nunca hubiera estado sometido al mayor de los temores. Menuda presión, la de la desconfianza. ¿Y qué pasa si la jodemos? Pues nada. Nos damos la mano y con la inmensa alegría hippie que respira esta isla continuamos tan amigos. Ah, que lo de la alegría es porque la peña va hasta arriba. Bueno, bueno, eso yo no lo sabía.

Total, que bien rico está el salmón al horno, con su cebollita y su guarnición. Sin olvidar la ensalada. No olvidemos eso. Pues todo es importante. Como esencial es no darle ni un pellizco de mi plato a esa puta, la cocina, que bien que la limpio todos los días y aún así, ni un ápice de su confianza tiene en mi inagotable moral creativa.
Pondré algo de música, por lo de no ser rencoroso. El “Black” de Pearl Jam o por qué no el “Back in Black” de AC/DC.

Anuncios Breves V

EL DISCO DURO MULTIMEDIA

Que gran invento para la humanidad, el de este artilugio tecnológico bautizado con el nombre de Disco Duro Multimedia, más si cabe en esta “Puta Isla de Mierda”.
Con su mando a distancia, para que tú, humilde mortal, sentado o tumbado o tras la posición que más te apetezca, puedas ser testigo de cada una de sus mil excelencias.
Cientos de películas, series enteras, así como las más ilustres discografías tienen cabida en esos brazos abiertos de buen samaritano; los de este disco, que alumbra mi camino, de la cama al escritorio. Menos de un metro de gratificante expectación, que a la postre sirve para disfrutar ya tumbado sobre la cama, con mi taza rellena de un ardiente té PAI MU TAN, de la cuarta temporada de la BIG BANG THEORY.

Anuncios Breves IV

Me veo al espejo, parezco más “cachas”, ¿me lo imagino o es cierto? Pues los espejos nos engañan deliberadamente conduciéndonos al camino largo y engañoso de nuestra propia fantasía, distorsionando nuestra apariencia con un puntapié frente a lo poco que parece verdadero. Por eso no se a que atenerme. Por eso no me acerco, no quiero verme tal y como soy por miedo a que sea cierto. No se si el espejo del baño es mi amigo, sobre todo cuando me muestra esas jodidas entradas, cuando me muestra los frondosos pliegues que rodean mi estómago, o cuando me enseña con admiración unas pistoleras cargadas de sin razón. Así es el espejo de mi baño, sincero y odioso al mismo tiempo, pues la verdad curte pero también jode por momentos.

Luego hay otro espejo, el del gimnasio. En él no se ven con tanta amplitud la carne caída y sin vida, sólo la claridad del músculo contraído prevalece a cualquier lorza mal acontecida. Una definición ahí expuesta para que tú la veas, para que te sientas orgulloso de tu ingenuidad por un mínimo entrenamiento. Estiro lo que puedo, y nada de nada, la tripa parece desvanecida, sin rastro de ella. Una dulce o cruel mentira la que me muestra este espejo. Pues cuando llego a casa ahí está de nuevo mi amigo el honesto. El que muestra tal como soy o me engaña bajo una psicopatía propia del más cruel asesino en serie. Y sigo confuso pues no se a que atenerme.

Luego está el espejo de la tienda “La Sirena”, ubicado junto al probador, me hace más fuerte, quizás menos feo, sin embargo nada de definición; carne y más carne ahí ubicada, no tan caída, incluso algo pulimentada, pero con las angustiosas mentiras por los lados, pues ninguna escultura es perfecta. Por eso de mi cuelgan las jodidas pistoleras, los admirados michelines, los jodidos remordimientos… y me abro paso ante la angustia por desconocer que hay de mi verdadero.

Posiblemente como la vida los espejos carezcan de sentimientos, pues sólo dependen de unos ojos que les mire, de un estado de ánimo, de la autoestima, del momento real que vivas y de todo aquello que consideras tan importante como para conseguir amargarte un puto día concreto.

Anuncios Breves III

Puto mes de septiembre, arrastro una especie de carraspera seca que se pega a mi garganta provocando una cansina tos que me impide hablar todo lo que quiero, el germen de la censura nacido de un virus que posiblemente haya contraído mientras trabajaba, lo que yo digo tanto trabajo no puede ser bueno.
Ahí se coge todo; las mierdas, los disgustos, los malos momentos… pues el currar se limita a una única finalidad, conseguir una cantidad de dinero que te permita seguir viviendo, seguir dando guerra bajo este jodido mundo de mierda. Y en ocasiones esa idea se abalanza sobre nosotros como un peso que nos sumerge bajo esa primitiva e innata idea de mirar sólo por nosotros, sin importarnos pisar a quien se interponga en nuestro camino, ni destrozar cualquier relación duradera. Pues que somos sino supervivientes en un mundo repleto de cuchillos largos que sólo buscan joderte. Puto curro de mierda.

Gracias a Dios todo eso ya pasó y no representa mi actual situación. Pues una vez te conviertes en funcionario y trabajas para el Estado esa estabilidad te permite ver las cosas de otra manera. Ya no percibes a ciertos a compañeros como enemigos, ni al pelota como un payaso, ni al que hace horas extras sin que se las paguen como un completo gilipollas, sino que pasas de todo. Mientras a ti no te afecte, te suda la polla lo que encuentres. Desfilas bajo un pasillo de rosas imaginario en el que cuentas con ciertos privilegios, sobre todo el de quejarte a gusto, sin que el miedo a las consecuencias acabe desembocando en el peor de los presagios.

En fin, que últimamente arrastro unas considerables secuelas traducidas en una continua y extensa sudoración en la que todo se pega. No la hermosura pero si la puta ropa. Pues la lluvia que nos ronda, si esa lluvia característica del mes de septiembre, no es más que un enemigo traicionero que con sus cuatro gotas, no hace más que despertar a esa humedad antaño cariacontecida bajo un letargo de lo más placentero.
Pues es lo que yo digo, si quieres joder a alguien jódele a lo grande. Y no así, lloviznando bajo la timidez más insultante, casi pidiendo permiso por ser quien eres.

Menos mal que tengo desodorante para paliar ese olor que me envuelve a cada momento, ese olor a hombre, a macho, en esta ocasión ibicenco, otras veces carabanchelero. Pues el sudor brota de nosotros mismos para darnos una identidad propia, diferente para cada uno, como un código de barras, como una especie de privilegio que te hace único sobre los demás animales de tu especie. Así es este olor nauseabundo. Sin embargo hay que esconderle o al menos disimularlo bajo una continua tormenta de rosas y espinas que permitan acabar con ese hedor que puede llegar a marearte.
Yo hoy he utilizado como arma efectiva, AXE DRY + con 0% de alcohol, sensitive, anti-transpirant y no se que ostias más. Todo es poco para derrotar al germen de la sudoración. El animal más peligroso del hombre, al menos aquí, en la “PUTA ISLA DE MIERDA”

Anuncios Breves II

A veces no hago más que escuchar una y otra vez la misma canción, como si de una rayada se tratase, como la típica idea fija que me ronda por la cabeza sin poder conquistarme; ahora me pasa con “Devils and Dust” de Bruce Springsteen o con “Sister Luck” de los Black Crowes.

La primera se escucha desde mi habitación yo tecleando y ella haciendo su función, despertarme una vez más del embustero sueño que me envuelve sin remedio. No parece cansarme, pues ¿por qué debe hacerlo?; el “Boss” toca la armónica y yo tecleo lo primero que me viene a la cabeza. No pienso en nada, sólo improviso como ahora. La misma canción, la misma letra, la misma rutina en estos cargados días que me sonríen como esa capa que envuelve el verano escondiendo una traición, la del frío invierno.
Sin embargo, “Sister Luck” de los Black Crowes, alcanza otra dimensión, pues con su melodía consigue llenar la cocina con algo más que el cargado olor a comida. Un punteo de guitarra con aroma de los ’70, un paso atrás en el tiempo para respirar el verdadero Rock n’ Roll por unos instantes que ojala fuesen eternos.

Son mis canciones como lo siguen siendo otras muchas. “Home” de Depeche Mode, “Hang Fire” de los Rolling Stones, “Human” de The Killers , “Why Don’t You Find Out For Yourself” de Morrissey...
Todas repetidas hasta el infinito, como una moda de verano pero con una diferencia, cumplir con un objetivo que no se limita a un corto periodo de tiempo, pues se extiende a través de una voz, a través de una melodía que trata de derrotar al silencio. Pues en ocasiones necesitas eso, un algo alejado del ruido, que te haga no preguntarte continuamente a ti mismo que pinto yo en este jodido universo.

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Todo es efímero en esta puta vida de mierda, sobre todo el puto BLOOM anti-mosquitos, que si puede con el “tigre que hay en ti”, que si puede con el “común de los sentidos”, sin embargo cuando sus efectos se acaban no hay vuelta de hoja, eres fruto de la venganza de todos aquellos insectos que no pudieron joderte vivo mientras la habitación era salvaguardada por algo mágico, por algo que escupía ese puto aparato.

Sólo veinte días pone en el prospecto, no me lo creo. Como máximo dos semanas, no te jode. Y ahora quien remedia esto. Dos crueles picaduras en sendas piernas, no se si ha sido un mosquito común o un mosquito tigre, pues yo me cago en los dos y me cago en el puto BLOOM de efectos duraderos.

Los Cascos (II)

Por fin me he comprado unos cascos nuevos, de los anteriores poco hay que decir, su labor fue caer victimas del sudor, carcomidos tras el espesor de la carrera, de la agonía del runner bajo la humedad espesa que corroe esta “Puta Isla de Mierda”.

Voy al Hipercentro y allí me hago con ellos, pago un módico precio pues no soy amigo de lo ajeno; compro los más baratos, ya no hago experimentos, aparte de estar cansado de pagar ese sobreprecio con el que nos brindan los putos baleáricos.
Todavía recuerdo cuando fui a la farmacia que hay cerca de mi casa, estaba pagando un protector solar y llegó un compañero de trabajo para salvarme el pellejo. “Es amigo mío le dijo al dependiente” y entonces sorpresivamente llegó una rebaja de más de un euro.

No entiendo nada, pues no somos turistas que en un mes no les importa gastarse lo que no está en los escritos, pues lo que buscan es disfrutar de sus vacaciones, sin penurias, escapando de la cruel dependencia a la que nos ata el dinero. Nosotros somos funcionarios, estamos aquí todo el año, cotizamos y de vez en cuando trabajamos o hacemos que trabajamos.
Pero residimos aquí joder, vivimos aquí joder, somos parte integrante de esta “Puta Isla de Mierda” y así nos lo pagan, jodiendonos suavemente, sin decirnos nada, pues el alivio del extranjero consiste en obviar la realidad que circula por los crueles pensamientos de todos aquellos que no te conocen, de todos aquellos que se aprovechan de lo que eres, un desconocido en un lugar tan nuevo como jodidamente cruel y desalmado.
Por eso cuando salí de la tienda tuve la sensación de ser victima de un engaño continuado que se prolongaría mientras viviese en esta “Puta Isla de Mierda”, y es entonces cuando la maldad hizo aparición y llegué a esta conclusión: “Si quieren esta isla de mierda pues que se la metan por el culo, pues yo estoy cansado de tanta apariencia y de tanto engaño, pues a la postre somos nosotros los funcionarios los que levantamos el chiringo ya que somos los que les damos de comer todo el año”.

Los Cascos

El otro día cuando estaba cagando me pregunte a mi mismo si existiría algún Dios que velara por nosotros, que apuntara nuestros desvaríos y llevara al tanto todos nuestros deseos, que fuera algo más que una típica excusa para auto convencernos que la vida no es algo en vano y que en lo más hondo de la misma hay cierto sentido escondido, pues el olor a putrefacción de nuestro cuerpo no tiene por que ser un sustancioso alimento para gusanos y demás animales harapientos.
Sinceramente no supe que decir, quizás porque el ser humano interpretando el papel de depredador egoísta sólo se arrepiente de sus errores cuando no le queda más remedio, tras un hilo de voz que represente la agonía por torcer esa calle que le conduce al siguiente barrio, sólo entonces se convierte en el niño bueno que justifica su torpeza con una cara dominada por la tristeza.
Y no es que me convierta en un animal filosófico cada vez que entro al baño, ni siquiera cuando estoy cagando, lo que ocurre que me jode que haya gente buena que no obtenga al menos una recompensa.

El otro día por ejemplo andaba yo buscando unos cascos para el IPOD, rotos estos por el continuo sudor de las carreras que ofrece la desesperación reinante en esta puta isla de mierda, y por muchas tiendas que recorrí nadie me ayudó, ni un transeúnte, ni un alma exenta por la fiesta, ni siquiera un animal con al menos una mísera gota pensante en su puta cabeza. Todo era lo mismo escondido bajo una traidora sonrisa, deja aquí el dinero, la trampa del que conoce y no quiere, del que la ayuda sin nada a cambio no forma parte de su diccionario. Escondido bajo el regusto de las buenas palabras la salida era clara y convincente, si no conoces nada a joderte. El laberinto de las mentiras que arruinan tu vida, eso es lo que se lleva en esta isla, con gente y más gente y por tanto la incomprensión de los que viven bajo la continua apariencia.
Y entonces llegué a una tienda, vencido ya por la eternidad que supone comprar en esta isla de mierda me hice con unos cascos, no eran los del IPOD, sólo eran unos cascos suficientemente validos para correr con ellos sin que se me cayeran. “Tienen un sonido de puta madre”, me decía el de la tienda, “te llevas los mejores”, si y una mierda, pues cuando llegué a casa y me los puse en la oreja la falta de esponjillas provocó un cruel escalofrío que recorrió desde el tímpano todo mi organismo. Los muy cabrones eran como cuchillas que sin piedad rasgaban la carne sin compasión ni clemencia, no se que buscaban pues yo se lo hubiera dado ya que no soy amante de las guerras.
Total que al final esos “cascos de sonido mágico” suponían una terrible doma entre la salvaje tecnología punta y el progresivo deterioro auditivo del que escribe lo presente. Otra vez exhausto bajo esa frívola cadena perpetua que supone en ocasiones vivir en esta puta isla de mierda, decidí darme casi por vencido.
Pero entonces llegó mi salvación, pues tras entrar en un EXPERT una dependienta caída del cielo me dio la dirección de una tienda de APPLE, me escribió la calle y el número en una tarjeta e incluso miró en Internet la dirección exacta. Y eso me estremeció, me hizo ver que todavía hay gente buena que es capaz de ayudarte incluso mandando a la mierda los productos que hay en su tienda. Es por eso que todo tiene más valía, que el sufrimiento se hace bueno y que el lento caminar del peregrino tiene todo tipo de consecuencias.
Y entonces todo se olvidó, gracias a esa chica, a esa ayuda caída del cielo, y por un momento dejé atrás el sentirte extraño por más que pasa el tiempo, el no olvidar tu pasado que como una losa ataca y en ocasiones te remata, el andar perdido en busca de algo más que unos tristes cascos pues el estrecho espacio por el que se guían tus pasos provoca en ti un sentimiento de extranjero.

Por eso me jode que la gente buena esté ahí, sin más, sufriendo como los demás, pues si bien todos tenemos nuestros problemas en esta sociedad tan jodidamente elitista ¿por qué no haber una especie de justiciero que tome partido llegado el momento para dar a cada cual lo que se merece?.
Y eso es lo que me vino a la cabeza mientras cagaba, luego evidentemente tiré de la cadena y todo terminó bajo la negrura del desagüe, junto a la mierda. Pues sólo son ideas que me vienen a la cabeza.

Los Elfos

El otro día mientras navegaba por Internet observaba esas majestuosas vistas que se pueden ver desde mi habitación, edificios y más edificios con ropa tendida, principalmente toallas y bañadores, y palomas sobre todo palomas… todas cagando, moviendo la cabeza de arriba abajo, sobrevolando lo que para ellas parecía ser una frondosa pradera. Esto es Ibiza o es un puto antro, pensé. Sin el sonido de las olas, ni el agua del mar ¿en que se diferencia esto de cualquier otro lugar?
Me rascaba la pierna una y otra vez, no sabía si era a consecuencia de la picadura de un mosquito o por mi usual desvío psicológico a imaginar lo peor.
Por eso seguí dale que te pego por el único mar que hasta ahora he podido navegar sin aparente riesgo alguno, el océano de Internet; lo primero que hice fue entrar en el Facebook una vez más, como si la originalidad estuviera expuesta en cualquier escaparate como un artículo de lujo solo apto para ojos inquietos. Tras llegar a la página de inicio pude observar como ante mi se abría una aplicación que me invitaba a transcribir mi nombre en elfico; no se por qué lo hice, quizás por curiosidad, quizás porque estoy hasta los huevos de la puta humanidad y busque acomodo en otra raza más halagüeña, no lo se, pero de algún modo decidí plasmar mi nombre en dicho lenguaje. El resultado no me dijo nada, sin embargo me pregunté a mi mismo si realmente tengo yo alma elfica, por eso lo primero que hice fue obtener información de esta raza quizás no tan fantástica como a primera vista nos pudiera parecer.

Según los entendidos tienen sangre inmortal, bueno tampoco es algo extraordinario los hay que la tienen de horchata, los hay con mala sangre, los hay que conservados en formol ni siquiera hacen uso de su sangre, pues para que les vale. En cuanto a la inmortalidad, coño quien quiere vivir eternamente, evidentemente si es a tu ritmo, sin problemas y rayando una felicidad que colme las más humildes aspiraciones no creo que nadie se negara, pero la vida no se reduce a eso, pues por el camino también hay decepciones, castigos y contrariedades. Y eso es mucho cuando hay que soportarlo eternamente. No es lo mismo estar eternamente jodido que vivir cojonudamente. Por eso me lo pensé y no supe que decir, la propuesta parecía envidiable pero como todo también tenía sus contras, el continuo péndulo del si y el no por el que transcurre la vida, el todo a medias derrotado por un blanco y un negro que no dejan de encarnar los terribles extremos.
Seguí buscando información, no era para menos, de algún modo me atraía esta raza fantástica, por eso cuando leí que solían vivir en campamentos habitados por no más de 100 o 200 elfos pensé que podrían estar aquí viviendo en cualquier camping o incluso en estos horrendos edificios, pues de algún modo cuando llega el invierno aquí en esta puta Isla de Mierda no somos más que eso, cuatro gatos que bien nos podríamos pasar por elfos.
Seguí leyendo y algo me llamó la atención, pues según los más versados en la materia esta gente se caracteriza por ser muy individualistas, eso me atrajo, pues siempre he abrazado el libre albedrío, sin embargo mientras continuaba leyendo algo hizo caer al vacío mi tenue esperanza, pues dentro de unas normas mínimas y básicas todo giraba en torno a la música y al baile. Es entonces cuando mi corazón dio un vuelco pues me hizo ver como los elfos se habían transformado en pastilleros, habían olvidado los grandes logros, las victorias en aquellos gloriosos campos de batalla, para pasar a eso, a seres inertes y vacíos arrastrados por la locura psicotrópica, por la tentación humana a caer en el espanto.
Y tras eso me desengañé, pues de algún modo pensé que esa inmortalidad difícil de superar sólo la carga el diablo y que seas elfo o humano, nada puede con el continuo sopor de la eternidad, ni siquiera el errado camino que una droga te ofrece, pues esa efímera escapatoria sólo conduce a una cruel destrucción que no tiene remedio.
Sin embargo seguí leyendo y me dí cuenta que no todos eran iguales pues algunos claramente humanizados les gustaba la oración, el hablar por hablar, de cualquier cosa y en cualquier lugar y sobre todo hablar sin tener ni puta idea. Y es entonces cuando sonreí pues la socialización elfica era todo un hecho, y era cierto que llevaban tanto tiempo viviendo entre humanos que algunos de ellos se habían adueñado de nuestros más insignes rasgos.
Y seguí y seguí leyendo, creo que en algún lugar ponía algo sobre un “dominio de la naturaleza y las hierbas mágicas”, otra vez más de lo mismo pensé, sin embargo me apiadé de ellos, pues no es muy gratificante que en todos lados se hagan eco de tu problema con las drogas, con las hierbas, o con la tentación que la noche nos ofrece de ponerte hasta arriba, pues de algún modo todos somos humanos o también elfos.

Y llegó la noche, sin darme cuenta como me gusta que pasen las horas que no son de sueños, y de los edificios salieron llamas que simulaban el mismísimo infierno, muchos dirían que eran las luces de los que vivían dentro, pero yo creo que eran humanos o quizás elfos que estaban presos, como lo estamos todos de nuestras de nuestras fantasías y nuestros deseos. Pues a veces la realidad no es más que eso, una jodida y cruda insatisfacción que nos muestra cada día lo que no queremos, por muy humildes que seamos, por muy humanos, por muy elfos.

Retazos de un añorado diario (III)

Miro el “Patio de la Muerte”, ese patio situado bajo nuestro edificio y que esconde todo tipo de objetos, chanclas, un cazo metálico, una bata, bolsas, multitud de calzoncillos, de pinzas… todo ahí caído, sucio y desprotegido, tan libre pero a la vez tan perdido, sólo un involuntario descuido y todo aquello que deseas caerá a ese brutal vacío.

Pues cada objeto corresponde a una porción de la vida de cada vecino, de nuestros deseos hechos realidad, de la lucha por adquirir un bien que quieres que sea tuyo y que ahora le ves tirado y moribundo; entre otros tantos, entre tanta mierda de pájaro, encima de un suelo sucio y olvidado.

Y comienzas a pensar que clase de comunidad somos cuando nadie es capaz de rescatar esos bienes tan preciados, ni existe una puerta abierta que nos conduzca directamente a ese jodido patio de las desdichas, a ese dueño que se esconde de todo lo que constituya colaborar en pro de una comunidad cada vez más triste y relegada a unos sentimientos cada vez más separados.

Y mi corazón cae como mi esperanza, cuando veo como una chiquilla salta como si fuera un gato desde una de las terrazas que rodean el patio, para recoger todas las pinzas de la ropa que hay en el suelo, así como una pelota, como un bolígrafo que antaño era mío, como ese cazo que posiblemente será de otro vecino. Y se lo guarda todo en una bolsa mientras su madre la dice que apresure y se haga con todo lo que pueda, pues cuanto más coja más tendrán ellas.

¿Será esto la vida?, me pregunto; el estigma que nos persigue y nos condena a aprovecharnos de todo lo que nos beneficia, sin reparar en un prójimo, en ese alguien tan lejano como al mismo tiempo tan cercano. Pues quien no ha perdido algo que desearía recuperar. Quien no se ha visto expuesto por un error que le gustaría reparar.

Retazos de un añorado diario (II)

"UN DÍA COMO OTRO CUALQUIERA"
(Antesala de un perdido diario, antaño de un ibicenco, de un carabanchelero, incluso y quizás hasta de un Palmero...)

Me levanto y miro por la ventana. Como si fuese a ocurrir algo diferente, como si por un momento esperase la llegada de un mensajero con noticias nuevas, cuando los días se suceden como cartas del tarot que sin sentido desfilan sobre mi mesa.
Otro avión más sobrevuela el cielo, demasiado bajo, pienso; por lo que veo no soy el único al que le cuesta remontar el vuelo. Abro la ventana mientras una agradable brisa mueve la ropa tendida, la lucha de unos calcetines contra el viento, la de unos calzoncillos, la de una sudadera, la de una camisa… incluso la de un sonámbulo recién levantado que como los aviones le cuesta despegar y remontar el vuelo.

El desayuno no es nada de otro mundo, unas barritas de cereales, galletas, fruta y mi añorado café; espero que este chute de energía sea lo suficientemente bueno, pues la Isla no deja de ser un hervidero que absorbe tus entrañas a modo de sanguijuela. Nunca tiene bastante, por eso acaba con tu sangre, te deja grogui, al borde del caos, casi muerto o al menos derrotado y bañado una vez más en solitarios lamentos.

Voy al gimnasio, cansado de ver lo mismo, de tener la sensación que la sorpresa se quedó atrás hace ya mucho tiempo. Siempre esperamos ansiosos una señal, un vuelco que agarre nuestros deseos por los huevos trasladándolos de nuestra jodida mente a esa heterogénea realidad que vivimos, pero al final siempre es lo mismo. La puta rutina de costumbre.
Hoy no es mi día, me canso con facilidad. Lo poco de músculo que hay en mi se calienta en exceso sin necesidad de cargar con mucho peso. Que le vamos a hacer, sonrío me miro y me doy un baño, por hoy ya es suficiente. Reconozco mis limitaciones, así como los días buenos de los menos buenos.

Hoy hace un buen día de playa, sin embargo no tengo ganas de tumbarme en la toalla, ni de convivir con un excesivo calor tostándome junto a mi amigo el sol, ni tan siquiera de escuchar música junto a la orilla de un mar siempre atraído por la curiosidad de sus olas. Quizás tras cuatro meses seguidos sobreviviendo en esta “Puta Isla de Mierda” mi alma haya extraído algún poso del carácter ibicenco, de esa gente que ha convivido toda su vida con este mar que les rodea tan amistosamente y que para ellos no es tan novedoso, ni tan extraordinario como para acudir todos los días a adularlo. O simplemente haya encontrado al fin esas actividades que son capaces de matar al tiempo olvidándome de otros eventos de distinto calado.

Llego a casa y sólo padezco tirones, calambres y demás historias propias del deporte extremo. Pues por lo menos para mi cuerpo cualquier actividad física es más que un simple contratiempo. Por eso estiro con resultados dispares, pues mi antebrazo continúa con calambres mientras que los tríceps parecen al fin despertar de su ahogo. Al menos las piernas continúan libres de cualquier represión que signifique contraer gemelos, cuadriceps o cualquier inocente músculo expuesto al mínimo esfuerzo inconstante.


Busco en Internet el sonido Nu Balearic, otra gilipollez más que aparentemente brota en esta “Puta Isla de Mierda”, una mezcla de chill-out fusionado con otros estilos, que pueden abarcar perfectamente tanto el jazz como el soul, el funk, el acid … y no se cuantos más. GOOGLE me da respuestas una vez más, en forma de discos, en forma de descargas para mis oídos, que no son más que las notas que todos necesitamos para que la melodía transforme la ingrata melancolía que nos atrapa por momentos.


Me hago un zumo de naranja apoyado con algo de miel, por lo visto es una forma de lo más natural para recuperarte de los esfuerzos físicos, pues a lo tonto no haces más que mezclar la proteína de la naranja con la glucosa de la miel, creando tu propia bebida isotónica. Sin duda prefiero esto a estar continuamente comprando ISOSTAR, GATORADE y demás mierdas cuyo excesivo precio nada tiene que ver con sus inmediatos resultados. Es lo bueno de Internet, de los foros de runners, que siempre aprendes algo, o bueno o malo, pero ahí estás tú para desechar todo aquello que pueda destruirte de antemano.

Salgo al cine quizás para otra decepción más, así son las películas hoy en día, productos no validos ni tan siquiera para el correcto paso del tiempo. A veces el cine me sorprende por su carencia de ideas, algo que no tiene explicación, pues cada vez hay más novelas, más historias y más medios para acceder a ellas. Sin embargo las películas cada vez son más tediosas y aburridas; hace mucho tiempo que el cine dejó de ser una mera distracción para mi, pues sólo es una forma de estar sentado sin pensar demasiado en uno mismo, ni en las diferentes tribulaciones que nos atrapan al cabo del día, pues mientras estás ahí frente a la pantalla grande lo máximo que haces es mirar el reloj o cagarte en todo lo que rodea al séptimo arte.

Me tomo una cerveza junto a unos compañeros de trabajo, una amena charla, un ambiente extraordinario en un día tan normal como yo quisiera, pues eso son los días que me gustan, sin demasiados problemas. Sin embargo esta Isla me ha dado menos de lo que yo le he dado a ella, pero así son las parejas, siempre hay uno, por la razón que sea, más receptivo, más generoso y más expuesto a los desengaños de la vida.

Retazos de un añorado diario

Ayer me retiré pronto, o más bien escapé de cualquier expectativa que me deparara la noche; cansado por repetir secuencias similares a lo largo de los años, cada vez aguanto menos, posiblemente el paso del tiempo haya contraído mi añorada paciencia.

Llegué a casa con dolor de estómago, por eso fui a cagar directamente, pero el antaño salvador remedio no me provocó más que una placida y larga agonía de ruido y extravagantes movimientos estomacales. Miré el reloj, eran las tres de la madrugada y decidí describir esa sensación de no soportar las adversidades como antes. Para eso me agarré a las palabras e intenté que de algún modo no distrajeran ese sentimiento, esa realidad que cruelmente me ha hecho sentirme viejo una vez más.
Y esto fue lo que escribí:

“Todo a oscuras como un frágil espíritu cariacontecido en un sumidero de perdición, solo mi luz y la del vecino, mi habitación y lo que parece su cocina. Me quito la ropa y me recuesto en la cama, ni siquiera duermo, sólo un bostezo para desembocar en un simple sueño, pero hoy no toca ni eso. Me doy la vuelta y hago recuento de los días, meses y años que llevo ya soportados. Esas jodidas noches... Y me doy cuenta como mi cuerpo cada vez aguanta menos los contratiempos. Y aunque en ocasiones tengamos desavenencias reconozco que son muchos los años dando el callo, soportando noches duras, de botellón, de no hacer lo que uno quiere, de justificar lo que no entiendes, de beber hasta decir basta y de no parar, aunque no te guste la música, ni la gente que habita en un determinado pub; pues sólo buscas ese punto que te haga olvidar lo pesado y tedioso que pueden ser las aglomeraciones, lo insoportable que puede ser el ruido, el humo del tabaco, la falta de espacio. Todo eso en una noche, repetida en tantas y tantas ocasiones. Y que nunca tendrá fin por desgracia.


Por eso huyo de los soportales, de esos pubs invernales que gobiernan esta “Puta Isla de Mierda”, pues ya no aguanto la música alta, ni esa especie de pachanga de la que estos locales hacen gala. Ni el humo a tabaco, ni el aire acondicionado, ni tanta gente moviéndose a un son a la vez tan extraño como lejano, casi insoportable. Y son tantas cicatrices recibidas en Madrid, en Salamanca, en Zaragoza, en Toledo, y en tan distintos lugares… que ya poco en mi queda de verdadero. Ni un mínimo de espíritu, ni siquiera algo de vergüenza; por eso me jode abandonar el barco tan temprano, pero ya estoy cansado de todo esto. Pues estas heridas sólo las soporto yo. Al igual que esta resignación, que me hace descansar entre fuego y cenizas, entre lo que era y lo que soy”.

En directo (II)

Escribo mientras escucho una perdida canción de Foo Fighters, en un día quizás tan perdido como la propia canción, cercano a una vida que desconoce si comienza o bien termina, fruto de repetidas secuencias no tan distintas, cada
vez más parejas, con alicientes arrancados a tirones de una realidad que te devora como una cabrona despiadada que adolece de sentimientos.

Hoy me he levantado a las diez y media, todo está programado en un cuerpo que lo primero que ha efectuado es una digna descarga. Mierda cayendo a un retrete cada vez más familiarizado con el esplendoroso tamaño de esos zurullos que a veces atascan al tiempo y al silencio.

Suena una nueva canción, "Human monkeys", la voz de Najwa Nimri resuena más agradecida que nunca. No se por qué una misma canción puede provocar en nosotros innumerables estados de ánimo cada cual más diferente. Quizás porque
sólo seamos nosotros mismos, sanos y salvos o bien heridos de esa batalla que es el mundo, por una comedia que es esa película a la que llamamos vida.

Hoy tengo la sensación de haber vencido a mis fantasmas, pues una sincera sonrisa se apodera de estas facciónes ásperas y desgarradas con las que me levanto cada mañana. Casi no hay legañas, ni una nutrida barba, ni siquiera esas
miserables ojeras, ni las arrugas mañaneras. Estoy libre de mi mismo, al menos por estos curiosos instantes en los que escribo.

De vez en cuando la suerte nos hace frente, mostrándonos su cara en forma de sonrisa y digo yo por qué no devolversela en forma de fina ironía. Escribiendo gilipolleces, riéndonos de las insulsas adversidades, criticando al puto mundo y a esos personajes que somos nosotros mismos, tan egoistas y crueles por momentos, tan bondadosos y generosos al mismo tiempo. Una continua lucha de la que tenemos todo o no tenemos nada, en un reguero de sensaciones tan personales que sólo afectan a aquel que las sufre, o sea a nosotros mismos.

En directo

... Desde el curro ("Dándolo todo")

Desde el curro el Internet va como el culo, lo podría describir con bonitas palabras, pero cuando la frustración te alcanza llegas a ser victima de la impotencia y la desgana; y la única salida acaba siendo, por desgracia, cagarte en lo más sagrado o en aquello que no tiene remedio pero si mucha importancia.

A duras penas consigo entrar en la Web de Roger Wolfe, un nuevo poema, la adaptación de una canción de Leonard Cohen es suficiente para que las palabras empaticen conmigo durante unos segundos, por un momento llegamos a abrazarnos, a querernos, fruto de compartir esos instantes en el que la lectura es la viva imagen de tus pensamientos.



Te vi esta mañana
pasar a toda prisa.
Del pasado, a veces,
es difícil apartar la vista.
Y no sabes cómo
te echo todavía en falta.
Aquí no hay nadie,
desde luego;
pero tú y yo aún nos amamos
en mi vida secreta.

Sonrío si me enfado,
y hago trampa, y miento;
hago lo que debo
para ir apañando los días.
Pero sé lo que está mal,
y sé lo que está bien;
y por la verdad moriría
en mi vida secreta.

Espera, espera, hermano;
espera, hermana, espera;
mis órdenes, por fin, ya llegan.
Marcharé por la mañana
y marcharé toda la noche;
cruzaré las fronteras
de mi vida secreta.

Le eché un vistazo a la prensa
y casi me deshago en lágrimas.
A nadie en el mundo le importa
quién viva y quién muera.
Y el que da las cartas lo que quiere
es que sólo veas el negro
y sólo veas el blanco.
A Dios gracias no es así de fácil
en mi vida secreta.

Me muerdo el labio
y hago como que compro:
desde el último éxito
hasta la sabiduría de los viejos.
Pero siempre estoy solo,
y mi corazón es puro hielo;
y me dejo curtir por el frío
en mi vida secreta.

(Solitario & Wolfe)



Debería sobar, en vez de estar aquí enganchado a esas jodidas palabras que retumban en mi cabeza, sin embargo un caótico impulso me hace transcribirlas lo más rápidamente posible, pues si tan importantes son no quiero olvidarlas. No quiero traicionar todo aquello que merece la pena, todo aquello que sobresale por un instante del frío hueco de una apatía cada vez más aplastante, cada vez más agobiante.
Y aunque debería dormir y estar más descansado para afrontar el mañana prefiero abrazar el frío cielo de las palabras que nos arrastran a transformar lo superficial en algo con fundamento.

Escribir por escribir algo

Aquí llaman Trifásico al zumo de tres sabores, concretamente plátano, naranja y manzana, sin embargo yo adopto ese nombre a una curiosa manera de machacarme consistente en nadar por la mañana o hacer que trago agua, hacer pesas por la tarde o poner cara de feo como si algo costara más que extraer de tu cuerpo esa primera cagada que relata el horror
ya desde primera hora de la mañana y por último y para terminar conmigo mismo sin piedad alguna, esa carrerita digna del peor paseo de los atados a un sueño que no es más que una pesadilla autoimpuesta por un gilipollas que no sabe como matar el tiempo.

Eso es el Trifásico made in Wolverine, por supuesto. Y lo peor de todo es al día siguiente, ya puede sonar el despertador, el mundo acabar fruto de la locura y la agonía de los injustamente maltratados, que yo, el que escribe seguiré postrado merced a la horizontalidad más esclavizante. Ya puede ser el colchón un cabrón con pintas que jode tu espalda continuamente, eso no importará, pues no sentirás nada salvo la autómata respiración que por momentos te mantiene vivo, bajo el hilo de un títere que ayer comió mierda mientras nadaba, corría y hacía pesas.

Y lo peor de todo es cuando te levantas y parece que todo se desencaja bajo el desesperante peso del metal que cubre tus huesos, o cuando miras al espejo y no reconoces tu reflejo ya que observas que el perfil se confunde con un primer plano de la vista al frente, pues que otra cosa hiciste ayer sino diluirte en ti mismo, perdiendo el músculo que forjaba el respeto del héroe.

Pero bueno al menos seguimos vivos, dando latidos al corazón en forma de pruebas casi agonizantes o escribiendo lo que nos sale de los huevos sin más censura que la del tiempo que apremia para preparar la comida, la cena y cuando toca la merienda.
En fin, al menos nos quedarán los batidos mitad carbohidratos mitad proteínas, como el único amigo que entienda esta locura en forma de aeróbicos homicidas que destrozan al más humilde de los superhéroes.

Wolverine una vez informando desde la “Puta Isla de Mierda”

Historia de un sueño

Podría permanecer todo el día en la cama, ¿por qué no?, el día pasaría sin que yo fuera testigo de nada, las calles no me echarían en falta, ni las almas funestas que habitan esta tierra ibicenca, incluso la lluvia roja proseguiría su lenta caída desde un cielo que no es más que otro infierno del que escondernos.

Sin embargo el vecino de arriba sigue con su incomprensible juego, un juego real y característico que nos arrastra a través del ruido, ni siquiera los demás vecinos participamos en este constante devaneo casi agónico, simplemente somos testigos pasivos del eco sonoro de sus pasos, de la lucha de unos muebles que rasgan el suelo en la más infinita de las mudanzas, del glorioso cierre de todas sus puertas y como no, de sus carreras casi eternas.

Anoche fue ese bote que irremediablemente el viento arrastraba a través del “Patio de la Muerte”, las palomas habían huido, incluso las valentonadas gaviotas regresaron a sus escondidos nidos, sólo un héroe o un curioso bote se resistía al azote del viento rasgando el suelo con un chirrido en forma de voces. Incluso como un cabrón sin sentimientos supliqué por la muerte del héroe. Ya no es tiempo para la lírica, pensaba. Los ídolos han caído, los gestos son cada vez menos humanos y en toda acción siempre hay escondido algo. Todos mis pensamientos se reducían a eliminar a ese animal provisto de ruido. A veces soy un cabrón sin sentimientos.

Pero de algún modo recluté al sueño, no como hubiera deseado pues este venía cargado con una pesadilla. Comenzaba de la forma más absurda, pues como un cuento no se si de miedo, ahí estaba yo dando clase, no se de que, es más no sabía cual era mi papel, simplemente estaba ahí mientras una mujer me decía que me estaba adaptando muy bien. Sin embargo su imagen cambió y apareció otra que dijo que mi futuro era desolador y que si quería saberlo la tocara con mi dedo índice ese hueco que tenemos debajo de la garganta y que ahora no se como se llama. Total que hice eso y de repente me vi cayendo al vacío, bajo la oscuridad más absoluta, como si la gravedad me transportara a través de un pozo sin fondo, mientras la muy hija de puta me comía a trozos, en plan vampiro o en plan zombi, no se cual era su religión, ni su idea y como era lógico no iba a preguntárselo, pues no estaba el tema para eso. En fin, que no me quedaba otra que poner pies en polvorosa y abrir los ojos lo más rápido que pudiera.

Y después de salir de ese infierno me quedé pensando un momento, diciéndome a mi mismo, que tampoco eran tan malo ese bote al quería joder sin remedio y que tampoco su ruido era tan molesto.
Ahora bien entre el cabrón de mi vecino y sus juegos, y la puta esa comiéndome a pedazos no se con quien quedarme, pues no veo diferencia. Los dos son igual de cabrones.

Librandome del agobio del mundo

Hay un momento en el que cierro los ojos y parece que todo va a cambiar, en esa oscuridad tan familiar como molesta, en ese impoluto camino de sombras, en ese auto infringido letargo, pero todo es fruto de una sensación, tan cruel y sucia como cualquier secreto violentamente robado de nuestros sueños.

Un jodido engaño pintado de negro con el que evadirte por unos momentos y que inexorablemente va unido a un movimiento autómata, casi reflejo de la misma mano que sostiene mi frente, aquella que acto seguido sigue su camino, subiendo y subiendo como cualquier caricia fúnebre en una procesión quizás demasiado triste como para acabar presa y atada a esa mata de pelo que todavía puebla mi cabeza, esa hermosa heroína que por el momento parece sobrevivir a la curiosa espuela del resentimiento.

Pero mis ojos tienen que abrirse tarde o temprano al paso del tiempo, al agobio del mundo, al sin sentido de la inmensa mayoría de nuestras acciones y acabar con este delicioso letargo que me hace escapar del mundo y de mi mismo, a través de los más oscuros callejones.

Vacaciones en mi ciudad

Desconectando en Madrid, o al menos eso intento mientras la loca marabunta me empuja al rincón mas escondido de un viejo vagón de Metro. Así es esto, prisas y más prisas y por cada paso un nuevo infierno. Todo el mundo recorre los pasillos como idos por el reflejo del miedo al castigo de llegar tarde, y yo me pregunto, llegar tarde a que.

Me considero un privilegiado mientras miro los escaparates, mientras toreo a las prisas con el capote de la desvergüenza, con ingeniosos requiebros y con la sonrisa vengativa de aquel que no se acuesta con el escalofrío que nos recorre a destiempo, apresurando nuestro paso mientras la manecilla del reloj ataca nuestros nervios, por la tardanza del autobús, por las múltiples paradas del metro, por las destartaladas escaleras eléctricas, por los continuos choques con la más extraña gente, que tan resignados muestran su humillación. Pues no son más que esclavos de la precipitación, de la fugacidad de un día que se escapa de las manos inconscientemente, aplastándonos sin decir nada.

Sólo una chavalita parece ausente de todo, tras sus cascos una canción que comparte con el vagón mientras sacude el ritmo levantando su pie a modo de victoria, pues ella a su manera pisotea el lastre de la mesura, no hay porqué disimular la victoria sobre las prisas que azotan el mundo. Sólo un baile es bastante para hacer del día algo diferente y gratificante.

La lluvia cae a modo de bienvenida, no me siento ni mojado. Tampoco sufro el desazón frustrante de la humedad, simplemente me deslizo entre unas calles abarrotadas de más y más gente. Eso es Madrid, la antitesis del aburrimiento, el contraste con el inacabable bostezo ibicenco. La ciudad que nunca descansa, el abanico del variado ocio en un paraíso casi perfecto. Pero quien busca la perfección.

Un centro comercial más, este sobradamente conocido, la FNAC. A modo de imán me llama, me hace suyo mientras subo sus escaleras una vez más. Es entonces cuando reparo en sus libros, hojas y hojas de autores más o menos conocidos. Siempre hay gente, pienso. Eso es Madrid, almas y almas casi idénticas. Nada es un desierto. Me acerco a la sección de comic y ahí estoy yo. Lobezno, CIVIL WAR. Faltaría más. Otro comic mío para que los de MARVEL disfruten de su juguete herido. Pues nada entre la cafeína y la cruel sonrisa de la eternidad escrita y dibujada leo cada una de sus viñetas.


Y el tiempo pasa y mi terapia funciona, pues respirar Madrid me retrotrae en el tiempo bajo el orgullo de un ancestro pasado que no supone un obstáculo, pues consigo controlar la dosis de dependencia absoluta que tengo a estas calles nada vacías, a este grito de humanidad casi descontrolada por las prisas, a esos estantes de tiendas, de gente de todas las edades y colores, a esa vista cada vez más familiar que ojala me pudiera llevar en un bolsillo para agarrarla en aquellos momentos que caemos al vacío de la desgana.

El toxicómano se recupera con esta milagrosa terapia. Esnifando Madrid, comiéndomelo en un bocadillo de calamares, recorriendo el centro peatonal, pisando fuerte el suelo que me sostiene mientras veo gente y más gente. Mientras fotografío cada instante. Pues desgraciadamente he olvidado todo eso. Había olvidado lo que era la gente, lo que era Madrid. El apagón neuronal de una melancolía ibicenca me mantenía en el limbo del mal llamado olvido, hipnotizado en esa deshabitada isla que vive de las apariencias, de ser sectaria y clasista al mismo tiempo, de elevar la gilipollez al trono de la desnudez, esa zona vip donde sólo acuden soplapollas que no tienen otra cosa que hacer más que fardar de la propia desfachatez. Pues yo soy de esta maravillosa isla, dirían. Pues yo soy de un barrio bueno, también dirían. Y yo les contestaría: “Y yo de Carabanchel, no te jode”.

Y les mandaría a tomar por culo, que menos. Para tomarme una cerveza como Dios manda, para pagar lo más justo o lo más cercano a una oferta objetiva, para pagar un módico precio en el alquiler de nuestras vidas sin tener la sensación de deber

Vacaciones en mi ciudad

Desconectando en Madrid, o al menos eso intento mientras la loca marabunta me empuja al rincón mas escondido de un viejo vagón de Metro. Así es esto, prisas y más prisas y por cada paso un nuevo infierno. Todo el mundo recorre los pasillos como idos por el reflejo del miedo al castigo de llegar tarde, y yo me pregunto, llegar tarde a que.

Me considero un priv
ilegiado mientras miro los escaparates, mientras toreo a las prisas con el capote de la desvergüenza, con ingeniosos requiebros y con la sonrisa vengativa de aquel que no se acuesta con el escalofrío que nos recorre a destiempo, apresurando nuestro paso mientras la manecilla del reloj ataca nuestros nervios, por la tardanza del autobús, por las múltiples paradas del metro, por las destartaladas escaleras eléctricas, por los continuos choques con la más extraña gente, que tan resignados muestran su humillación. Pues no son más que esclavos de la precipitación, de la fugacidad de un día que se escapa de las manos inconscientemente, aplastándonos sin decir nada.

Sólo una chavalita parece ausente de todo, tras sus cascos una canción que comparte con el vagón mientras sacude el ritmo levantando su pie a modo de victoria, pues ella a su manera pisotea el lastre de la mesura, no hay porqué disimular la victoria sobre las prisas que azotan el mundo. Sólo un baile es bastante para hacer del día algo diferente y gratificante.

La lluvia cae a modo de bienvenida, no me siento ni mojado. Tampoco sufro el desazón frustrante de la humedad, simplemente me deslizo entre unas calles abarrotadas de más y más gente. Eso es Madrid, la antitesis del aburrimiento, el contraste con el inacabable bostezo ibicenco. La ciudad que nunca descansa, el abanico del variado ocio en un paraíso casi perfecto. Pero quien busca la perfección.

Un centro comercial más, este sobradamente conocido, la FNAC. A modo de imán me llama, me hace suyo mientras subo sus escaleras una vez más. Es entonces cuando reparo en sus libros, hojas y hojas de autores más o menos conocidos. Siempre hay gente, pienso. Eso es Madrid, almas y almas casi idénticas. Nada es un desierto. Me acerco a la sección de comic y ahí estoy yo. Lobezno, CIVIL WAR. Faltaría más. Otro comic mío para que los de MARVEL disfruten de su juguete herido. Pues nada entre la cafeína y la cruel sonrisa de la eternidad escrita y dibujada leo cada una de sus viñetas.


Y el tiempo pasa y mi terapia funciona, pues respirar Madrid me retrotrae en el tiempo bajo el orgullo de un ancestro pasado que no supone un obstáculo, pues consigo controlar la dosis de dependencia absoluta que tengo a estas calles nada vacías, a este grito de humanidad casi descontrolada por las prisas, a esos estantes de tiendas, de gente de todas las edades y colores, a esa vista cada vez más familiar que ojala me pudiera llevar en un bolsillo para agarrarla en aquellos momentos que caemos al vacío de la desgana.

El toxicómano se recupera con esta milagrosa terapia. Esnifando Madrid, comiéndomelo en un bocadillo de calamares, recorriendo el centro peatonal, pisando fuerte el suelo que me sostiene mientras veo gente y más gente. Mientras fotografío cada instante. Pues desgraciadamente he olvidado todo eso. Había olvidado lo que era la gente, lo que era Madrid. El apagón neuronal de una melancolía ibicenca me mantenía en el limbo del mal llamado olvido, hipnotizado en esa deshabitada isla que vive de las apariencias, de ser sectaria y clasista al mismo tiempo, de elevar la gilipollez al trono de la desnudez, esa zona vip donde sólo acuden soplapollas que no tienen otra cosa que hacer más que fardar de la propia desfachatez. Pues yo soy de esta maravillosa isla, dirían. Pues yo soy de un barrio bueno, también dirían. Y yo les contestaría: “Y yo de Carabanchel, no te jode”.

Y les mandaría a tomar por culo, que menos. Para tomarme una cerveza como Dios manda, para pagar lo más justo o lo más cercano a una oferta objetiva, para pagar un módico precio en el alquiler de nuestras vidas sin tener la sensación de deber

El hombre del tiempo: Principio y Final

EL HOMBRE DEL TIEMPO: METEOROLOGÍA WOLVERINE

Saludos a todos desde la puta isla de mierda, el parte meteorológico es así de simple:

La lluvia cae sin maldad, es cierto que no tiene malicia pero dentro de su simpleza e ignorancia no veas como jode la muy hija de puta.
El día por tanto se presenta maravilloso, invernando como así hacen los osos pardos o más bien en completo estado de letargo, así me encuentro. Casi desterrado contando los días sin pensar que son meses para que salga un resolución que de con mis huesos lejos de estas cuatro paredes y de este cacho de tierra.

Mientras tanto las gotas de agua chorrean desde el cristal de la ventana a modo de aventura que es la vida, hacia abajo y sin paracaídas. Yo simplemente paso, miro el vacío sin más, de un cielo nublado y una puta isla que se ahoga con cuatro gotas mal puestas. Parece mentira me vienes tú con esas, islote de mierda, como si no hubieses visto gente puesta y más puesta. Por favor que ya nos conocemos...

Y el reto de hoy será preparar un cocidito madrileño, para atrapar la nostalgia por los huevos. Aunque antes iré a nadar y si es posible pondré a afilar mi adamantium, además de cagar un rato.

Así de sencillo es todo, además de monotomamente correcto; así es el isleño.

Felicitacion Navideña

FELICITACIÓN Y SALUDOS PARA TODOS
(Wolverinemente hablando, claro está)

Último día del año en la Puta Isla esta. Qué menos que darme una vuelta por sus alrededores, por la manzana mismamente. Desde la puerta, siguiendo el camino que te marca la acera, pasando por el puto Eroski, el Chino de la mala lecha y otra vez por arte de magia casi chocarnos con el portal de lo que a veces parece una casa.
O por qué no elegir el paseíllo del Pacha, a ver cuanto tirado suelto encontramos hoy. Ya sólo con esta guía de pasos andados podríamos decir que hemos recorrido casi toda la isla. Qué virtud la de este cacho tierra, que cómo la esencia, se atraganta en frascos pequeños.

El sol también pretende saludarnos a su manera, escondido por no decir pasando de alumbrarnos el camino. Pues nada a él también feliz año. Con una virtud, la del deseo, pues no me cae mal el cabrón ese, al sol me refiero. Qué cuando quiere sale y si no… pues nada a dormirla, como otros muchos que desaparecen. Pues en este cercado de humedad por todas partes, si estás vivo para contarlo, no hay otra opción que las contrariedades, sino optas por cagarte en su padre. Y en toda su familia. Sobre todo en el olvido, el del agua, que por alguna extraña razón no recordó en cubrir este cacho tierra con toda su esencia.

Así, con este resumen de lo que llevo escribiendo todo el año. Decir que feliz año Puta Isla de Mierda. Que yo invernaré, con el permiso de usted y todos los demás.

El hombre del tiempo VIII

EL CONCEPTO DE “Aletargao”

Pálabra típica extraída del fiel y sufrido invierno ibicenco.
En el comic nº 200 de Wolverine, nuestro personaje se dice a sí mismo, cuando sus apresurados pasos le conducen a un escondido cuarto de baño, donde rehacer sus aguas menores.

-"ALETARGAO" que eres un "ALETARGAO" -

A esto los expertos, mal llamados frikis, lo denominan con el nombre científico de Sindrome del Completo Letargo. Y no es más que esa sensación en la que se ve inmersa nuestro héroe, tras darse cuenta que son pasadas las siete y media de la tarde, ya noche en el universo ibicenco, y lo único que ha hecho, aparte de comer y dormir, ha sido practicar la sana y ventajosa medida de la horizontalidad, en una cama con más arrugas que su estrecha mente.
Pues ni ha fregado los cacharros, ni barrido los suelos, ni tan siquiera ha comprado papel higiénico.

El hombre del tiempo VII

Que día más maravilloso el que se respira en la isla. Tanto que el sol en plenitud ha decidido salir de su escondite para ser testigo de una mañana sin apenas aire. Ideal para pagar al casero lo que le corresponde este mes, el de enero del 2011. Gran año el que se nos presenta, así de repente. Pues el montante asciend
e a nada menos que casi nueve cientos euros. La subasta de la vida en una Puta Isla, la de Ibiza ¿alguien da más?.

Pues este mes, aparte del alquiler hay que sumar la comunidad y claro te encuentras con esa entrañable sorpresa. Lo que digo yo, un lujo lo de vivir en este idílico cacho de tierra. Así que respiremos su aire, para que nos entre en el cuerpo y así nos volvamos no más gilipollas sino más… ibicencos, por así decirlo.

Pues ahora que caigo, sino he caído ya bastantes veces, aún más de la cuenta, diría yo. Que más dará como lave sus sartenes o si utilizo más de la cuenta el lavavajillas, si ya con lo que el menda se lleva puede formar hasta su propia banda ibicenca.
Así que me pongo algo de música, “Come Back” de Pearl Jam por ejemplo, y me preparo para salir a la calle. Para disfrutar del día de hoy, no se me vaya olvidar hasta eso. Lo de disfrutar del día, me refiero.

El hombre del tiempo VI

No hace mal tiempo aquí en la PUTA ISLA DE MIERDA. A pesar de los pies helados y de la humedad reinante que provoca que los suelos de la cocina se asemejen a una pista de patinaje, o que la propia ropa tendida, a modo de castigo, cumpla hoy su tercer día en la cuerda floja. Todavía húmeda, como si no fuera bastante.

Sin embargo, el paseo por las mismas calles de ayer y de hace un año, no se hace tan agobiante. Pues la temperatura propia de este islote de mierda aguanta con honor y desparpajo no caer victima de los cero grados. Ahí dándolo todo, en lucha constante.
Un hilo de esperanza, pensarán algunos, dentro del dejarse llevar de los días.

Y afortunadamente es así, pues las casas entiendo yo, no parecen estar muy preparadas para el frío que con la noche se levanta, restregándonos a modo de venganza lo que el invierno en día no pudo.

Así arropados hasta las trancas disfrutamos del furor de la noche, cada uno en su casa que ya es bastante, y Dios si le apetece en la de todos.

Una manta, dos mantas, el edredón o el continuo espacio que te creas embutido en un nórdico con el que te proteges cuando de la habitación no sales. Pues cualquier aventura lejos de ese espacio vital que es tu cama, si no es abrigado con una bata podría parecer un suicidio. Dentro del frío aliento que sobrevuela cada habitación de la casa.

El hombre del tiempo V

A través de los pocos momentos en los que uno no desespera en este islote de mierda, podría decirse que llegas a alcanzar la perfección en el bello arte de no hacer nada. Gran cualidad esa.
Esto es tranquilidad, dicen los abogados defensores de tan dichoso lugar. Bueno, no soy yo el que debiera discernir de tal bella afirmación, sin emba
rgo, sería conveniente no confundir la continua letanía del pasarse el día amarrado a las postrimerías de la cama, sin dar un palo al agua, con el simple hecho de disfrutar de tu tiempo de ocio. Aquél ganado con el pulso de tu esfuerzo, como a cada uno le venga en gana.

Pues la continua búsqueda de actividades con las que matar a ese tiempo que incomprensiblemente nos daña, es ciertamente frustrante, pues la propia isla, a modo de lema sino de bandera, se desvive tras el axioma del no hacer nada. Imponiéndolo de una manera u otra. Y ¿qué armas utiliza para tal efectivo plan?. Bueno pues una de ellas se fundamenta en el elevado precio de cada una de las insignificantes actividades que ofrece.

Convirtiéndote así, de buenas a primeras, en un miembro más del elitista grupo que no se engaña a si mismo, porque no le queda más remedio. Ya que una vez pasas por caja, no queda otra que justificar el elevado desembolso, bajo palabras tan encomiables como “Esto es Ibiza” o “Así es esta bella isla” y así sucesivamente, dentro de ese reguero de piropos que se vierten sobre lo que es este agujero.
Pues lo de llamarnos gilipollas a nosotros mismos tampoco es frecuente, ni conveniente por así decirlo.

Así que menos que sacar brillo a las tardes con el jugo del deporte y el sano corpore de un gimnasio tan nuevo como el que acaban de inaugurar aquí en la propia isla, entre los más inmortales alardes y vítores, situado en mitad de un descampado. Un aislado páramo repleto de naves que sobreviven con arrojo y que en cualquier urbe sería un polígono industrial sin mas imagen que la de los propios coches circulando entre el humo de sus tubos de escape mientras sortean a los contados transeúntes que andan por allí medio despistados. Pero aquí en este idílico lugar esa misma imagen es un lujo que hay que pagarlo.

¿Y cuanto dirán ustedes que vale tal honor para nuestros ojos?. 65 eurakos, nada menos. Mas una matrícula aparte. Pues hay que estar matriculados oficialmente para presumir que formas parte del juego. Un juego con unas sencillas instrucciones, pagar. Pues si no pagas, te jodes.

El hombre del tiempo IV

Lastima que no encuentre todavía atractivo en el bello arte de andar por andar. Pasear sin ningún otro objetivo que no sea el de dejarte llevar. Ni tan siquiera la excusa de darte una vuelta y comprar el pan, ni tan siquiera eso. Pues estaría haciendo trampas en el juego.

Como lo hace la Puta Isla de Mierda, que deja un hueco para que el sol, fiel a su
rol de extremo rápido que recorre las bandas sin encontrar ningún centro, calibre su arma de doble filo, la de unos rayos que calientan en mayor o menor medida las calles para provocar que el interior de las casas, sigan prácticamente heladas. Así nos engaña. Pidiendo que salgamos y demos vueltas a la manzana, o lo que es lo mismo, a la nada.

Y siempre habrá alguno, o incluso alguna, pues ahora que estamos en la nueva era de la igualdad de todo tipo de géneros no vamos a obviar ese detalle tan trascendente para explicar ese consuelo tonto con el que se contentarán algunos. Pues ya el mero hecho de que en la península haya lugares que estén a bajo cero, sirve como excusa para saborear el placer de la calle, las ibicencas, muy pintaditas y “limpitas”. Preparadas para dar la bienvenida no a Mr Marshall, que buena falta hacía. Sino a la propia NADA. .

Por tanto honrados ibicencos, de este nuestro pueblo, llamado también con el sobrenombre de “Puta Isla de Mierda”, salgan a pasear con el sol y el viento fresco. Disfruten con regocijo del bello arte de contar palomas o gaviotas, o de sentarse en un banco y sentir como el mar se confiesa.

El hombre del tiempo III

Miro la ventana y todo se mueve gracias a ese aire que no deja quieto ni la ropa del vecino, parece que tienen vida, sus calzoncillos me refiero, ahí debatiéndose entre la corriente de un viento que les llevaría lejos, casi a tomar por culo, sino fuese por las dichosas pinzas que los atan a la cuerda de la ropa.

Que envidia me darían si sobrevolaran la isla con el cielo de testigo, fijo que le dirían:
- Nos vamos con el viento fresco, no se si del poniente, pues todavía no vamos tan puestos”

Pero estos gilipollas, seguro que no alcanzarían mi deseo, salir de esta Puta Isla de Mierda sin necesidad de viento fresco, sólo con Ryanair y sus ofertas tiradas de precio.
Ya ni tan siquiera tendrán que limitarse a las vacaciones, esos días que no recubren el culo del vecino, sino también a los días que libran del glorioso arte de comerse los pedos de quien está tan orgulloso de ellos. Así podrán dejar, este cacho mierda sin vida en el recuerdo. Me refiero a esta Isla, principalmente.

Aparte ahora está la guinda, la de la Navidad, la de la jodida apariencia, que ahora supera el estilo baleárico que deambula durante todo el año, ese conjunto primavera verano, otoño invierno, de no tener donde caerse muerto y sin embargo creerse los amos del cortijo sino del cementerio. Pues por mi todo para ellos.

Pongo algo de musiquita en el ambiente, mientras el vecino de arriba, nuestro querido “sudaquilla” del cuarto, ese que tanto aprecio, ha descubierto una máquina que hace ruido. No se cual es el hallazgo, el de la propia máquina con un motor que simula una perdida de aceleración constante o el del propio ruido, pues el tío no para de disfrutar con su nuevo invento. A lo mejor es un trineo con el que repartir los regalos, a falta de renos… aunque aquí todo sería fácil, te sacas tu invento a la puerta del Pachá y a repartir “caramelos” entre la distinguida sociedad ibicenca. Y así todos irán contentos entre “pastis” para el catarro y sus “caramelos”.

¡¡¡¡Que bonita es la Navidad, sobre todo la puta Navidad en la Puta Isla de Mierda!!!!

Ah, ¿y el tiempo?. Demasiado bien para lo que está cayendo.

El hombre del tiempo II

Hoy no ha habido Hombre del Tiempo. Me he levantado y he dicho. Qué le den por culo al tío ese. “Pesao” como él solo, no hace más que mirar el cielo, como si esperase algo entre tanta monotonía ahí candente de ideas. Sin sucesos más impresionantes que el brillo del sol por esos locos instantes
en los que la temperatura parece bajar como el tobogán que cae en un sueño. El del verano ya perdido.

A cambio de todas estas gilipolleces, le he dado al IPOD una nueva oportunidad, a ver que sale, dentro de esa anarquía en la que me veo inmerso. La de dejar que los acontecimientos sigan su curso, sin joder las cosas demasiado. Pues ya bastante está todo roto, para destrozarlo yo aún más. Así que, le he dado al PLAY desde el mando que da la distancia y el desahogo de no ser responsable de la música que saldrá de este aparato casi creado por el diablo. Y ahí está Macaco con “Amor Marinero”, bonita canción, con esa melodía ñoña que casi me hace caer de nuevo en la cama, pues no está hecha ni la voy a hacer, así podré arroparme siempre que quiera de todos esos fantasmas que nos autoabastecen en tiempos de crisis.

Me llama la atención la letra, que si él un alma en movimiento, que si él un barco sin ancla ni puerto, ahora de repente, deja la revolución para pasarse al romanticismo y decirle a su chorba que la quiere. Más o menos dice eso. Con mis palabras, pero a modo de traducción nada simultánea. Y Dirás tú, coño que bonito. Precioso, ahora mérito poco. Porque con la Kira Miró fácil es todo esto. Lo asombroso sería que dijera todo eso teniendo de compañera de cama a la Carmen de Mairena o la Rosi de Palma, o las dos juntas y descompuestas en un hilo amoroso casi morboso. A ver entonces si no te volverías un revolucionario de todas todas. Vamos, fijo ni entrabas en casa. Derechito al bar de los lamentos, o al de los poemas y letras de canciones con abstracto acierto.

El hombre del tiempo I

Subo las persiana que da mi vida con el exterior a través de la habitación y ahí me encuentro al sol en plena faena pugilística, soltando ostias a diestro y siniestro entre tanta nube tocapelotas que le impide tomar el mundo y devolverlo al añorado calor que hasta hace cuatro días poblaba la Puta Isla de Mierda.
Yo aún así no abro la ventana, me esper
o unos instantes en los que aprovecho para recoger la habitación, ordenando un poco la leonera que me alberga, dejando que desde el reproductor suene la primera canción de Radiohead dentro del orden particular que me ofrece este sobrevalorado IPOD. “Sit Down. Stand Up”, así se llama la melodía que suena. Es entonces cuando abro la ventana y una ráfaga de aire despliega sus encantos en plena cara. Te jodes, me dice. No es oro todo lo que reluce desde el cristal de la burbuja, hay que dar un paso hacia delante, para que la realidad te devore. Y veas lo que se cuece, o lo que se enfría.

Aún así la temperatura es cojonuda, si no fuera por la humedad reinante y el irrespetuoso idilio con mi falta de peso, me iría a correr en este momento. Ahí como un loco, sin miedo, desplegando mi trote cochinero, ese que famoso me hizo. Mientras alzo el anular y miro a la Puta Isla de Mierda con afán de revancha para decirle “No vales una puta mierda”. Como yo, como este, como aquel. Todos sobrevalorados, como ese gimnasio que sobrevive en un descampado a base de engaños, 65 Euros el mes matrícula aparte. Estamos todos locos.

La monotonía del destino, entre locuras e instantes aparte. A ver si no llueve hoy que ya es bastante.

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Y de repente llueve, como que no quiere la cosa. Así de fácil y sin decirme nada. Sin el tan manido preaviso, ni cortes ni valiente. Me cago en la Puta Isla. De Mierda. Si de Mierda y agua de lluvia a través de la ventana. ¿Y el sol donde cojones está?. Pero si me estaba cegando hace apenas media hora. A ver si ha sido una alucinación más sin drogas, sólo a base de cafeína y teína, buena mezcla para una fiesta.

Bueno yo me voy a nadar, la isla con su meteorología que viva su vida mientras yo sobreviviré con la mía.